Luis ZarraluquiTodavía las lágrimas de una mujer hacen compadecer a más de uno. En el caso de los hombre ven día a día, y han visto durante muchos años y los que quedarán, como salen de los juzgados desplumados, y como se les quita y aparta de aquello que más les importa que son sus hijos, reduciéndoles a meros visitadores. Ante esta realidad nadie se conmueve, ni siquiera el defensor legal del padre es capaz de comprender al hombre. El machismo implantado da por hecho que la situación es así y que se amolde a las nuevas circunstacias, olvidándose en muchos casos que el dolor de esa separación quien ineludiblemente van a padecerlo son su propios hijos.
No cabe duda que para todos los que nos dedicamos al derecho de familia - abogados, jueces y fiscales - y como en casi todos los demás trabajos el factor económico es muy importante, pero en esta especialidad nuestra en la que tienes que tratar con problemas humanos (menores, padres que separan de hijos, etc...), como ocurre con los médicos, hay que estar dispuestos a dar "un poquito más". Y si no, mejor dedicarse a otra cosa. Por muchas veces que "repitamos" la misma actuación - que nunca es exactamente igual - en el momento en que caigamos en la rutina absoluta y nos olvidemos de qué y con quién estamos tratando.... ¡estamos perdidos!
Esta semana he tenido que intervenir en un tema, cada vez más frecuente, como es el de la deslocalización. La semana pasada hablaba de ello como consecuencia de la aparición de la crisis como "nuevo agente" en estos problemas de familia.
En el caso concreto de esta semana se trataba de una madre española en paro, que tenía la custodia de una niña muy pequeña y que por evidentes motivos económicos, y como está ocurriendo con muchísimos compatriotas, tiene que aceptar una oferta de trabajo en el extranjero y con unos requisitos de incorporación inmediata (si no lo haces se lo dan al siguiente). Esta circunstancia la obliga, cumpliendo la legislación vigente y como consecuencia de la negativa del otro progenitor a autorizar el traslado de la menor, a solicitar la autorización judicial (artículo 156 del Código Civil) que lógicamente no se resuelve antes de que tenga que incorporarse a su nuevo trabajo. En ese momento - cuando este letrado le aconsejó a la madre que se tenía que ir dejando a la menor aquí dado que no podía dejar pasar esa oportunidad (por ella y por su hija) - la expresión de la madre era un poema. Hubo que convencerla que la Justicia no la "fallaría". Si ella era la mejor opción aquí y por inexcusables motivos económicos tenía que emigrar, seguiría siendo la mejor opción allí. La señora estaba dispuesta a pasar calamidades (ella y su hija) si no se podía ir con su hija.
El objetivo de hoy no es alabar o criticar la dificultad que tiene para un fiscal informar sobre lo que considera mejor opción para ese menor ni para un juez resolver una dificilísima situación (insisto, cada vez más frecuente desgraciadamente). No cabe duda que se trata de temas muy complicados de resolver en los que hay que valorar la auténtica motivación (capricho o necesidad) por la que uno se va y, sobretodo, cuál es la mejor opción para ese menor.
En mi supuesto concreto ni sé que va a resolver el juez (aunque lógicamente si animé a la señora es porque creo que la mejor opción es que la niña, en este caso, se vaya con ella) ni pretendo influir en su decisión (sería absolutamente pretencioso por mi parte suponer que va a leer estas notas). Desde luego yo no quiero estar en su piel (¡y por eso no soy juez!).
Sin embargo lo que quiero hoy es llamar la atención sobre la actitud - las sensibilidades - que tenemos que tener los profesionales que nos dedicamos a esto y, en concreto, alabar la de ese juez (en la mayoría de las ocasiones me "meto" con ellos).
En el caso al que hacía referencia, el Ministerio Fiscal informó (desde mi punto de vista de manera equivocada) en contra de que la niña se fuera con la madre y a favor de que la menor se quedara con el padre. Esto provocó en la madre - nunca se había separado de su hija y el padre ni siquiera en los anteriores procedimientos había solicitado ni siquiera la custodia compartida - una tremenda crisis de ansiedad, empezó a temblar, llorar, se derrumbo y finalmente se desmayó. Luego tuvieron que venir las asistencias médicas, el Samur y finalmente se la llevaron en camilla a un hospital.
Mientras todo eso ocurría la actitud de ese juez, que había visto como la fiscal había informado en contra de esa madre, y que ahora le tocaba a él decidir, fue, personalmente impecable. Su Señoría se quedó en todo momento al lado de la señora, se interesó por cómo se encontraba, etc... Es cierto que la mayoría de los demás profesionales y parientes también nos quedamos ahí pero al fin y al cabo o bien éramos de su equipo o bien eran familiares o se trataba de funcionarios que no tenían que decidir. Sin embargo me llamó la atención una ausencia, la de la Fiscal; la que defiende el interés del menor. Esa señora después de emitir su informe ...desapareció. Es cierto que los que estamos especializados en estas materias tenemos que luchar por blindarnos en estos temas porque si no acabaríamos desquiciados, pero ¿hasta ese punto?.
Con independencia del resultado - que lógicamente espero que sea favorable a los intereses de esa señora y de su hija - la actitud de ese juez me sirvió para creer que todavía hay esperanza para este desafortunado mundo del derecho de familia. Gracias Juez.
http://www.elmundo.es/blogs/elmundo/abogadodefamilia/2014/07/21/no-todos-somos-iguales-afortunadamente.html
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