Al final ha sido la cultura la que ha dado la razón a
Ptolomeo y no la ciencia, y ha sido ella la que ha venido a demostrar
que el universo gira alrededor del mundo de los hombres. Un universo
androcéntrico en el que todo cobra sentido a partir de la referencia
masculina, y del significado que sus creadores dan a la realidad.
Y claro, el rey sol no quería competencia, por eso en lugar de contar
con las mujeres en igualdad, las situó como satélites en órbitas
cercanas, pero siempre girando sobre su gravedad y su fuerza atractiva.
Y ahora, en este lenguaje e interpretación posmachista que nos invade, a
esa atracción forzada lo llaman "seducción". Al menos es lo que se
deduce de esa especie de "cursillos prematrimoniales" que bajo ese
argumento dan algunas personas para recuperar los valores, las actitudes
y las conductas que siempre han caracterizado a los "hombres de
verdad"; a esos "hombres de pelo en pecho", nada de depilaciones ni
rayos láser, a los que "se visten por los pies", a los que son "hechos y
derechos"… es decir, a todos aquellos hombres que no sólo demuestran no
ser mujeres, sino que además marcan distancias para luego atraerlas con
la fuerza de la convicción.
Y para que este universo
androcéntrico se mantenga en equilibrio y sus hombres con los
privilegios de su condición, las mujeres son presentadas como parte del
decorado. Es decir, los hombres tienen que ser esos "hombres de verdad"
con su seguridad, dominio, iniciativa, control, criterio… porque las
mujeres son, tal y como insinúan, inseguras, indecisas, incapaces,
emocionales, ilógicas… lo cual indica que el hombre no sólo no necesita
la respuesta de la mujer, para eso está su propio criterio, sino que
cuando esta responde en sentido contrario al mismo, el hombre no debe
aceptarla.
Es decir, tal y como se indica en esos "cursillos prematrimoniales", el hombre "no debe aceptar nunca un no por respuesta",
y se deduce que debe ser así por dos razones fundamentales: porque
nunca la decisión de una mujer puede ser mejor que la de un hombre, y
porque ya se sabe que esa confusión vital en la que habitan las mujeres
las lleva a "decir no, cuando en realidad quieren decir sí"… Es lo que
siempre se ha dicho en el patio del colegio y del instituto, pero ahora
se hace en aulas y con un Power Point que reafirme esa idea, para que
así parezca más científico.
El problema no sólo está
en la gravedad del planteamiento y en la reinvención del machismo de
siempre a través de la nueva estrategia posmachista, que cada vez se
expande más y abarca nuevos espacios para intentar perpetuar la
desigualdad y los privilegios de muchos hombres. El problema radica en
esa consideración de las mujeres que hemos expuesto y la justificación
de la violencia que se hace en su nombre. Ahora resulta que abalanzarse
sobre una mujer y besarla es "seducir", razonamiento que lleva a pensar
que bajo el mismo criterio "violarla es amarla", y "maltratarla sólo
acariciarla". Todo dependerá de lo que el hombre decida, por eso se
afirma que no es necesario contar con el consentimiento de las mujeres
para hacer lo que el hombre quiere, que hacerlo es signo de inseguridad,
tal y como comenta el maestro de esa formación.
La
única inseguridad que existe es la inseguridad ciudadana de las mujeres
expuestas a la libre determinación de unos hombres, que creen que su
voluntad es el salvoconducto para llegar hasta donde ellos quieran,
tanto más cuanto más consideren que esas mujeres les pertenecen.
La sociedad no debe permitir que este tipo de mensajes y
“de-formaciones” se amparen en la libertad que unos quitan a las mujeres
al someterlas a la violencia, a la amenaza y al riesgo de encontrarse
por la calle con uno de estos “hombres-hombres de toda la vida” tan
besucones. La libertad debe ser para convivir en paz y en igualdad, no
para que los hombres tengan los privilegios de decidir por las mujeres, y
luego, si son denunciados, afirmar que ellas mienten y denuncian
falsamente porque en verdad son las mujeres las que provocan, o porque
dicen no cuando quieren decir sí, para luego volver a decir no.
Es puro machismo, y la confirmación se demuestra cuando, encima, son
ellos los que se presentan como víctimas. Víctimas de la indecisión,
inseguridad, dudas… de las mujeres, víctimas de sus exigencias, pues,
como afirma el maestro, “en España hasta un orco se permite rechazar hombres",
o víctimas de las "feminazis", porque para estos "hombres de verdad"
hablar de igualdad, de dignidad de las mujeres, de respeto, de
convivencia… es ser "feminazi", en cambio proponer conductas de acoso,
abuso y violencia es ser "seductor"… Imagino que también pensarán que
los militares que han invadido Crimea forman parte de la "Agencia de
Cooperación Internacional de Rusia", no del ejército.
La única lectura positiva que se puede sacar de la situación, es que
muy mal tiene que verse el machismo y los machistas cuando la iglesia
tiene que editar un libro titulado 'Cásate y sé sumisa', para que las
mujeres asuman los roles tradicionales de la desigualdad, y cuando en la
sociedad civil tienen que impartirse cursos para que algunos hombres
vuelvan a ser machos de los de toda la vida…
Eso sí, machos con diploma y con algunos "des-créditos" más en su currículo.
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