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sábado, 28 de enero de 2012

Violencia doméstica imparable: ¿por qué?

Sábado, 28 de Enero, 2012
Desde hace muchos años vengo escribiendo en La Vanguardia sobre por qué no son suficientes las campañas diseñadas contra la violencia de género y el maltrato familiar. Ya pronostiqué cuando los medios y la clase política empezaron a ser sensibles y a difundir más el problema, que lejos de disminuir, los casos seguirían aumentando o como mínimo no se detendrían, incluso con las campañas constantes y la creación de nuevos juzgados y departamentos policiales y sociales especializados. Porque la causa no es sólo ‘la desigualdad de género’ (que la hay), sino y sobre todo, factores de riesgo que deben buscarse en los propios maltratadores. Y para detectarlos, debe investigarse con rigurosidad en lugar de ir probando estrategias. Las nuevas campañas han de seguir dirigiéndose a animar a la mujer y la sociedad a denunciar la violencia en el seno familiar pero deben añadirse mensajes dirigidos a los agresores para que en lugar de esconderse se atrevan a pedir ayuda a todos los niveles…como por ejemplo se hace en otras campañas preventivas.Para luchar con alguna garantía de éxito contra la violencia doméstica falta transmitir mediante programas bien diseñados un mensaje crucial que diga algo así como: ‘maltratar’ no es sólo ‘dañino’ para los demás, reprobable e indeseable, es que además no es ‘normal’ -lo cual no es sinónimo de no ser consciente de lo que se hace-. Hay datos suficientes para afirmar que bajo la conducta de maltratar, en más del 80% de los casos puede haber trastornos de la personalidad, trastornos del estado de ánimo y alcoholismo u otras adicciones. Y en todos ellos, un alto grado de impulsividad (una manera de ser irreflexiva), y de reactividad emocional, como rasgos comunes.
Los actuales programas políticos y sociales han de advertir ya sin demora y con contundencia, que todo aquel que tenga ganas de maltratar, no sólo puede cometer un delito que deberá pagar, si no que ha de darse cuenta de que ha de ‘parar’ y buscar ayuda. Y frente a esa información indudable, el maltratador o maltratadora, deberán hacer un esfuerzo para entender primero y reconocer después, que su estado mental no es ‘sano’ o ‘está desajustado’ .
Con las actuales campañas conseguimos concienciar un poco a la sociedad, pero provocamos que el maltratador se oculte. Y aún peor, dado que la opinión general es que la causa del maltrato es cultural, se sigue sin tocar la clave fundamental de la prevención, que es educar para que se adquiera control emocional. Los futuros maltratadores no lo serán sólo porque sean ‘machistas’, sino sobre todo, porque no sepan regular adecuadamente los estados internos que le llevan a agredir en el contexto familiar. El malhumor, los impulsos incontrolables de discutir y de maltratar a la familia son antes que unos indicadores de una educación desigual entre hombres y mujeres, la evidencia de un estado mental. Si sólo fuera machismo, ¿por qué maltratan también personas que no lo son? o ¿por qué hay mujeres que maltratan?, ¿por qué se da en todas las clases sociales y en diferentes niveles educativos?, ¿por qué hay ‘machistas’ que no maltratan?
El machismo, como la pobreza, la falta de educación, las crisis vitales o la inmigración son factores predisponentes y hasta desencadenantes, pero no la causa. Si no se educa en el control emocional además de en la igualdad de género, y si no se disponen de maneras para detectar precozmente la tendencia a la agresividad, seguirán habiendo maltratadores y todos los esfuerzos y campañas sociales obtendrán muy poco rendimiento. Insisto de nuevo.
http://blogs.lavanguardia.com/ctrlaltsupr/?p=225

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