Un mal divorcio comienza cuando el juzgado convierte al padre de los menores en un visitante. Coloca a unos hijos inocentes, como huérfanos de padre vivo, pues padre de visita, ni educa, ni protege ni ampara.
El plomo sirve de aislante para inhibir las señales de cobertura que necesita nuestro móvil para funcionar y utilizar los recursos de la red, o simplemente para comunicarse con otros teléfonos. Y es lo que aplica el juzgado tras su paso en la mayor parte de casos, un 90% aún, hoy día. Convierte al padre en un visitante que pasará a mantener, desarrollar o crear la relación paterno-filial con los hijos, a 4 días al mes, como mucho. Anulando la cobertura paterna sobre los menores, desprotegiendo a víctimas indefensas del poder de protección y amparo de su padre, y sin el menor reparo a que la madre introduzca en sus vidas al primer novio que ella encuentre, que será quien mantendrá un contacto diario con los niños, quien verá como se acuestan y levantan todos los días, pero quien desde luego no puede sentir el aplomo necesario a la hora de involucrar su futuro con estos niños desconocidos para él, que siente un verdadero padre.
Vienen los problemas, problemas que se anticipan en todos los manuales, pero que ocultan su procedencia en la mayor parte de casos: la orfandad paterna a cambio de que la madre pueda rehacer su vida a su antojo y capricho y por encima de los intereses de los hijos. Es tal el extremismo, que los jueces en España permiten a la madre el poder de saltar incluso las propias medidas que el juzgado impone. Porque cuando un juez dicta una sentencia, impone, ordena, y entre otras medidas establece que la patria potestad sea compartida, a la vez que deja a los hijos bajo el poder de la madre atribuyendo en exclusiva la guarda y custodia a la progenitora y manteniendo sobre el padre de los niños la única obligación del pago de la pensión de alimentos y el sustento de la vivienda conyugal, vivienda que la madre utiliza para cohabitar con sus nuevos novios, y de forma gratuita.
No sólo la madre puede saltarse a la torera los días de visita establecidos para mantener la relación paterno-filial, esos miserables y cicateros 4 días al mes, sino que puede sustraer, secuestrar a los hijos, a miles de kilómetros, que los jueces en la mayor parte de casos van a considerar que actúa en beneficio de los hijos dicho cambio, que no respeta la patria potestad, pues se produce sin la autorización y/o consentimiento paterno.
Un 'mal divorcio' suele traducirse en menores con problemas (bajo rendimiento escolar, conflictividad social, padecimientos psíquicos), adultos estresados (bajas laborales, usuarios de servicios médicos y sociales) y en un aparato judicial sobreexplotado y desnaturalizado, donde el juez termina convertido en un 'tercer progenitor dirimente' ante la incapacidad de los padres para adoptar decisiones consensuadas respecto a sus hijos.El autor del artículo fuente es el magistrado de familia del juzgado número 5 de Málaga, JOSÉ LUIS UTRERA, de sobra conocido por su labor a favor de la mediación familiar.
Fuente:
Divorcios de 'plomo': un problema social oculto
https://www.lasprovincias.es/comunitat/opinion/divorcios-plomo-problema-20180711004440-ntvo.html
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