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viernes, 23 de marzo de 2012

«Seguiré en huelga de hambre mientras mi hijo tenga que ir al punto de encuentro»

Viernes, 23 de Marzo, 2012
Enlace relacionado:
- Un vigués, en huelga de hambre para pedir la custodia compartida de su hijo
El vigués Eduardo Cereijo reclama además la custodia compartida
ALFONSO ANDRADE REDACCIÓN / LA VOZ DE GALICIA 22/03/2012
El vigués Eduardo Cereijo, separado y de 39 años, inició hace una semana (el día 15) una huelga de hambre porque, según afirma, «no se cumplen los derechos fundamentales» de su hijo, que tiene hoy 8 años, mientras a él se le impide «el ejercicio de su patria potestad».
Su protesta es doble. Por un lado, se queja del sistema de funcionamiento de los puntos de encuentro que las parejas separadas utilizan para intercambiarse al niño. Es usuario del de Vigo.
Cereijo afirma que el ambiente en esas instalaciones es «a veces violento, con fuertes discusiones e incluso peleas entre los usuarios», y que su hijo no tiene por qué seguir vinculado «a un lugar así».
Además, solicita «la custodia compartida» porque cree que no es justo que tenga a su hijo «80 días al año, y su madre, el resto», aunque asume que es su expareja la que tiene la custodia.
«Seguiré en huelga de hambre mientras mi hijo tenga que ir al punto de encuentro y no me concedan la custodia compartida, así que me van a tener que llevar a un hospital porque' no pienso comer. Quiero a mi hijo, es toda mi vida», dijo a La Voz de Galicia.
Cereijo lleva una semana «a base de agua, bebidas isotónicas y un par de cafés».
Nada de alimentos. Los síntomas empiezan a aparecer: «Tengo algún calambre en la barriga, mareíllos, cansancio, pero estoy bien físicamente ». De hecho, sigue trabajando. «Bueno, haciendo alguna que otra chapucilla, porque no trabajo, sobrevivo». Como alternativa al punto de encuentro, Cereijo propone «usar el colegio para el intercambio, porque mi hijo no tiene por qué presenciar escenas violentas y yo he visto hasta tortas a la puerta del edificio.
No ha hecho nada para que se le ordene ir allí». Del local vigués destaca que «el personal no está a la altura cuando hay problemas. He perdido una entrevista de trabajo y varias visitas a mi hijo por sus errores», aunque admite que él también tuvo fallos.
«Quiero a mi hijo en casa y, además, no quiero que nadie pase por la situación que me ha tocado vivir a mí». Cereijo asegura que apenas recibe información «de lo que le pasa al niño». Este periódico contactó ayer con la directora del Punto de Encuentro de Vigo, que declinó cualquier valoración del caso.
«Mi hijo no tiene por qué presenciar escenas violentas y yo he visto hasta tortas en la puerta»
Pais e Nais Separados afirman que se genera ansiedad a los menores «Las visitas tuteladas se realizan en una pequeña habitación, de modo que los niños perciben esos períodos de contacto, que no convivencia, con el progenitor no custodio como un verdadero castigo, generando en ellos ansiedad y rechazo, lo que evidentemente no favorece la reconstrucción de la relación».
Este es uno de los párrafos del informe que ya en el 2008 envió al Valedor do Povo la Asociación Galega de Pais e Nais Separados sobre el funcionamiento de los siete puntos de encuentro de Galicia, y que su presidente, Antonio Díaz Piñeiro, recuerda ahora.
Pero matiza Díaz Piñeiro que la asociación no está en contra de estos enclaves como concepto, pues, como precisa también el informe, realizan «una indispensable labor social» que, sin embargo, «está condicionada por defectos de funcionamiento e infraestructuras».
Así, detallan «iniciativas coercitivas del derecho de convivencia por parte de algunos profesionales que han dado lugar a quejas formales de la asociación ».
También cierta «saturación » y «altercados que generan protestas y malestar entre usuarios y vecinos», y lamentan que haya en ocasiones «poca intimidad» y que los partes de incomparecencia «no especifiquen siempre las causas».
Cuatrocientos kilómetros José Luis, que prefiere mantener su anonimato, prepara una queja por escrito contra otro punto de encuentro del que es usuario en Galicia. En su caso reclama «imparcialidad» en el trato y «que se cumpla el régimen de visitas ordenado por el juez», lo que, en su opinión, no siempre sucede.
José Luis explica que recoger a su hija en ese enclave le supone hacer 400 kilómetros en coche el fin de semana, y lamenta que recientemente haya tenido que «avisar a la policía por teléfono » un día que envió a su padre a recoger a la niña y que «no se la querían entregar».
Desde otra óptica, Antonio Ribao valora «o trato e a capacidade profesional» del Punto de Encuentro Fonseca, de A Coruña.
«Levo cinco anos alí para o intercambio da miña filia e estou satisfeito», dice antes de matizar que considera este concepto como «un mal menor cando os pais non teñen relación», y que dentro ha visto «situacións por parte dalgúns usuarios que che doen como pai».
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