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miércoles, 13 de marzo de 2013

Cuando el niño es la víctima

Miércoles, 13 de Marzo, 2013
«Mis papás se han separado por mi culpa. Yo he hecho algo mal». «Nadie me quiere. Yo soy malo»
«Mis papás se han separado por mi culpa. Yo he hecho algo mal». «Nadie me quiere. Yo soy malo». «Tengo miedo y estoy siempre triste». «No pasa nada. Mis papás están bien...». Sentimiento de culpa, negación de la realidad, volverse a orinar en la cama cuando ya no lo hacían, retroceder en el lenguaje aprendido y atascarse en expresiones y palabras que antes pronunciaban a la carrerilla, miedo a relacionarse con los demás, bajón del rendimiento en el cole, o incluso subidón impresionante como mecanismo para autoreafirmarse...
Son frases reales y algunas de las consecuencias que viven los menores cuyos padres deciden poner fin a su relación. Son unos 7.000 cada año en la Comunitat Valenciana, según los últimos datos del Instituto Nacional de Estadística (13.800 divorcios y separaciones en 2011, la estadística más reciente disponible).
María José Carrascosa y su exmarido Peter Innes siguen inmersos en una guerra por su hija que ya dura seis años, los mismos que lleva presa la valenciana. Isabel Monrós y Joaquín Escolano han desenterrado hace unos días el hacha de guerra por sus tres niños. Ella los quiere en Valencia. Él, en México. Y los pequeños ya no pueden ni pisar el colegio por los problemas psicológicos que les está causando la encarnizada batalla entre sus padres.
Son solo dos de los últimos frentes abiertos y sufridos por... ¿Cómo se llaman los niños? Sus padres litigan, cruzan declaraciones y defienden sus posturas. Ellos aparecen siempre como seres anónimos, con sus identidades lógicamente protegidas como menores, sufriendo en silencio. Son las víctimas mudas de estos conflictos.
Cuatro años sin padre
«Cuando hay una relación mala entre los progenitores, una tensión en la separación, y se usa a los hijos como armas arrojadizas para el bien de uno o de otro, los menores acaban sufriendo el síndrome de alienación parental. Para tener un buen desarrollo emocional, los niños necesitan estar con dos adultos y con un vínculo efectivo seguro», relata Jorge Robredo, psicólogo clínico y director del Instituto de Psicotrauma.
El caso extremo es la sustracción de un menor, un delito castigado hasta con 15 años de prisión. Uno de los progenitores rompe por las bravas con todo y arrastra a sus hijos en su sinrazón. Lo secuestran, le roban el poder estar con su padre o su madre y lo arrojan a un torbellino policial y judicial. Cada año, en la Comunitat se producen una veintena de estas situaciones, la mitad en Valencia, según fuentes jurídicas y del Ministerio del Interior. En toda España, 136 en el último año contabilizado por el Ministerio de Justicia. En todo el mundo, Interpol busca ahora mismo a 160 personas por sustracción de niños.
Eva es una niña valenciana. Con cuatro años va a conocer por primera vez a su padre. Su nombre es ficticio, para proteger su identidad. Pero su historia es real como la vida misma. El divorcio la distanció de papá. Cuando por fin lo ve, en un Punto de Encuentro Familiar (PEF) de la Generalitat (los gestiona Cruz Roja), su cara añiñada se ensombrece. Su mente queda confundida. El novio de mamá era hasta ahora su papá. Y su sinceridad infantil no la abandona. «No te quiero. Tú no eres mi padre», espeta a su verdadero progenitor. Cuatro meses después, a Eva se le abre el corazón. Se come a besos a su padre en la sala. «¡Hola papá! ¡¡Te quiero mucho!!», le dice tras ese tiempo.
Un millar de menores pasaron en 2012 por uno de los 17 puntos de encuentro que hay en la Comunitat. Son los divorcios más extremos, judicializados, aquellos en los que la conflictividad se dispara. Una de cada cuatro tienen encima una orden de protección por violencia de género, según datos de la Conselleria de Bienestar Social. Unos 250 niños testigos de cómo entre sus padres se levantaban la mano, cómo se gritaban. Sus dos seres más queridos haciéndose la vida imposible. Y él en medio de la tempestad.
Dibujos con alma
Muchos se ven atrapados entonces por el miedo. Experimentan terrores nocturnos, pavor a relacionarse con otros, a hablar con los demás niños. Bien sabe el psicólogo Jorge Robredo cómo se meten entonces en su mundo. Inventándose algún amigo invisible con el que dialogar. Mudo ante el resto del mundo. «Si han sido testigos de cosas traumáticas, no te lo cuentan ni en la primera, ni en la segunda entrevista».
Los técnicos abren su caparazón entre juegos, conversaciones infantiles y mediante los dibujos en que los niños plasman sus inquietudes y temores. Los que acompañan a estas líneas pertenecen a estudios de Aureliano Sainz, doctor en Pedagogía y catedrático de Didáctica de la Expresión Plástica. «Los niños cuentan con sus dibujos cuáles son sus sentimientos hacia las personas de su familia, y descubren, sin ser conscientes de ello, una intimidad que lo más probable es que no se atrevieran a explicar de manera verbal».
El padre de Ana y Mario (nombres también simulados), de seis y nueve años, acudió durante año y medio puntual a su cita al PEF de Valencia. Pero nadie lo esperaba en las llamadas 'salas amables', el punto en el que los niños se ven con sus progenitores. Los dos hermanos se negaban a verlo. «Eran totalmente contrarios a tener cualquier contacto con el padre tras la separación», explica Enrique Jordá, abogado y coordinador de cuatro puntos de encuentro.
El padre no faltó a ninguna cita. No cayó en el desánimo. Ni él ni los psicólogos, educadores sociales y otros técnicos que trabajan en estas instalaciones, terreno de paz en medio de las guerras conyugales. La niña fue la primera en acceder a entrar. Lo hizo... pero de cara a la pared mientras su padre le hablaba. Aunque el cariño acabó venciendo. Hoy, Ana y Mario ya pasean de la mano de papá en los llamados 'intercambios'
En manos de la Fiscalía
Muchos llegan a no recordar el rostro de su madre o padre. No lo reconocen cuando vuelven a verlo. Y eso tapona su desarrollo emocional. «Los padres son el termostato emocional de los niños, los encargados de canalizar emociones que los pequeños aún no saben expresar», destaca el psicólogo Jorge Robredo. Así que difícilmente siguen realizándose como personas cuando el odio es el sentimiento que domina entre sus progenitores.
«Tratamos de que el conflicto entre los padres se quede fuera. Muchos entran llorando o no quieren verlos. Pero la mayoría de casos tienen final feliz», incide Yolanda Amiñoso, coordinadora autonómica de los puntos de encuentro familiares en la Comunitat Valenciana.
Siempre que en un divorcio o separación hay un menor de por medio interviene la Fiscalía como garante de los intereses del niño. El año pasado, solo en la provincia de Valencia (sin contar las fiscalías de área de Gandia y Alzira), lo hicieron en 4.478 ocasiones, según datos de esta institución.
El control de la Fiscalía fue especialmente minucioso en 837 procedimientos: aquellos en los que había por medio alguna situación de malos tratos. Y un dato curioso: en más de la mitad de esas ocasiones (462), la violencia llegaba en separaciones y divorcios... de mutuo acuerdo. Ni siquiera la presencia de menores evita muchas veces que la tensión se dispare.
El divorcio 'perfecto'
En los conflictos de pareja, muchos piensan que el maná es la custodia compartida. La Comunitat, desde la aprobación en 2011 de la 'Ley de relaciones familiares de los hijos e hijas cuyos progenitores no conviven', tiene como regla el principio general de custodia compartida en los casos en los que no hay pacto. De hecho, la norma estatal anunciada al respecto, según el Ministerio de Justicia, seguirá el camino marcado por la ley valenciana. En España aún sigue vigente la «excepcionalidad» a la hora de aplicar la custodia compartida y es el juez quien decide.
La ley valenciana tuvo el claro efecto de que aumenten las custodias compartidas. Según los datos de la Unión Estatal de Federaciones por la Custodia Compartida, entre 2010 y 2011 se incrementaron un 4% las parejas que optaron por esta forma de conciliar sus vidas por separado y su función conjunta como padres.
¿Existe el divorcio 'perfecto'? Para el psicólogo Jorge Robredo sería aquel en el que «se explica muy bien al niño, y con pautas claras de días con cada uno, horarios, rutinas..., lo que va a pasar. Y sobre todo que se preserve el rol de padre y madre. Que cada uno siga ejerciendo lo que debe ser, para que el niño se continúe sintiendo querido y no tenga sentimiento de culpa. Sobre todo a los tres o cuatro años, los niños son tremendamente egocéntricos: se sienten los mejores en todo... y los culpables en todo».
Mientras, María José Carrascosa y Peter Innes mantienen las espadas en todo lo alto, ambos en Estados Unidos, aunque ella privada de libertad. Mientras, Isabel Monrós y Joaquín y Escolano siguen con su tira y afloja entre España y México, con sus tres hijos conmocionados y sin poder pisar aún el colegio. Mientras todo eso ocurre, cuatro menores atrapados entre el fuego cruzado sueñan con un instante; el del fin de la 'guerra', el momento en que puedan ser otra vez niños sin más, disfrutar con sus juegos y poder decir por igual, a papá y a mamá: 'te quiero'.
http://www.lasprovincias.es/v/20130311/comunitat/cuando-nino-victima-20130311.html

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