Reunión de los lunes

Nos reunimos todos los lunes a las 20,30 horas en la C/Vinaroz nº31, entrada por C/Pradillo, MADRID ¡TE ESPERAMOS!

jueves, 4 de abril de 2013

La tiranía de las mujeres al mando

Jueves, 4 de Abril, 2013
El llamado síndrome de la abeja reina, según el cual las mujeres en posición de poder tratan de minar a sus subalternas, está más vigente que nunca
Por PEGGY DREXLER
Kelly era una mujer brillante de treinta y pico de años: inteligente, preparada, ambiciosa y… confundida. Puede que incluso un poco asustada.
Trabajaba en una importante firma de consultoría. Su jefa era tan diligente que Kelly esperaba que la ejecutiva —una de las pocas mujeres en la cúpula de la empresa— se convirtiera en su mentora. Pero empezó a sentir que algo no iba bien. En reuniones, su jefa descartaba sus ideas sin discusión e incluso la interrumpía en medio de una frase. Kelly empezó a enterarse de reuniones a las que no había sido convocada y se vio excluida del pequeño círculo de confidentes más cercanos de la jefa.
Lo que tenía desconcertada a Kelly es que, por lo general, le estaba yendo bien en la firma. Se sentía respetada y apoyada por los demás socios. Sin embargo, uno de los jefes habló con ella en privado y confirmó sus sospechas: su jefa había sugerido a los demás que tal vez Kelly sería más feliz en otro trabajo, "más en línea con sus habilidades".
Conocí a Kelly cuando estaba llevando a cabo mi investigación sobre mujeres en el entorno laboral. (Para proteger su privacidad y la de otras mujeres en el estudio, me refiero a ellas sólo por sus nombres de pila). Yo no estaba segura de que Kelly hubiera hecho algo malo sino que tuvo la mala suerte de toparse con una "abeja reina".
Tras pasar décadas dedicada a la psicología, un campo abarrotado de mujeres muy competitivas, el arquetipo de abeja reina me resultaba familiar: la mujer líder que no sólo no tiene ningún interés en promocionar las carreras de mujeres que podrían seguir sus pasos, sino que incluso puede tratar activamente de cerrarles el camino.
El término de "síndrome de la abeja reina" fue acuñado en los años 70, después de un estudio dirigido por investigadores de la Universidad de Michigan, que examinaron las tasas de ascenso y el impacto del movimiento feminista en el campo laboral. En un artículo publicado en 1974 en la revista Psychology Today, los investigadores presentaron sus hallazgos, basados en más de 20.000 respuestas a su encuesta. Descubrieron que las mujeres que alcanzan el éxito en entornos dominados por hombres eran a veces proclives a frenar el ascenso de otras mujeres. Esto ocurría, según sus argumentos, en gran parte porque la cultura patriarcal del trabajo alentaba a las pocas mujeres que llegaban a la cima a obsesionarse con mantener su autoridad.
Cuarenta años después, el síndrome todavía persiste, dada la mayor incorporación de las mujeres a las altas esferas gerenciales. Esta generación de abejas reina no está menos determinada a afianzar su posición de hembras alfa ganada con creces. Lejos de nutrir el desarrollo de talentos femeninos más jóvenes, eliminan posibles competidoras, socavando su seguridad en sí mismas o debilitando su posición profesional. Es una tendencia llena de ironía: las mismas mujeres que se quejaron durante décadas sobre el trato desigual que recibieron, ahora perpetúan muchos de los mismos problemas.
Una encuesta entre 1.000 trabajadoras estadounidenses llevada a cabo en 2007 por la Employment Law Alliance, una alianza laboral con sede en San Francisco, descubrió que 45% de las que participaron habían sido intimidadas en la oficina (abuso verbal, sabotaje profesional, mal uso de la autoridad, destrucción deliberada de relaciones, etc.) y que 40% de los presuntos abusadores eran mujeres. En 2010, el Workplace Bullying Institute, una organización sin fines de lucro que supervisa los abusos en el entorno laboral, reportó que las mujeres maltratadoras dirigían sus hostilidades a otras mujeres 80% de las veces, un alza de 9% desde 2007.
Un sondeo de 2011 de 1.000 mujeres empleadas llevado a cabo por la Asociación Estadounidense de Gestión reveló que 95% de ellas creían que habían sido saboteadas por otra mujer en algún momento de sus carreras. Según una encuesta de 2008 de la Universidad de Toronto a casi 1.800 trabajadores estadounidenses, las mujeres que trabajaban para supervisoras reportaron más síntomas de estrés físico y psicológico que aquellas que trabajaban para hombres.
Claramente, algo está fallando en esta hermandad profesional.
Erin, otra participante en mi estudio, era redactora de culinaria para una revista. Su supervisora, Jane, parecía ir de un extremo a otro: un día compartía con ella cotilleos sobre otro colega pero al siguiente le gritaba porque no había completado una tarea que Erin ni siquiera sabía que era su responsabilidad.
La redactora acabó descubriendo que Jane hablaba mal de ella a los contactos que tenían en común en la industria. La campaña no fue más allá de los chismes malintencionados, pero Erin sintió que eso hacía que sus colegas la vieran de otra manera y dificultó su camino profesional. En varios momentos, la víctima pensó que la única manera de combatir la situación era haciendo lo mismo y empezar a hablar mal de Jane. Pero, ¿era esa realmente la solución?
Conforme el entorno laboral tradicionalmente dominado por los hombres se ha ido transformando, muchos esperaban que el ascenso de las mujeres creara una oficina más amable y cordial, donde reinara la comunicación, el trabajo en equipo y el desarrollo personal. Pero en su lugar, algunas mujeres se encuentran con que sus vidas profesionales están dominadas por las "niñas antipáticas" de la secundaria que ahora son adultas: mujeres con algo que demostrar y un frágil sentido de seguridad en sí mismas.
Lo que hace que estas abejas reina sean tan efectivas y nocivas es que son capaces de explotar las vulnerabilidades femeninas que los hombres no perciben. Por ejemplo, chismes de Jane sobre la vida privada de Erin. O como cuando la jefa de Kelly comentaba sobre su vestuario: "¿A quién tratas de impresionar hoy?" O preguntas condescendientes como: "¿Te tomaste hoy tu pastilla de la inteligencia, cariño?" Sus asaltos dañan carreras pero no dejan huellas.
Esa es la razón principal por la que muchas víctimas nunca esperan esta clase de ataques y se sienten impotentes a la hora de prevenirlos. En el caso de Kelly, la consultora asumió que su jefa querría ayudarla a fomentar su carrera a partir de un sentido de solidaridad femenina. Erin, a su vez, había decidido específicamente trabajar para esa revista porque admiraba el estilo de Jane y quería aprender de ella. ¿Por qué sería Jane tan reacia a enseñarle?
Sin embargo, parece que las jefas de Kelly y Erin no las veían como compañeras sino como amenazas. En un mundo donde todavía hay relativamente pocas mujeres en posiciones de mando, es una suposición lógica que el ascenso de una pueda significar la expulsión de otra.
Si bien se está volviendo más fácil ser una mujer profesional, eso no significa que carezca de desafíos. Algunas mujeres —especialmente en industrias todavía dominadas por hombres— asumen que pueden ser eliminadas en cualquier momento. El resultado es una saturación de características negativas de liderazgo: menos confrontación abierta que sus pares masculinos pero en última instancia, abuso. Los comentarios sobre apariencia y vestuario son parte de su repertorio (algo que se vería más como acoso viniendo de un hombre), así como expectativas más altas, y a veces inexplicables, de desempeño. Puede que las mujeres que han triunfado en campos dominados por hombres quieran creer que su lucha y éxito fueron casos únicos.
Pero se trata de una moneda de dos caras. Las mujeres no siempre son las mejores empleadas para las jefas. Las subordinadas femeninas pueden mostrar menos respeto y deferencia cuando tienen una supervisora.
Un estudio de 2007 de la Universidad de Syracuse, publicado en el Journal of Operational and Organizational Psychology, encontró que las mujeres son críticas con jefas que no son empáticas. También tienden a resentir a las supervisoras que adoptan un estilo de gestión brusco y asertivo, incluso cuando encuentran esa actitud perfectamente aceptable para sus jefes masculinos. Por eso cuestionan y se resisten, respondiendo a la autoridad con mala actitud.
Las abejas reina son criaturas circunstanciales, que rodean a sus posibles rivales de una manera muy similar a cómo el sistema inmunológico ataca a un cuerpo extraño. Se espera que las jefas sean más "gentiles" y "flexibles" simplemente porque son mujeres, a pesar de que es probable que esas no sean las cualidades que las llevaron a esa posición. En los competitivos círculos profesionales actuales, las mujeres no suelen llegar a la cima llevando pastelitos a la oficina.
Los hombres recurren al temor como una herramienta para su ascenso. ¿Por qué no deben las mujeres hacer lo mismo? Hasta que las posiciones de liderazgo estén disponibles en la misma proporción para las mujeres como para los hombres, eliminar la competencia seguirá siendo una estrategia de supervivencia viable.
—Drexler es profesora adjunta de psicología en psiquiatría en el Weill Cornell Medical College y es autora de 'Our Fathers, Ourselves: Daughters, Fathers and the Changing American Family'.

No hay comentarios: