«El fin es que las parejas puedan tener una relación más o menos cordial, pero no siempre es fácil», dice la coordinadora del servicio
07.03.11
Parece una guardería, con dibujos garabateados en las paredes, motos diminutas con las que hay que tener cuidado para no tropezar en el suelo, colchonetas... El punto de encuentro familiar de Gipuzkoa, situado en la calle Prim, intenta recrear un ambiente infantil normalizado. Por la mañana, en horario de ausencia de visitas, no hay rastro, en apariencia, de las situaciones «muy tensas» que prácticamente a diario se suceden en ese escenario. Jone Aranguren, coordinadora del servicio, reconoce que la calidez del espacio no suele corresponderse con el conflicto que arrastra a unos padres hasta este punto, «la solución más extrema», que impone un juez a una pareja rota para cumplir con el régimen de visitas del hijo.
Entre los usuarios, detalla sin dar más detalles para respetar la confidencialidad de cada historia, hay cuatro reclusos de Martutene que utilizan el servicio en sus permisos de visita de fin de semana; padres «consumidores» de drogas a quienes se les supervisa el encuentro con su hijo; algún usuario con enfermedad mental y familias, las más numerosas, que utilizan el local como punto de intercambio del menor. «La norma general es que el niño nunca espere -explica Aranguren-, pero tiene que haber quince minutos de diferencia desde la entrega para que no coincidan los progenitores y así evitar más conflictos».
En el caso de las mujeres víctimas de violencia de género con una orden de protección, ese lapso de tiempo se respeta con escrupulosa precisión, de forma que «en ningún momento» puedan llegar a verse víctima y agresor. El año pasado, se atendieron 74 expedientes, correspondientes a 58 familias, en las que constan medidas de alejamiento sobre la mujer, «el colectivo más vulnerable».
El camino de la mediación
Desde el punto de encuentro, explica, se ciñen a cumplir el dictamen judicial, pero si se constata alguna nueva circunstancia «se toman las medidas adicionales que se consideren necesarias en cada momento para garantizar la seguridad de la víctima protegida y de las personas menores de edad en el desarrollo de las visitas».
«Las situaciones más delicadas suelen originarse cuando uno de los dos progenitores se altera por algún motivo, lo que puede afectar al resto de visitas». Recuerda que «la finalidad del servicio es que los padres separados puedan tener una relación más o menos cordial, pero no siempre es fácil. Hay casos que damos casi por imposibles, en que se enquista la situación, porque los padres sólo ven su conflicto personal y no piensan en que están perjudicando al niño. Pero también hemos logrado el camino de vuelta, que algunas familias resuelvan a través de la mediación, y no de los juzgados, resolver las diferencias. Aunque son la minoría».
http://www.diariovasco.com/v/20110307/al-dia-local/padres-solo-conflicto-dano-20110307.html
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