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sábado, 12 de octubre de 2013

Criminalidad intrafamiliar

Sábado, 12 de Octubre, 2013
 Enlaces: - Ana Mato habla de 'violencia en el entorno familiar' en lugar de 'violencia doméstica'
- La ministra de Sanidad prefiere llamar violencia "en el entorno familiar" a la "violencia machista"
- Pajín critica a Mato por llamar ‘violencia familiar’ a la ‘violencia de género’
 - Ana Mato rectifica y califica el último crimen machista de violencia de género
 - «Nadie habla de los 30 hombres asesinados por sus parejas»
- De 23 niños muertos por progenitores, 16 lo fueron por madres y 7 por padres
- «Hay mucho más maltrato a niños que a mujeres»
- Urgen a Mato a condenar también el asesinato de una mujer por su compañera
- Enhorabuena a la ministra Dª. Ana Mato

No. No llamemos al crimen por nombres que nos separan de la realidad y bajan el impacto de cada golpe, de cada maltratada, de cada patada, de cada humillación. “Violencia Intrafamiliar”, la llaman. No hombre, no es “violencia”, es “Crimen Intrafamiliar”, y eso lo hace todavía más denigrante, porque proviene de las personas que, dentro del “ámbito doméstico”, han puesto su confianza de seguridad, cuidado y cariño en esas manos, las cuales ahora empuñadas golpean la cara y destruyen el alma.
Pero en esta sociedad hemos llegado al grado de argumentar que “es problema privado de ellos, no nos metamos… machete estate en tu vaina… son sus trapos shucos y los están lavando… algo hizo ella por eso el otro está enojado…“ y seguimos en esa cola de presuntas razones para decir: 1) o que es correcto porque es “privado”; 2) o ella tiene la culpa; 3) o no nos importa; y, 4) o es parte de la “cultura” y ni pensemos en cambiarla”.
Sí, ya sé que también existe Crimen Intrafamiliar contra hombres, por supuesto que existe, pero, dado que somos mamíferos, la prevalencia es de hombres hacia mujeres. (El hombre que acepta esa violencia estará, como se diría en el análisis, esperando que la hembra que eligió termine el proceso de “castración” iniciado por la madre y dejado a medias. De hecho, el hombre maltratado, aparte de temer el escarnio social si lo denuncia, mantiene más una extraña relación de hijo-madre con la esposa violenta, de manera tal que no la rompe, ni escapa de ella, sino que se acerca aún más de manera tal que nunca sale de ese círculo en el cual se encierra cada día más, y lo “disfruta”).
De alguna manera, también, nuestra formación cultura conforma mujeres que soportan la “criminalidad intrafamiliar” porque, en el mundo torcido de los constructos mentales, es la forma que las eleva a “santas”, tanto por el sufrimiento del macho criminal, como por los niños ante quienes ella quiere ser elevada a tan sacro y divino espacio. (De hecho, en esta sociedad las mujeres que no sufren, que son autosuficientes, exitosas, visionarias, y que no dependen de hombre alguno son tipificadas como “putas”. Ah, porque la “mujer buena,” según la extraña mitología marianista, debe sufrir, y cuanto más entonces es “más santa”).
Pero es tiempo ya de llamar las cosas por su nombre: cuando un hombre golpea, maltrata, denigra, y tortura psicológicamente a una mujer, eso es CRIMEN. No, no es simple violencia, es más que eso, mucho más. De hecho, la misma normativa guatemalteca considera que es posible el ejercicio de la violencia pero en defensa propia, y eso es “violencia positiva”.
¿Podemos redefinir la “violencia” dentro del hogar como crimen? Sí, sí podemos, y debemos. Eso de “violencia intrafamiliar” fue una categoría semántica dictaminada, oh sorpresa, por hombres. Los sistemas legales, y no es sorpresa, son una expresión “masculina”, y por eso no debe sorprendernos las tipologías dominantes, sus autores así las quisieron.
http://www.s21.com.gt/node/315098

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