Envía una carta oficial a un bar de Santutxu para pedirle que retire de sus pizarras chistes que considera «contrarios al principio de igualdad»
19.06.11
DAVID S. OLABARRI dolabarri@elcorreo.com | BILBAO
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«Un hombre circula con su coche a 250 kilómetros por hora cuando le para la Guardia Civil. El agente le advierte: 'Mira, si me das una buena razón para circular a esa velocidad no te multo'. Y el hombre contesta: 'La pasada semana mi mujer se fue con un guardia civil y pensaba que era usted que venía a devolvérmela'». Éste es el chiste que encontraron en una pizarra del bar El Rincón, en el bilbaíno barrio de Santutxu, los inspectores del área de Igualdad del Ayuntamiento que acudieron a contrastar la denuncia de una ciudadana que se confesaba «harta de los chistes machistas, sexistas y groseros» que aparecen escritos en el exterior del local, a la «vista de todos los públicos».
Los trabajadores municipales tomaron nota del texto y, el pasado 23 de mayo, lo remitieron a Emakunde, la Defensoría para la Igualdad de Mujeres y Hombres dependiente del Gobierno vasco. Días después, el dueño del bar, Mariano Rivera, recibió una carta del organismo que dirige María Silvestre en la que le marcaban una serie de «orientaciones». Básicamente, le piden que retire de la pizarra todo tipo de comentarios «contrarios al principio de igualdad». Sobre todo, aquellos que vierten «opiniones misóginas y que atentan contra la dignidad de las mujeres».
Para justificar su reclamación, la Defensoría señalaba que la sociedad asume «con normalidad» chistes como el que da comienzo a esta información «sin caer en la cuenta» de que, a su juicio, «son claramente denigrantes para la mujer». Comentarios que, insiste, «perpetúan» el machismo, el sexismo y la «desigualdad».
Once años de chistes
Mariano Rivera no podía creer lo que estaba leyendo. Lleva «once años» escribiendo todos los días chistes y adivinanzas en las pizarras y, aparte de unas pintadas que aparecieron en la pared de su bar hace cinco años, nunca había tenido problemas con nadie. Es más, «cuando no los cambio los clientes se quejan. Incluso los que van de paso hacia el Polideportivo me piden chistes nuevos», replica.
Además de que nadie fuese a «hablar a la cara» con él, lo que más le molesta es que le tilden de machista. «Vamos, entonces Arguiñano tendría que estar en la cárcel», apunta. Siguiendo los argumentos que plantean desde Emakunde, dice, también podrían acusarlo de «racista o de homófobo». «El humor es sólo eso. Aquí hemos contado chistes de todo tipo: de curas, de 'giputxis', de gays... Cualquiera podría sentirse ofendido».
Para reforzar sus argumentos, explica que pocos días antes de la denuncia escribió en una de las pizarras otra chanza que, según dice, podría ser considerada ofensiva hacia los hombres siguiendo este mismo criterio. El chiste es el siguiente: «Un niño corre hacia su madre y le avisa: 'Ama, que aita está diciendo que se quiere tirar por la ventana'. Y la mujer le contesta: 'Dile a tu padre que lo que le he puesto son cuernos, no alas'».
Que le dejen «en paz»
Su idea es que le dejen «en paz», porque no tiene intención de retirar las pizarras. Tampoco piensa, de momento, contestar al escrito que ha recibido de Emakunde. «Si a alguien le molesta algún comentario lo quito sin problemas, pero no voy a dejar de escribir chistes», advierte.
Mariano, además, lamenta que las instituciones públicas, en general, y el Instituto Vasco de la Mujer, en particular, dediquen el «dinero de todos» a mandar inspectores y cartas como la que recibió en su bar. «Lo que me gustaría, lo que deberían hacer, es utilizar estos recursos para atender y ayudar a las mujeres que sufren la violencia de género y están amenazadas. Y no a decir a la gente qué chistes puede o no puede contar», mantiene.
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