El Gobierno no se atreve a transitar por el manglar de la custodia compartida y la alienación parental
JULIÁN HERNÁNDEZ 20/01/2011
En estas mismas páginas aparecía el domingo pasado el ministro Caamaño retratado por Xurxo Lobato con la cámara y Antón Losada con el Word. En la foto, el ministro Caamaño sube por la escalera de los juzgados de Coruña. Una metáfora del esfuerzo porque en el edificio de Pepe Bar todo el mundo usa el ascensor, un transporte vertical mucho más gallego: al abrirse la puerta siempre pregunta alguien si aquello sube o baja. Losada retrata en el texto al ministro Caamaño con trazo firme (¡qué tópico tan racial!) y respeto no disimulado. El ministro Caamaño es uno de los dos gallegos en el Gabinete del Doctor Zapatero. Además, el ministro Caamaño tiene más mano izquierda que sus predecesores en el cargo y es majo. El ministro Caamaño es un apasionado de su trabajo y los éxitos del ministro Caamaño son muchos y variados como las tapas de un bar. El ministro Caamaño sólo tiene un defecto -como apunta una voz anónima citada por Losada-: que es ministro. El ministro Caamaño es el titular de Justicia.
El ministro Caamaño está inmerso en lo que Losada llama "empeño en acabar con el vuelva usted mañana", una guerra a la vulgaridad en la justicia que por ahora es sólo una pequeña escaramuza contra alguna gripe estacional y una grave enfermedad incurable localizada en el alma de la paciente. El Gobierno, al que ahora pertenece el ministro Caamaño, ha sacado adelante leyes, como la de violencia de género, que pueden ser más o menos discutibles pero que defiende a capa y espada. A pesar de su ineficacia probada, como si fuera el negativo de un anuncio de detergente (seguimos viendo pasar cada día más cadáveres por delante de nuestras narices), el Gobierno no da un paso atrás. Pero hay terrenos por los cuales ni el Gobierno ni el ministro Caamaño parecen atreverse a transitar con tanta firmeza o clarividencia. Son los procelosos manglares del derecho de familia, la custodia compartida, el Síndrome de Alienación Parental y aledaños. Ante su sola mención, el Gobierno no opta por la prudencia sino por la cobardía. Por culpa de lo "personalísimo" de esos asuntos, se dan casos como el del retraso de meses del Juzgado de Familia número 5 de Vigo en dictar sentencia mientras una menor permanece en un centro de internamiento. Fue su titular quien dijo en alguna vista "y yo qué puedo hacer" en un alarde de sinceridad porque, además, sus sentencias ni siquiera se cumplen. Si un juez no puede hacer nada, el ministerio del ministro Caamaño tampoco y el ascensor de la confianza ciudadana desciende, esta vez sí, hacia la nada.
Jámblico, un novelista griego del siglo II citado por E. R. Dodds, sostenía que estamos aquí para ser castigados y debemos ser castigados. Así, el divorcio en España es legal pero no es neutro: tiene premio y castigo. Mientras haya vencedores y vencidos (entre estos siempre estarán los menores que los juzgados de familia abandonan a su suerte), el ministro Caamaño tendrá mucho trabajo por delante si no quiere pasar a la historia de la infamia que la justicia española va tejiendo día a día con tesón. Hay, por otra parte, revoloteando alrededor del ministro Caamaño, argumentos falaces. Decir, por ejemplo, que las denuncias falsas no existen porque las mujeres no mienten, es negar a la mujer su condición de ser humano dado que la mentira, junto con la estupidez y la conciencia de la muerte, es lo que nos distingue como especie. Pero, si por un azar estadístico, todas las denuncias fuesen ciertas, entonces el ministro Caamaño tendrá que pedir a la ministra Chacón que saque los tanques a la calle y organice campos de concentración en O Courel: la sociedad no se puede permitir el lujo de tener 150.000 nuevos maltratadores al año por ahí sueltos. Con respecto al Síndrome de Alienación Parental, el Gobierno se hace el soldado desconocido mientras manda a algún subalterno a hacer demagogia por el mundo adelante. A su vez, el Ministerio de Justicia ni sube ni baja ni entra ni sale, luego otorga. Si el Gobierno de Zapatero y el ministro Caamaño quieren avanzar, tendrán que arriesgarse a pisar las arenas movedizas; si no, es hora de dar media vuelta que está empezando a anochecer.
julian@discosdefreno.com
http://www.elpais.com/articulo/Galicia/ministro/Caamano/elpepuespgal/20110120elpgal_18/Tes
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