Dado el elevado número de separaciones que se producen en estos tiempos, son muchos los niños afectados. Además del choque emocional para los padres que conlleva una ruptura sentimental, cargan con muchas dudas y temores sobre cómo repercutirá esta situación en sus hijos.
Las consecuencias que sufren los hijos de padres separados están más relacionadas con las discrepancias familiares previas y asociadas a la separación, que con la propia ruptura, lo que más afecta es el papel que hacen jugar a los menores en la disolución del vínculo.
Todo esto, junto con la madurez del propio niño, condicionará la forma cómo esta separación influirá en su desarrollo.
Posibles reacciones
Los chicos pueden experimentar ansiedad e incluso intensa angustia durante el conflicto y tras la separación de los padres; los menores suelen sentir mucho miedo.
Lloran a menudo, pero puede ayudar que alguien les acompañe en esos momentos y favorezca la expresión del dolor que sienten.
Se muestran tristes, infelices e insisten mucho en su deseo de que los padres vuelvan a estar juntos. Hasta que asimilen que esto no es posible, acabarán por aceptar la dolorosa situación.
Muchas veces recuerdan más al otro progenitor, cuando el que está con ellos les regaña y piensan tanto su deseo de estar con el otro, que incluso pueden llegar a expresarlo al escaparse de la casa donde viven.
Llegan a idealizar más al otro progenitor ausente, pues tienden a sólo recordar los buenos momentos pasados con éste. Es frecuente que aparezcan trastornos del sueño y de alimentación.
Cómo influye la madurez del niño
Cuanto más pequeño es el niño, dispone de menos mecanismos para procesar lo que le pasa. En consecuencia, suelen aparecer manifestaciones corporales de ello: molestias abdominales, vómitos, dolores de cabeza... es decir cuando las palabras no alcanzan el cuerpo habla.
Cuando el niño es algo mayor puede sentir que algo que él ha hecho es la causa de dicha separación y por tanto, sentir gran culpabilidad. Suelen aparecer depresiones con fases más intensas, repercusiones en el rendimiento escolar, regresiones a edades anteriores (vuelven a surgir comportamientos como mojar la cama, necesitar de la almohada o del muñeco preferido).
En niños mayores, suele desarrollarse una pseudo madurez, una cierta hiperresponsabilidad, que puede ser peligrosa, ya que frecuentemente pretenden sustituir al progenitor ausente. No es infrecuente que deseen y logren dormir con el progenitor.
*El autor es psiquiatra y psicoanalista
http://www.impre.com/laopinion/vida-estilo/2011/12/9/el-divorcio-y-los-hijos-286204-1.html
Reunión de los lunes
domingo, 11 de diciembre de 2011
El divorcio y los hijos
Por Ramón Clériga, 9/12/2011
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