Desde hace unos años se ha incorporado en nuestro ámbito lingüístico una nueva sigla, desconocida todavía para unos, desdichadamente familiar para otros. El SAP corresponde al Síndrome de Alienación Parental, acuñado por el profesor de psiquiatría Richard A. Gardner en 1985, que vendría a definir el comportamiento que presenta uno o todos los hijos de una pareja contra alguno de los progenitores, llegando a hablar con desprecio de él o a insultarlo con un vocabulario soez, inducido por el otro. Esto suele ocurrir en los procesos de divorcios conflictivos, pero también se sufre en ámbitos familiares aparentemente estables en los que se transforma negativa y destructivamente el comportamiento y la opinión de los hijos contra uno de los padres -lo que coloquialmente se llama «lavado de cerebro»- con el fin de destruir los lazos afectivos del menor con su progenitor. A pesar de que tradicionalmente ha sido la madre la alienadora y de que el antecedente de esto se conociera como «Síndrome de la madre maliciosa», este delito ya se ha denunciado en padres e, incluso, en otros familiares como tíos o abuelos.
En la actualidad existen ya decenas de publicaciones sobre este asunto y se están celebrando congresos internacionales que profundizan sobre este trastorno desde el punto de vista incluso forense -estamos hablando de un delito al ser manipulado dañinamente un menor por parte de un adulto para conseguir unos fines-, pero no existe todavía un consenso científico claro y definitivo, ya que este trastorno contradice los criterios metodológicos y médicos de un diagnóstico médico y porque su existencia se ha especificado siempre en litigios jurídicos por custodia de hijos, es decir, en ámbitos jurídicos, en los que ya hay jurisprudencia de este abuso como práctica delictiva. La mejor noticia en este aspecto fue la aprobación de la Ley de Custodia Compartida por el Gobierno de Aragón en 2010, una ley que viene siendo una realidad en otros países.
La peor parte de esta agresión se la llevan los niños, no solo por las graves consecuencias psicológicas que sufren, materializadas en marcas traumáticas que pueden durar años, sino porque además se vulneran sus derechos fundamentales, recogidos en la Convención sobre los Derechos del Niño, al sufrir abusos, violencias, excesos y maltratos durante el proceso de alienación parental, y luego después en los durísimos juicios en que tienen que declarar y por verse en ocasiones obligados a salir del hogar familiar para irse a vivir con un progenitor al que generalmente temen. Estos chicos suelen presentar una alta dureza emocional y características psicopáticas distantes que ya son muy difíciles de curar y que, con el paso del tiempo, los conducen a actitudes sociales violentas o a un alcoholismo temprano.
Se antoja, por tanto, necesaria una buena formación en los psicólogos forenses para que detecten de forma rápida y fiable un caso de SAP, y también en el resto de los profesionales de la salud para que se alivien las secuelas que esta violenta práctica de maltrato emocional provoca en los menores.
http://www.latribunadealbacete.es/noticia.cfm/Opinión/20111209/sap/32EEFB67-D93B-AF2A-90BC4259982FC5C5
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