Los perjudicados como siempre son los padres, la figura paterna, y la extensa familia paterna, y sobre todo las peores consecuencias revertiran siempre en la salud de estos menores, a quienes se les está causando un maltrato institucional de una gravedad que quizás no deje secuelas físicas, pero que seguro marcarán el resto de su vida por siempre. Están consiguiendo hacer crecer a los menores no solo desamparados de la figura del padre, sino que además están sumidos en un ambiente de odio y críticas hacía su padre que les martiriza la existencia diaria al menos en su interior. Los menores establece estrategias de defensa personal, lo mismo que los adultos. Estos niños viven primero aislados de su padre y al principio saben perfectamente que su padre les quiere y que ellos son el centro de la atención en su vida, pero fruto del aislamiento que ejercuta la madre con el amparo de la justicia, se comienzan a producir las dudas, y la madre (por regla general) presenta una realidad al menor, el cual ante el transcurso del tiempo que pasa sin ver a su padre comienza a sentirse inseguridad, y a dar credibilidad a esa parte de la versión materna que le dice su padre no les quiere ver, que les abandono por otra mujer, u otra serie de barbaridades. Entonces es cuando comienza el proceso de autoprotección del menor, pues para no perder el juicio y encontrarse solo se aferra a lo único que le presentan que le queda, que es la madre. Para cuando el padre consigue que la justicia permita de nuevo el contacto entre ambos esos menores ya se encuentran totalmente manipulados y alienados, en su ser anida un odio y desprecio traspasado por su madre que provoca que sea el mismo quien rechaze al padre. Pues si además el proceso ha producido alguna condena hacía la madre, ella culpará al padre de tales malos, y se posicionará ante el menor como una víctima que ha de ser defendida por su hijo. Tenemos además en Sevilla dos casos de los muchos que habrá, dos casos muy mediáticos, el de Miguel Ángel Torres, y el de José Antonio Santos Barragán, ambos han perdido el contacto con sus hijos por completo.
Lo "bueno" es que dicho proceso narrado en el párrafo anterior dá lugar bajo la supervisión de un equipo psicosocial, en donde hay figuras que supuestamente entienden y deben velar por la salud del menor, y porque los daños sobre los mismo se minimizen los más posible.
Fuente:
Primicia XYZ. Un juzgado de Sevilla investiga al equipo psicosocial por manipular informes
http://xyzediciones.com/un-juzgado-de-sevilla-investiga-al-equipo-psicosocial-por-manipular-informes/
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