por Vladia Rubio, especial de Cubasíhttp://actualidad.cubasi.cu/index.php?option=com_k2&view=item&id=3899:infidelidad-destapar-la-caja-de-pandora
La infidelidad emocional, incluida la que hoy acontece en el mundo de la tecnología, duele más que una relación sexual fortuita
Fotos: Vladia Rubio
Aplausos, entrecejos fruncidos y cejas alzadas en son asombro acompañaron las nuevas y polémicas maneras de entender la infidelidad y la monogamia que, en boca de especialistas, ocuparon espacio durante el pasado 6to Congreso de Educación, Orientación y Terapia Sexual, acontecido en La Habana a finales de este enero.
¿La fidelidad es siempre sinónimo de exclusividad sexual?, ¿por qué la traición sexual duele más que una emocional?, ¿es la posesividad intrínseca al amor?, ¿la fidelidad es sinónimo de lealtad; es una virtud o una necesidad de seguridad?, ¿pudiera entenderse la infidelidad como un acto de coraje o empoderamiento?, ¿mentir para proteger?
Estas y otras interrogantes alimentaron un riquísimo debate, donde, sin que existiera consenso en todos los enfoques, tomaron parte la conocida terapeuta de pareja y sexóloga belga radicada en Estados Unidos, Esther Perel; Beatriz Torres, presidenta de la Sociedad Cubana Multidisciplinaria para el estudio de la Sexualidad (Socumes); el español Jordy Santamaría Dávila, con una consultoría LGBT y dedicado a la interacción con comunidades homosexuales; y el cubano máster en psiquiatría sexual, Alain Darcout Rodríguez, quien acumula en Cienfuegos, donde radica, una particular experiencia de trabajo con parejas homosexuales.
Alain asegura que, en comparación con las parejas heterosexuales, las homosexuales son menos posesivas y muestran visiones menos estrechas con respecto a la infidelidad y el paradigma de pareja, aunque habitualmente son criticados por la visión mas moralista de la sociedad.
Entre ellos no hay muchos conflictos por experimentar la infidelidad y regresar luego, comenta.
Tales actitudes, refiere el máster Darcout, hacen más fácil el manejo de esas situaciones que las sustentadas en una visión de exclusividad, donde infidelidad equivale a traición; y el dolor está más marcado por sentirse traicionado que porque el otro haya tenido sexo fuera de la pareja.
La doctora Beatriz Torres indica que a partir de su experiencia personal en consulta, quienes más le demandan ayuda son sobre todo hombres “víctimas” de la infidelidad femenina.
La conocida sexóloga, asidua invitada en programas televisivos, apunta que ese fenómeno se hace cada vez más visible, al punto de que en los últimos tres años han acudido a ella muchos hombres desajustados emocionalmente por esa experiencia, que para la formación de muchos cubanos atraviesa el tema de la hombría y la masculinidad, no en el sentido de la orientación sexual, sino de los valores. La mayoría de ellos no perdonan la infidelidad, y si lo hacen, acota, están sujetos a la crítica social, incluida la femenina.
Coincide con Darcout al señalar que en las parejas LGBT sí existe cierta permisividad, la cual se ha hecho espacio desde la cultura. En el caso de los heterosexuales, aunque no deja de indicar que abunda un sentido de posesión del otro y necesidad de la monogamia, ya no sucede igual en las distintas generaciones. Mientras las parejas de edad mediana y tercera edad se apegan a lo tradicional, los jóvenes, al menos aparentemente, muestran otra visión y diferentes expectativas en cuanto a la infidelidad.
No obstante, precisa Torres, aun cuando protagonizan las conocidas “descargas”, si encuentran una pareja con la que se involucran emocionalmente, entonces la permisividad es distinta.
El español Jordy Santamaría se dirigió por primera vez al auditorio, integrado por psicólogos, psiquiatras, sexólogos, médicos, antropólogos, sociólogos, periodistas…, interrogando a todos: “¿se han preguntado la cantidad de sufrimiento, energías y tiempo que dedicamos los humanos a saber si alguien les ha sido infiel?”
A propósito de tal interrogante que encerraba en sí misma una afirmación, propuso que todas esas energías deberían enrumbarse en otros sentidos porque, “en definitiva, lo que pretendemos desde la educación sexual es liberar a las personas, también del sufrimiento por la infidelidad”.
Aunque reconoce que la presión de los patrones culturales lo hace difícil, insiste en que la intención “es desmontar todo eso que hemos interiorizado para poder construir parejas desde los derechos sexuales: el derecho al cuerpo y al disfrute.” A renglón seguido sentencia que ese derecho “debe ser compatible con el derecho al disfrute de mi cuerpo con mi pareja, con otras personas, o yo solo”.
Convencido de que la puesta en práctica es más compleja que el simple enunciado, invita a trabajar tal punto de vista “para sacar todas esas cosas que nos hacer sufrir”.
Como primer paso para construir ese tipo de relación recomienda mejorar la autoestima, porque “uno no puede aventurarse a ese mundo sin una relación en que haya autoestima y seguridad afectiva. A mayor seguridad afectiva, mayor libertad.” Más adelante, y en un tono coloquial que le identifica, precisa que tales decisiones acontecen cuando se es “conciente de que nuestro vínculo está más allá del placer sexual” proporcionado por la relación ocasional.
Desde un desprejuiciado punto de vista, signado por las vivencias en Europa, indica que la infidelidad es algo que debe negociarse dentro de la pareja: “se tienen que poner de acuerdo. ¿Es algo que queremos los dos?, ¿cómo, dónde y qué nos vamos a permitir? Todo eso se pacta.”
El español Santamaría opina que es algo “muy liberador para las personas que consiguen eso voluntariamente”. Detalla que no hay un único modelo de vínculo y que “necesitaríamos más investigación en el campo del tránsito a ese modelo de pareja, del que hablo desde una perspectiva europea.”
Monogamia: vaca sagrada.
Con el aval que le confiere ser la autora del best- seller "La inteligencia erótica", la doctora belga Esther Perel asegura que la infidelidad es lo más universalmente practicado y también lo más condenado en el universo. La propia existencia de la monogamia –dice- presupone la posibilidad de adulterio. En su opinión, los hombres lo cometen más que las mujeres. Tan censurado por la cultura patriarcal está el adulterio femenino, que actualmente hay ocho países donde se mata a las mujeres infieles, recuerda.
Al abundar sobre si los hombres “engañados” se sienten desvalorizados, asegura que el feminismo trae la misma presión a las mujeres, porque la mujer que perdona la infidelidad, muchas veces es cuestionada por no estar demostrando su emancipación femenina. Echando mano al juicio popular, repite recordando prejuicios: “Él no es realmente hombre si perdona; y ella, si perdona, es como la mujer de antes; tiene que irse y nunca mirar atrás.”
Con respecto a tales estereotipos, informa que “estamos todos tratando de entender esas conductas desde posiciones más flexibles, con más negociación”. Afirma que la infidelidad puede ser vista como un doble modelo: se sabe y se enfrenta, o no se quiere ver ni saber. Y a continuación añade que hoy hay también una nueva infidelidad, la infidelidad emocional, aquella que no se concreta en el encuentro sexual con un tercero.
Perel describe que como terapeuta siempre trata de ponerse en la posición de la “víctima” y del “victimario” porque lo que para una persona es satisfactorio, para la otra significa un dolor. De ahí que indaga en los motivos de cada uno, sus consecuencias y significados. “Una persona es la responsable de la infidelidad, pero las dos lo son de la relación de pareja que mantienen”.
Comenta que en los Estados Unidos –donde radica y trabaja- se tiene la idea de que una pareja marcha bien cuando no hay infidelidades, y viceversa. Sin embargo, su experiencia en consulta le hace diferir de tal apreciación porque “muchas personas adúlteras están muy contentas en su matrimonio, pero quieren ir más allá; y hoy estamos en una sociedad que nos hace desear más.”
Vaticina que los protagonistas de la nueva monogamia “van a ser los que hoy tienen 25-30 años, hijos de padres desilusionados, divorciados e infieles, que van en busca de una relación afectiva estable, segura; y, al mismo tiempo, un espacio que permita al individuo desarrollarse y explorarse, no solo en el plano del sexo, porque la libertad no empieza en la cama. No tenemos que hacerlo todo juntos y al mismo tiempo.”
“Desde el momento en que no nos casamos con la persona primera con que hicimos sexo, la monogamia solo existe en la idealidad. Cada uno que ha conocido a otra persona puede pensar en ella”.
Jordy parece resumir este primer segmento: “La clave está en empoderar y educar a las personas sexualmente para que decidan desde su libertad.”
Perdonar o no perdonar… he ahí una cuestión.
Al trabajar desde el punto de vista clínico el tema de la infidelidad, Esther Perel considera que es importante ayudar a quienes acuden a consulta a diferenciar entre lo que ella llama el trabajo detectivesco y el trabajo investigativo.
Por el primero entiende la búsqueda, a veces obsesiva, de los detalles hasta morbosos de lo ocurrido, al punto que la “víctima” construye en ocasiones imágenes más lascivas que las realmente ocurridas. La segunda alternativa es para ella la constructiva porque lleva a que la persona engañada le pregunte a la otra “¿qué te pasó, qué aprendiste, pensante en nosotros, cómo te sentiste al volver? ¿Qué podrías llevar a nuestra relación de lo aprendido?” Así no hay víctima, y permite que tales detalles aporten más confianza, subraya.
Esta psicoterapeuta es del criterio que “cada pareja tiene una monogamia implícita y otra explícita. La nueva monogamia será aquella en que cada pareja tendrá que negociar sus límites”, y ella misma se pregunta si definir la monogamia como compromiso emocional, que es diferente a un compromiso sexual. “¿Definir la pareja como paradigma de unicidad y no de exclusividad? Quizás habría que empezar una negociación de sus fronteras sexuales, pero ahí se tocaría a la monogamia, que es la vaca sagrada del ideal romántico. Quienes se divorcian a causa de una infidelidad son los románticos, porque nunca cuestionan el modelo de pareja que han seguido, piensan que la equivocación fue de la persona infiel.”
Educar sobre el concepto de amor que tienen los adultos propone Jordy: “en vez de ‘te amo pero te dejo por tu infidelidad’, emplear ‘te amo y por eso quiero que seas libre’ ”.
“Muchas veces, asegura este español, en las parejas no se quiere destapar la Caja de Pandora por miedo el miedo a asumir cada cual la responsabilidad sobre su propia sexualidad cuando tan cómodo se está con la persona de siempre.”
Perel, por su parte, considera que “lo más importante para resolver una infidelidad es que la persona infiel asuma la responsabilidad, y no por la infidelidad que cometió, sino por lo que ha causado a la otra persona.”
Hay tres situaciones de post infidelidad: la pareja sobrevive y vuelve al status anterior asumiendo el episodio como una crisis superada, como un estado de insanidad resuelto. Pero la pareja no cambia, vuelven a una intimidad ambivalente donde subyace ‘demasiado dolor para dejarte’ y ‘demasiado dolor para ir en busca de otra intimidad’, explica la experta.
Un segundo afrontamiento es aquel donde la pareja no puede resolver el pasado y la infidelidad se vuelve el nudo de su relación, volviendo como motivo recurrente en toda su dinámica. La tercera alternativa es aquella en que la pareja “ve la infidelidad como una alerta que, aunque fue dolorosa o no, les dio la oportunidad para reinventarse”.
A partir de su experiencia de más de dos décadas, esta doctora belga narra sobre personas que han terminado agradeciendo a su pareja que les fuera infiel porque así les dio la oportunidad de reencontrarse con ellos mismos y redefinir sus necesidades.
La doctora Beatriz Torres coincide con la definición de las tres actitudes ante una infidelidad. Asegura que en su consulta las parejas más dañadas por la infidelidad son las de edad mediana; “y no son mayoría las que asumen el engaño como una alerta para redimensionar su relación”.
Desde su amplia y avalada experiencia terapéutica con parejas cubanas, afirma que prevalece el tema del perdón. “Eso de que me mantengo como tu pareja porque te amo, pero a la vez no te perdono, significa en el fondo que ya no ama. Son parejas que sobreviven, pero sin resolver la ambivalencia que les produjo la infidelidad.”
Reunión de los lunes
viernes, 3 de febrero de 2012
Infidelidad: Destapar la Caja de Pandora
Viernes, 3 de Febrero, 2012
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