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miércoles, 2 de octubre de 2013

Hijos de padres separados…¿Víctimas o tiranos?

Miércoles, 2 de Octubre, 2013

De este tema tan dolorosamente actual puedo hablar en primera persona y con conocimiento de causa. No porque mis padres decidieran poner fin a su matrimonio, sino porque fui yo la que decidí terminar con el mío y colocar a mis hijas en la difícil y delicada situación de tener “dos casas”, “dos familias” y provocar en su estructura emocional una escisión que les ha supuesto un aprendizaje no elegido libremente por ellas.

Han pasado muchos años desde aquellos tiempos en los que tuve que luchar como persona humana, como mujer y como madre para recomponer mi propia identidad y dar a mis hijas un ejemplo de dignidad. Fueron años duros –para ellas y para mí- pero aquel barco que pareció quedarse sin timón arribó finalmente a buen puerto.

La vida de una mujer separada con hijos pequeños no es un capricho que se elija porque sí; para que una mujer tome la decisión de colocarse en una situación tan incómoda, difícil y sea capaz de desmantelar una vida, un proyecto en común, su comodidad incluso, ha tenido que pasar muchas noches en blanco, dudando, con temores y certezas. Y con el miedo planeando como un ave rapaz por encima de su cabeza y la de los hijos que cambiarán de situación y pasarán a ser los hijos “separados” en vez de los hijos normales y corrientes de una familia normal y corriente.

Pero no es de mis hijas ni de mi caso personal de quien quiero hablar, sino de aquellos hijos de padres separados que, conviviendo con la madre, convierten el día a día en un campo de batalla de desprecio y falta de respeto hacia ella, fiel reflejo de la actitud del padre hacia la propia madre y motivo, quizás, de la separación.

¿Es de recibo que unos chavales –casi siempre adolescentes- traten a patadas a su propia madre reproduciendo el esquema paterno que llevó a la pareja a la ruptura?

Y no hablo por hablar. Conozco más de uno y más de dos casos de mujeres que, después de haber sido capaces de liberarse de un yugo conyugal que les impedía respirar, tienen que soportar que sus propios hijos sean fiel reflejo de toda una forma de comportarse falta de respeto y destructora de la dignidad del ser humano.

Jovencitas que miran a su madre con desprecio y les dicen cosas del tipo: “Cállate, que no tienes ni p…idea de lo que hablas” o “A mí no me dices tú lo que yo tengo que hacer”.

Chavales con pelusilla en vez de bigote que no se cortan y sueltan perlas cultivadas: “Hago lo que me da la gana y tú te vas a la mierda” o “Papá tiene razón: eres una fracasada”.

Y si la mujer pierde los estribos y les suelta una bofetada –que mala cosa es- no será nada raro que ellos, los hijos víctimas de tanto sufrimiento, se la devuelvan sin ningún rubor –que es una cosa peor si cabe-.

¿Que exagero? En absoluto. Lo que ocurre es que es un tema que se trata de puertas para adentro, no es como para enorgullecerse que una madre vaya contando por ahí que sus propios hijos la traten de mala manera, sin respeto alguno, rebajándolas al último escalón de la dignidad humana… porque se consideran con derecho a hacerlo enarbolando la rabia y la incomprensión hacia una situación que les atañe directamente pero que no son capaces de gestionar con acierto.

De lo que se come se cría”, es un dicho de toda la vida que se aplica también a lo educacional, a lo emocional. El hijo, la hija que ha visto cómo su padre insultaba a su madre…o se da cuenta de que es una falta de amor y de respeto…o piensa que eso es lo normal y que él también tiene derecho a hacerlo.

El tema de la custodia compartida, que en sí es un avance, una herramienta buena y poderosa para ayudar al desarrollo equilibrado de los hijos, también tiene este “lado oscuro”. Una o dos semanas con cada progenitor absorbiendo modos y maneras que, indefectiblemente, van a forjar el carácter del menor. Si estos modos y maneras son positivos, llenos de valores humanos y buena educación, servirán para ayudar a compensar el desajuste producido por la separación de los padres. Si, por el contrario, se utiliza para “seguir machacando a distancia” al “otro”, puede convertirse en un arma letal. Y que esos hijos se conviertan en tiranos, víctimas del desamor de sus propios padres y reproduciendo el único esquema conocido que tienen.

¿Qué hace una mujer que no ha sido respetada como persona y que ahora tampoco es respetada como madre?

¿Y qué hará un hombre que no ha sido respetado como persona y que ahora tampoco es respetado como padre?

Cuando me cuentan, cuando me preguntan, cuando me expresan esa angustia, esa incertidumbre, esa pelea entre el amor por un hijo y el amor por la propia dignidad…no sé qué decir. A mí no me tocó; me libré de ello. Es un tema difícil.

En fin.

LaAlquimista

Por si alguien desea contactar:

apartirdeloscincuenta@gmail.com

http://blogs.diariovasco.com/apartirdelos50/2013/10/02/hijos-de-padres-separados-victimas-o-tiranos/

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