Domingo, 11 de Marzo, 2012
Aroa y Mónica sujetan a Ona, una mascota «tranquila y cariñosa».
- Una pareja que perdió a su can lo recupera gracias a una familia que lo acogió en su casa, donde su hija se encariñó con el animal
- La mascota, extraviada hace unos meses en Salburua, ahora tiene dos amas
Ésta es la historia de una bonita amistad. La historia de una joven, una niña y una mascota: Naroa, Mónica y la perrita Ona, un animal «muy, muy cariñoso». Tanto, que la llamaron Ona (buena en euskera). Pero cuando la pequeña Mónica, de 9 años, la encontró en su portal del barrio de Zaramaga el pasado 1 de enero hacia las tres de la madrugada, «estaba muy asustada». Así que decidió acogerla en su casa, a pesar de que en su familia ya tenían otra mascota. Desde entonces, esta hembra mestiza de pelaje color canela se convirtió en su mejor amiga. La llamó Laika, como la perra astronauta. Jugaban, correteaban y hasta dormían juntas. Fueron unos meses felices para la pequeña.
Hasta que un día apareció el cartel. El cartel con la foto de la mascota y el número de teléfono de sus dueños. «Oh, qué pena», pensó la cría. Tendría que despedirse de ella, y también de sus ratos de diversión. Y es que Laika, en realidad Ona, tenía su propia ama: Aroa. Esta joven vitoriana había perdido a su perra en la madrugada de Año Nuevo. «Se nos escapó del portal. Echó a correr como si huyera de algo». Lo cierto es que aquella Nochevieja, en el barrio de Salburua donde se extravió el can, los ruidos de los habituales petardos y cohetes para despedir el año fueron, además de abundantes, «exagerados». Y Ona «se alteró muchísimo».
«Tras buscarla durante un buen rato, nos fuimos desesperados a casa», relata su dueña. Ella y su pareja, que hasta entonces convivían felizmente con Ona, no se dieron por vencidos. «Pusimos carteles con su foto, lo anunciamos en Facebook». Transcurrieron los días, que se convirtieron en semanas. «Recibimos llamadas en las que avisaban de que la veían por Zabalgana, junto con fotos de un perro que buscaba comida en la basura, pero no era Ona». Sus dueños también acudían a la perrera municipal frecuentemente, pero «no estaba».
La adopción de Ardi
La ausencia de Ona se notaba en casa de Aroa. En una de sus visitas a la perrera, se fijaron en otra mascota. Otra hembra de pastor vasco y blanco pelaje que «acabamos adoptando». Su nombre es Ardi (oveja) y comenzó a ocupar, en cierto modo, el vacío sentimental que dejó Ona aquel 1 de enero. La historia, sin embargo, no acaba aquí. Porque el destino, bueno o malo, suele ser caprichoso.
El pasado 29 de febrero, «nos llamaron los padres de Mónica. Nos explicaron que tenían a Ona en su casa desde Nochevieja». Pero había un problema. La pequeña se había encariñado con el can. «Dormimos juntas», les explicó la niña el día que quedaron para devolvérsela a Aroa. Aquel día «acabamos las dos llorando por la perra», confiesa la dueña.
Y para que su pequeña nueva amiguita no la eche en falta, han buscado una solución: una especie de 'custodia compartida'. «Aunque la perra vive conmigo -aclara Aroa-, quedamos de vez en cuando para pasearla juntas». Lo tienen fácil porque, casualidades de la vida, Mónica y su familia se mudan a Salburua. A la misma calle de Ona.
http://www.elcorreo.com/alava/v/20120311/alava/perra-custodia-compartida-20120311.html
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