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martes, 7 de febrero de 2012

"Mi hija tenía auténtico terror a irse con su padre a vivir en una comuna "

Martes, 7 de Febrero, 2012
En vez de entregar a su hija de siete años a su expareja, tal y como dictó el juez, se la llevó. Afirma que él vive en una comuna de Barcelona en donde se consumen drogas. Imputada por huir con la menor, Isabel vivió ayer su día más amargo al ver a Adriana marcharse con su padre.
Isabel y Adriana miran por la ventana de su domicilio de Sopuerta.
Sopuerta. Lleva semanas sin conciliar el sueño. Sabía que el padre de Adriana, de siete años, reclamaría a su hija en cumplimiento de la sentencia del juzgado de Balmaseda que le concedió la custodia en septiembre. Esta madre denuncia que su expareja reside en una comuna de Barcelona en la que presuntamente se consumen drogas. Ayer él fue a Sopuerta a buscar a la niña para volver a Catalunya.
¿Cómo se siente?
Estoy fuerte, pero indignada con la injusticia judicial que se ha cometido con mi hija.
Empecemos por el principio. Usted se queda embarazada y decide regresar a Sopuerta para asumir su maternidad en solitario.
Comprendí que él iba por un camino que no era el mío y volví a Sopuerta. No quiero entrar en más detalles personales.
¿El padre ha mantenido contacto con Adriana en estos años?
Un contacto esporádico. A partir de los tres años, la niña empezó a pasar allí las vacaciones y algún fin de semana, porque yo quería que tuviera relación con la abuela y los primos paternos.
¿Cuándo empiezan a llegarle noticias sobre el tipo de vida que lleva su expareja?
Él mismo me contaba algunas cosas, no todas, que se hacían en Can Benet -la finca de ocho hectáreas en la que creó lo que él llama centro especializado en actividades para el desarrollo armónico del ser humano, según Isabel-. Siempre hemos mantenido un tira y afloja y, en ocasiones, me he opuesto a que Adriana fuera.
¿Por qué le pide ahora la custodia?
Porque sigue una tradición islámica, según la cual los hijos de padres separados tienen que estar en contacto con el padre desde los siete años porque de lo contrario pierden el nexo espiritual.
En septiembre se celebró la vista y el juez dictaminó que Adriana debía volver con su padre. ¿En qué se basó la sentencia?
Convencieron al magistrado de que mi hija llevaba un retraso educativo de varios años y de que presenta una personalidad infantilizada y dependencia casi patológica de mí porque dormimos juntas.
Según él, la niña no estaba escolarizada y vivía aislada.
Adriana ha asistido al colegio desde los tres años en la escuela pedagógica Kortiñe en Berango y, después, en la ikastola de Artzentales. Lo que pasa es que tiene una capacidad elevada y, como se sentía desmotivada, decidí probar a darle yo las clases durante un año. Pero este curso, cuando se celebró el juicio por la custodia, la matriculé otra vez en el colegio de Artzentales.
¿Habló al juez de sus sospechas sobre el centro de Can Benet?
El juez descartó las acusaciones a falta de pruebas penales. Por eso, contraté un detective privado para reunirlas. Realizó un trabajo de dos meses allí e interpuso una denuncia en la brigada antiestupefacientes a la vista de lo que averiguó. Debido a la gravedad del informe solicitamos medidas cautelares hasta que se resuelva el recurso contra la sentencia que le otorga la custodia que hemos presentado ante la Audiencia Provincial.
¿Qué pasó?
El fiscal entiende que Adriana no corre riesgo viviendo con su padre y desestimó las medidas cautelares el 23 de enero, pero a nosotros no nos llegó la notificación hasta el 2 de febrero. También recibí un auto en el que me quitaban el régimen de visitas. No solo la desarraigan, sino que la castigan sin ver a su madre.
El 31 de enero usted debía presentarse en Zalla para devolver a la niña, pero no lo hizo.
Estaba esperando la resolución del fiscal sobre las medidas cautelares, que confiaba en que sería favorable. Pensé: ¿Para qué la voy a entregar si va a volver enseguida? Además, mi hija tenía auténtico terror a irse con su padre, así que me refugié en casa de unos familiares.
¿Sabe a lo que se expone?
Sí, posiblemente a cárcel y una multa millonaria, pero mi hija está por encima de todo. Estoy imputada por desobediencia civil, sustracción de menores e incumplimiento de las obligaciones familiares. No quiero incumplir la ley, solo me siento incapaz de devolver a mi hija a un sitio donde se realizan actividades al margen de la legalidad y se consumen sustancias alucinógenas. ¿Dónde está la tutela de la Justicia hacia la menor? El juez ha decidido su futuro sin hablar con ella.
¿Y qué quiere Adriana?
Quedarse aquí. En Sopuerta tiene a su familia, sus amigos, su colegio... Para que luego diga que está aislada. Por otra parte, la relación con su padre está muy deteriorada.
Su hija convivió con su padre durante dos meses después de que le concedieran la custodia. ¿Cómo llevó la distancia?
Esos meses hablaba con ella por teléfono dos días a la semana durante diez minutos. La falta de comunicación fue desesperante.
El régimen de visitas estipulaba que a usted le correspondía estar con ella puentes y festivos y sabía que tendría que regresar tras las navidades. ¿Le explicó a la niña que tenía que volver?
Todos los días me preguntaba: ¿Nos han dado ya la custodia? Es inteligente y sabe que en cualquier momento pueden venir unos policías a llevársela con su padre, pero, sobre todo, sabe que seguiré luchando para que vuelva lo antes posible.
http://www.deia.com/2012/02/07/bizkaia/soy-consciente-de-a-que-me-enfrento-pero-mi-hija-esta-por-encima-de-todo

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