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viernes, 10 de febrero de 2012

«Es muy triste que la persona que más te debe querer, te maltrate»

Viernes, 10 de Enero, 2012
Los miembros de la Oficina de Protección de Víctimas de la Policía Local tienen contacto directo con afectadas y agresores, desde la denuncia hasta el fin de las medidas judiciales
Nacho, Juanjo y Marian velan por la seguridad de las mujeres que sufren maltrato en la ciudad de Santander
Hombres que secuestran a sus mujeres y prácticamente las torturan. Novios que acuchillan a sus parejas por una discusión. Mujeres que acosan a sus excompañeros a través de mensajes de texto. La Oficina de Protección de Víctimas (Oprovic) se enfrenta a casos espeluznantes. El 'leit motiv' de este departamento de la Policía Local de Santander es la lucha contra la violencia de género. Y como tal, Fernando, Juanjo, Marian y Nacho ejercen casi de ángeles de la guarda. Su enemigo es la mayor lacra social de España. Y se implican a fondo en cada uno de los asuntos que tramitan. Son policías sí, pero también humanos: «Es muy triste que la persona que más te debe querer y proteger, te haga eso», señala el sargento Fernando.
La Oprovic de la capital cántabra nació en marzo de 2009. Uno de sus pilares es la Ley Orgánica de Medidas de Protección Integral contra la Violencia de Género. Una norma que dio un paso adelante en este ámbito, ya que articuló un procedimiento «con el que se pretende defender y proteger a las víctimas», explica el cabo Juanjo. La unidad -que se enclava dentro de la Policía Judicial- combate la violencia de género desde que conocen el primer indicio. A veces, a través de una denuncia firme. Otras, por comunicaciones con el entorno de la afectada. Ante el simple conocimiento de los hechos, se ponen en marcha y no dudan en actuar de oficio.
El teléfono interrumpe la conversación. «Hola María (nombre ficticio), ¿qué tal va todo?, ¿ha habido algún cambio?», pregunta el responsable del departamento. Al otro lado de la línea, una mujer que sufrió malos tratos. Una charla breve pero que forma parte de un seguimiento continuo. «Lo que se pretende es trasladar un sentimiento de seguridad a esa mujer que entra aquí en una situación de miedo y angustia. Hacemos todo lo que está en nuestra mano para que su situación mejore porque queremos que esa sensación, no se quede sólo en palabras sino que sea efectiva», matiza Juanjo.
Mantienen un contacto permanente e integral con las víctimas. y también con los agresores, a quienes informan de lo que puede suponer sus conductas. Pero ¿cómo sobrellevan la lucha contra la violencia de género a nivel personal? «Para nosotros, la frase 'Tolerancia 0 frente el maltrato' es nuestro santo y seña -comenta Fernando- Es duro, pero es nuestro trabajo y nos motiva luchar contra esta lacra». No siempre este combate es fructífero: hay ocasiones en las que las mujeres retiran las denuncias o se niegan a declarar en los juzgados. «Entendemos esa lucha interna que se produce en la mente de una persona: una mujer que se plantea denunciar a la persona con la que ha convivido, al padre de sus hijos... y entendemos que se echen para atrás y tomen ese tipo de decisiones. Pero que conste que nosotros estamos convencidos de que la vía adecuada es denunciar cualquier forma de maltrato. Ahí no cabe el silencio, no cabe el aguantar... aunque la denuncia suponga cambios importantes», explica el sargento de la Policía Judicial.
Ni un caso en el olvido
Su trabajo pasa por varias etapas: la denuncia, las medidas de protección, el procedimiento judicial, la resolución... Su trabajo sólo termina una vez se ha archivado el caso: «Desde el momento en el que asumimos la responsabilidad sobre la protección de una víctima, está bajo nuestra tutela hasta que finalizan las medidas que adopta el juzgado (alejamiento, incomunicación). Éstas se prolongan durante mucho tiempo, pero queremos que la víctima se sienta protegida, que no sea un caso que se juzgó y se olvidó», cuenta Juanjo.
Desde la creación de Oprovic, los agentes han cubierto 170 denuncias. El año pasado el número descendió hasta los 38 requerimientos, un 48% menos que el curso anterior. «Es cierto que Santander es segura, pero hay que seguir trabajando», explica Fernando. Si miran al futuro, aspiran a «una mayor concienciación social para que no se consientan este tipo de actos». Para ello, según explican ambos policías, habrá que tirar abajo muchos mitos o percepciones sociales equivocadas, como que «el hombre tiene un derecho sobre la mujer o que es más importante que ella». No obstante, sí es cierto que la sociedad rechaza estas conductas, pero «lo ideal sería que el pensamiento imperante fuese la igualdad de roles». «Sólo entonces, desaparecería el machismo, cuya máxima expresión es la violencia de género. El día que esto no exista y que la sociedad asuma que todos tenemos los mismos papeles, desaparecerá la violencia de género, aunque eso signifique que nos quedemos sin trabajo», concluye Fernando.
http://www.eldiariomontanes.es/v/20120206/santander/destacados/triste-persona-debe-querer-20120206.html

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