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jueves, 18 de julio de 2013

“No todos somos Góngora”: padres a quienes restringen el contacto con sus hijos

Jueves, 18 de Julio, 2013
MÉXICO
Las trabas legales en los juicios familiares propician que quienes tienen la custodia del menor puedan burlar la ley para alejar a los hijos de sus padres.
Sólo 1.1% de los menores vive con su padre tras una separación familiar, según el Inegi.
El 22 de marzo de 2010 fue la última vez que Omar pudo estar cerca de su hija “Diana”, entonces de tres años de edad. Desde ese día inició una lucha para que su expareja respetara el convenio de convivencia que le permitía ver a la pequeña tres veces a la semana y pasar un fin completo con ella cada quincena.
Después de ese día, su expareja cambió de dirección particular, de trabajo y escondió a la niña sin darle a Omar una oportunidad de tener certeza sobre su paradero.
Tuvieron que pasar tres años para que este padre pudiera volver a estar frente a la madre de su hija y de un juez para exigir su derecho a convivir con “Diana”. Ese fue el tiempo que le llevó a Omar solicitar que un juez volviera a abrir el expediente en el que tanto él como su esposa firmaron un convenio de convivencia tras el divorcio; presentar una demanda de incumplimiento del mismo; que ella fuera notificada del proceso legal y que se dictara una nueva sentencia.
La ley no permite que se inicie el proceso en un juzgado civil para exigir que un padre recupere el tiempo con sus hijos si la pareja no ha sido notificada, por lo que es común que quien se hace cargo del menor elija esconderlo, cambiar de residencia o huir sin temor a que haya alguna represalia legal, explica la presidenta de la Asociación Mexicana por una Infancia Libre de Alienación, Alejandra Morán. Pueden pasar años sin que un juez dicte sentencia sobre el incumplimiento del convenio de convivencia mientras los hijos crecen lejos de alguno de sus padres.
Por ley, el juez no puede actuar sin asegurarse que las dos partes están completamente enteradas del proceso, “aunque ello implique violar el derecho de los menores a convivir con sus padres”, explica el abogado Christian L. Cruz.
“Nunca dejé de buscar a mi niña, pero todo 2010 se me fue pidiendo el expediente para que yo pudiera poner la demanda de incumplimiento del convenio y luego fue todo 2011 intentando que ella fuera notificada de la demanda. Así como hay hombres que son unos Góngoras y se desentienden, que violentan a las mamás de sus hijos, habemos hombres que queremos participar en la vida de nuestros hijos, que somos responsables, que somos amorosos y que no nos permiten convivir con ellos”, dice Omar, en referencia al caso del ministro en retiro de la Suprema Corte de Justicia, Genaro Góngora Pimentel, señalado por omitir la entrega de pensión alimenticia para sus hijos.
En mayo de 2012, cuando su expareja finalmente fue notificada, Omar recibió un citatorio de la Procuraduría General de Justicia del Distrito Federal (PGJDF) para presentarse a declarar ante la Fiscalía para la Atención de Delitos Sexuales, pues había sido acusado de abusar sexualmente de su hija, lo que implicó un nuevo freno en el juicio familiar con el que luchaba por volver a verla.
Sí ocurre que las mujeres utilizan a los hijos para negociar el divorcio o que decidan alejarlos de los padres. Entonces empiezan a hacer denuncias falsas como acusación de maltrato o incluso acusaciones de abuso sexual hacia los hijos. En esos casos las leyes tienden a proteger no a las mujeres, pero sí al menor que ante una denuncia de ese tipo se considera que está en riesgo”, consdiera Alejandra Morán.
“Así como hay hombres que son unos Góngoras y se desentienden, habemos hombres que queremos participar en la vida de nuestros hijos, que somos responsables, amorosos y no nos permiten convivir con ellos”, Omar, padre que entabló un proceso legal para ver a su hija. 
“Diana”, ya de cinco años, fue sometida a pruebas psicológicas y médicas. No se pudo comprobar que hubiera sido víctima de abuso sexual, según consta en el expediente de la Averiguación Previa Número FDS/FDS-6/T2//923/11-10, pero sí se reportó que tenía “sentimientos de añoranza y de recuerdos gratos” hacia su padre.
Al no ser sujeto de acción penal y después de tres años desde que Omar denunció el incumplimiento del convenio, el juzgado de lo familiar retomó el caso y les pidió a él y a su exesposa que llegaran a un nuevo acuerdo para que ambos pudieran tener tiempo con la pequeña.
En marzo de 2013, acordaron que Omar podría reunirse con “Diana” cada quince días durante dos horas todos los domingos en un parque de la zona de Polanco, en donde su expareja exigió ser testigo del encuentro.
“Y así quedamos. Según ese convenio sería papá durante ocho horas al mes. Pero ella nunca llegó, los domingos siguientes fui otra vez y tampoco fue y a partir de marzo cada quince días ahí me tienes en el parque donde convenimos que podría ver a mi hija”, dice Omar.
Este padre de familia ya inició un nuevo proceso en el juzgado para demandar otro incumplimiento de convenio. De momento sólo ha recibido un escrito, que supuestamente también fue entregado a su exesposa, en el que “se conmina a las partes a que cumplan con el convenio firmado”, sin que eso le haya permitido volver a ver a su hija, quien actualmente tiene seis años.
Omar está decidido a seguir adelante con el juicio familiar hasta que, de nueva cuenta, un juez tome el caso, los notifique y los cite a ambos. Sabe que para ello pueden pasar otros tres años pero no está dispuesto a dejar la lucha.
“Ser un mal padre no es una cuestión de género”
No hay cifras oficiales sobre el número de padres en México que mantienen una disputa legal con sus exparejas para lograr que se respete el convenio de custodia compartida.
Sin embargo, según las estadísticas del Centro de Convivencia Familiar Supervisada, creado en el 2000 por el Tribunal Superior de Justicia del Distrito Federal (TSJDF) para “proteger y mejorar la vida de los menores sujetos a un proceso de desintegración familiar”, en la capital del país el 77% de los niños que asisten lo hacen en busca de un espacio de convivencia con su padre, y de ese porcentaje, 91% no tiene comunicación con ellos fuera del centro.
El abogado Christian L. Cruz dice que la ley privilegia el derecho del niño a estar con su mamá en sus primeros años de vida y que esto es una cuestión aceptada en derecho internacional.
En México, hay variaciones según la legislación de cada entidad, pero en los códigos civiles de los estados la edad mínima para que un padre pueda ganar la custodia completa de un pequeño es que éste tenga 6 años. No obstante, hay leyes que marcan que los niños menores de 14 años deben vivir con la madre tras un divorcio.
Según el informe Mujeres y Hombres en México 2011 del Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI), sólo el 1.1% de los menores de 15 años vive con su papá después de una separación.
Para Omar, el caso del ministro en retiro de la Suprema Corte de Justicia de la Nación (SCJN), Genaro Góngora Pimentel —quien en mayo pasado ofreció una disculpa pública a Ana María Orozco Castillo, tras darse a conocer que con ella tuvo dos hijos y que no se hacía cargo de ellos—, es un ejemplo de lo que se le puede hacer a la expareja cuando se tiene poder.
“Él (Genaro Góngora) aplicó su poder como ministro contra la mamá, la encarceló y luego le quería quitar a sus hijos para abandonarlos, pero hay mujeres que hacen lo mismo y también usan el poder que tienen, que son los hijos”.
Omar se sintió identificado con la iniciativa #BastadeGóngoras, que busca poner un freno a los padres que no cumplen con las obligaciones que tienen con los hijos e hijas que procrearon.
“No todos los padres somos Góngoras, yo no he dejado de entregar mi pensión desde el divorcio ni de buscar a mi hija. A veces los papás estamos del otro lado también ”, dice.
Como él, otro padre en similares circunstancias, Sergio Palacios, cree que hay papás e hijos que son víctimas de las madres y que “ser un mal padre no es una cuestión de género”.
Él dejó de ver a su hija Andrea en 2008 cuando su expareja cambió de residencia del Distrito Federal a Sinaloa, y se llevó a la niña, entonces de 9 años.
Sergio relata que en cuanto le prohibieron ver a su hija inició un juicio familiar por incumplimiento del convenio de convivencia y para exigir la custodia completa de la menor, pero como su exesposa ya vivía en otro sitio, por más de un año fue imposible notificarle la demanda.
Este papá viajó los mil kilómetros que separan al Distrito Federal de Mazatlán, en donde tuvo noticias de dónde podría estar su hija.
“Intenté reportarla como desaparecida pero fue imposible hacer cualquier trámite para que la buscaran, porque todas las autoridades me decían que no estaba desaparecida, que estaba con su mamá”, cuenta.
El abogado Christian L. Cruz explica que no hay forma de que en el Centro de Atención a Personas Extraviadas y Ausentes (CAPEA) acepten la investigación del paradero de un menor que está con el titular de la custodia aunque la madre o padre que la comparte por ley desconozca su paradero.
Después de viajar a Mazatlán, Sergio fue acusado de violencia familiar, proceso que se resolvió en 2010 con el juicio que él había iniciado casi dos años atrás y que finalmente perdió.
“Con la acusación me sometieron a exámenes psicológicos y pruebas, con eso fue suficiente para que no me dieran la custodia completa y dijeron que yo era un hombre muy ansioso. En teoría debía recuperar el tiempo que por derecho tengo con mi hija, pero nada pasó y hoy ella ya tiene casi 15 años y yo cinco sin verla”, dice Sergio en entrevista.
Alienación Parental
Sergio y Omar argumentaron en el juzgado que sus hijas eran víctimas del Síndrome de Alienación Parental (SAP), aunque ésta condición no fue tomada en cuenta por el juez en ninguno de los casos.
La Comisión Nacional de Derechos Humanos (CNDH) define la alienación parental como “las conductas que lleva a cabo el padre o la madre que tiene la custodia de un hijo o hija, e injustificadamente impide las visitas y convivencias con el otro progenitor, causando en el niño o niña un proceso de transformación de conciencia, que puede ir desde el miedo y el rechazo, hasta llegar al odio”, pero todavía no es una condición que esté aceptada en códigos civiles o por el derecho internacional como una conducta psicológica que intervenga en el juicio familiar, explica el abogado Christian L. Cruz.
En 2004 se incluyó en el Código Civil del Distrito Federal, pero tres años después se eliminó el término en el artículo 411 que ordenaba que ambos padres pudieran tener contacto con los hijos tras una separación sin que hubiera “manipulación o alienación parental”.
Alejandra Morán de la AMPILAAC explica que tras un “divorcio conflictivo” es posible que aparezcan problemas de alienación, que no están vinculados exclusivamente con las madres, pero esos casos son más comunes porque las mujeres son las que suelen quedarse con la custodia de los hijos.
En la sesión ordinaria del 18 de abril pasado en el Senado,  se presentó una iniciativa para modificar el Código Civil Federal, la cual propone prohibir que quien tenga la custodia propicie conductas que impliquen el rechazo de los hijos hacia cualquiera de los padres.
La propuesta de 17 senadores del Partido Revolucionario Institucional (PRI), dos del Partido Verde Ecologista de México (PVEM) y uno del Partido de la Revolución Democrática (PRD) es que el código civil federal indique que: con base en el interés superior del menor, éste quedará bajo los cuidados y atenciones de uno la madre o el padre, quien tendrá prohibido realizar conductas que promuevan la separación, rechazo o falta de convivencia con el otro.
La iniciativa se turnó a las comisiones unidas de Justicia y Estudios Legislativos y podría ser analizada hasta después de septiembre próximo, cuando comience el periodo ordinario de sesiones.
“Pago mordida a mi ex para ver a mi hijo”

http://www.animalpolitico.com/2013/07/no-todos-somos-gongoras-padres-a-quienes-restringen-el-contacto-con-sus-hijos/#axzz2ZNNdTFyW

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