Escrito del texto original por: OSWALDO PULGAR PÉREZ
Hay dichos populares muy expresivos. Uno que recordaba en estos días me vino por la actitud de un amigo que me decía que él, -estando casado-, amaba a otra mujer más que a la suya. Es decir, que tenía dos frentes.Fuente:
Yo me empeñaba con el mayor cariño en hacerle ver que él ya decidió de una vez para siempre al escoger la primera y auténtica esposa, madre de sus hijos. Él seguía argumentando que no sentía nada por ella, que ya no estaba enamorado como al principio.
El hombre es el único ser vivo que se puede comprometer, es decir, empeñar su palabra. Si no fuera así no podría haber negocios, nadie confiaría en nadie y la vida sería invivible.
Pero esto no lo digo yo. Ya Dante en la Divina Comedia dice que "un mal amor, me hizo ver recto el camino torcido". Los hombres tenemos un peligro, que es interpretar mal libertad: considerar falso o al menos dudoso, lo que no queremos que sea verdadero.
Para que vean que no es algo nuevo, los sabios de la antigüedad denominaban a esa actitud "mirar para otro lado". Y ocurre en un partido cuando cometemos una falta, o cuando la maestra nos sorprende haciendo una travesura a un compañero. "Miramos para otro lado", como diciendo: no tengo nada que ver.
Los hijos de padres divorciados tienen el derecho a reclamarnos las palabras que una vez pronunciamos ante el sacerdote que nos casaba a Dios. (En las malas y en las buenas, en la salud y la enfermedad...etc.) Y dijimos que sí. Entonces reconozcamos que somos unos sinvergüenzas porque estamos incumpliendo, lo que una vez prometimos.
A nosotros nos molesta que un amigo nos embarque o que un socio nos estafe. Nos indignamos porque pensamos –y es verdad- que tenemos una dignidad para la que exigimos respeto.
Mirar para otro lado
http://www.eluniversal.com/opinion/141212/mirar-para-otro-lado
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