CUSTODIA PATERNA: Luchar contra tu pasado

domingo, 28 de abril de 2013

Luchar contra tu pasado

Domingo, 28 de Abril, 2013

Maltratada por su madre durante años, ha vivido toda la vida creyendo que no podía aspirar a nada. Ahora empieza a levantar cabeza y busca un futuro mejor
ARACELI RUIZ

Hay personas a las que el destino pone a prueba una y otra vez. Mujeres y hombres que sueñan con no tener que superar más obstáculos y que siempre acaban encontrando nuevas piedras en su camino.
G. R., a la que llamaremos Gracia, nació hace 41 años en el Sahara, donde su padre, legionario, fue destinado antes de que ella viniera al mundo, la mayor de cinco hermanos. Recuerda su infancia como un auténtico infierno en el que su madre, en lugar de ángel protector, actuó como verdugo. Creo que fue Rilke quien dijo que la patria de una persona es su infancia, pero hay casos en los que la infancia no es más que un lastre pesado y doloroso que se arrastra toda la vida.
"Recuerdo a mi madre maltratándome desde que tengo uso de razón, chantajeándome, machacando mi autoestima", explica, "siempre iba llena de moratones, me hacía comer guindilla y sal, me pinchaba en la lengua y con 17 años me abrió una brecha en la cabeza de 22 puntos con una porra". Tras aquella paliza, decidió poner distancia y se escapó de casa. Con aquella huida, inició un peregrinaje que la llevó a Palencia, donde cuenta que aprendió a ordeñar cabras y a manejar un tractor. "Aquello duró poco, la policía me puso en busca y captura y mis padres me recogieron para llevarme de vuelta", cuenta, "unos meses después, al cumplir 18 años me echaron como a un perro". Marcada por su mala experiencia, asegura que siempre se sintió mejor con la gente de la calle que con su familia, así que acabó teniendo amistades peligrosas y consumiendo droga. "Nunca he estado enganchada, esnifaba pegamento y después cocaína para identificarme con el grupo", explica, "jamás probé la heroína porque vi cómo un chaval se desmayaba delante mía después de una dosis y me asusté".
Pasó años malviviendo en la calle, en Madrid, robando y pidiendo para comer. "Nunca he estado en la cárcel ni me he prostituido, aunque mi madre dijera que yo solo valía para eso". En Madrid se quedó embarazada por primera vez. "Tuve un aborto natural a los seis meses y medio", recuerda. Poco tiempo después, volvió a quedarse embarazada y fue acogida en una residencia de monjas. "Di a luz una niña en el hospital Santa Cristina, ahora tendrá 20 años, pero la di en adopción viendome incapaz de sacarla adelante". En busca de otra oportunidad, hizo autoestop hasta llegar a Santander, "quería ver al padre Sandalio", explica, "allí fue empleada como peón de pintora" y conocío al padre de su tercer retoño, "con el que me casé". Tampoco esa historia acabó bien. "En una discusión, pegué a mi hijo y sentí miedo, pensé que podía hacerle el mismo daño que me habían hecho a mí y decidí alejarme de él, lo dejé con mi suegra y me fui, ahora lo veo una vez al año". Incapaz de encontrar la estabilidad, buscó otro lugar donde empezar de cero y llegó a Andalucía. "Una familia me recogió de un parque, trabajé en la feria de Sevilla y luego en Córdoba, limpiando". Pero la historia se repitió. "Conocí a un chico y volví a quedarme embarazada de mi cuarto hijo, al que su padre solo le dio el apellido".
En Las Adoratrices, encontró cobijo y en el Hogar de Nazaret, un apoyo para sacar adelante a su hijo, que ahora tiene diez años y es quien la hace levantarse cada mañana y sacar las fuerzas para salir adelante. "El es quien me hace luchar para sobrevivir, porque no quiero que pase lo que yo he pasado", dice sincera, "solo quiero hacerle feliz y darle todo el cariño que no he podido dar a sus hermanos". Desde hace unas semanas, participa en un taller de Cruz Roja para mujeres maltratadas. "Yo no he necesitado que mis parejas me maltrataran, tuve bastante con mi madre", sentencia. Hace años que no la ha visto. "Se separó de mi padre, que ya ha muerto, y volvió a casarse. De ella solo sé que sigue viva en alguna parte".