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domingo, 3 de marzo de 2013

Violencia de “Género”, la mentira más grande jamás contada. (La victoria de los mentirosos siempre es efímera)

Domingo, 3 de Marzo, 2013
Carlos Aurelio Caldito Aunión
Puedes engañar a todo el mundo algún tiempo. Puedes engañar a algunos todo el tiempo. Pero no puedes engañar a todo el mundo todo el tiempo.
Abraham Lincoln (1808-1865) decimosexto presidente de los Estados Unidos de Norteamérica.
Empecemos mostrando una “joya de la jurisprudencia”: “Los hechos han quedado acreditados por la declaración de la denunciante, por lo que a pesar de las manifestaciones que hace el denunciado, de no encontrarse en Valencia  cuando ocurrieron los hechos, resulta más convincente la declaración de la denunciante, la cual es totalmente coherente con la declaración en el Juzgado y en la Comisaría. Así mismo, no existe razón para interponer la denuncia si los hechos no hubieran ocurrido”. Sentencia del Juzgado de Violencia sobre la Mujer, número 3 de Valencia, de 11 de febrero de 2013, mediante la cual se condena al denunciado a cuatro días de arresto domiciliario (cuatro días de “localización permanente”, según la jerga judicial) como autor de “una falta de vejaciones injustas” (hemos de suponer que al entender de la magistrada-juez, existen “vejaciones justas”). Una de las conclusiones que se sacan tras la lectura del texto es que, quienes han tenido la triste suerte de nacer con pene, en España, son ciudadanos de segunda categoría, a los que se les aplica por sistema la “presunción de culpabilidad”.
En segundo lugar, en la “argumentación de la magistrada-juez” (fundamentos de derecho lo llaman, gracioso y perverso eufemismo…) subyace la idea de que las mujeres nunca mienten, pues: ¿Qué razón habría para que una mujer denuncie a un hombre, si los hechos denunciados no fueran ciertos?
Al entender de la señora magistrada-juez, las mujeres nunca denuncian falsamente… la mendacidad, como el coñac Soberano, es cosa exclusiva de los hombres. Las mujeres –ese es el mensaje implícito en las argumentaciones de la magistrada- siempre dicen la verdad, y por tanto es absolutamente impensable que denuncien a su esposo, novio, compañero, falsamente, con intención de causarle algún daño, o cosas parecidas… Insisto, eso de los embustes es cosa de la condición masculina (¡Ojo! éste no es un caso excepcional, marginal, es la práctica diaria en los juzgados conocidos como “de violencia de género”, es más así lo ordena la jurisprudencia del Tribunal Supremo)
Y lo más perverso: en caso de discrepancias entre la versión de un hombre y una mujer, siempre se darán por veraces las palabras de la denunciante, por ser lo dicho ante la juez, coincidente con lo manifestado anteriormente en la Comisaría de Policía. La magistral-juez lo denomina “coherencia”.
Dice su señoría que “pese a lo manifestado por el denunciado, le resulta más convincente lo dicho por la denunciante”. La pregunta obligada es ¿Por qué?
La única conclusión a la que uno puede llegar es que estas señoras jueces, y sus colegas varones, tienen dotes de adivinación que les permiten viajar en el tiempo y comprobar lo realmente sucedido en el lugar y en el momento, descrito por una mujer que denuncia a su compañero, por haberle infligido –supuestamente- alguna clase de maltrato, de las que se prevé en la denominada “ley integral contra la violencia de género”.
El repertorio de acciones masculinas calificables como “violencia de género” incluye desde proferir palabras soeces o malsonantes, tales como “vete a la mierda”, “que te follen”; o expeler una ventosidad, zarandear a una mujer, empujarla… hasta ejercer violencia física, puntualmente, o de manera ocasional, o el “cajón de sastre” donde todo cabe, y que nombran como “violencia psíquica” (lo común es que lo llamen violencia “psicológica”, que se supone que debería significar la “violencia que ejercen los psicólogos”, je,je,je)
Pero, como comprenderán, lo que cuente una  mujer ante el Juez, la Policía, o la Guardia Civil, dependerá del daño que pretenda infligirle a su compañero, o lo que le haya aconsejado su abogado que cuente… Da igual si es o no verdad, pues siempre –salvo honrosas excepciones- se encontrará con una juez, o un juez que dé por ciertas sus afirmaciones y considere inciertas las del denunciado. Otras veces contará con el apoyo entusiasta del Equipo Técnico Psicosocial adscrito a los juzgados de violencia de género, que certificarán que posee todos los rasgos de mujer maltratada, y su compañero de un cruel abusador… y si no, todavía queda la valiosa colaboración –también entusiasta- de algún médico, o médico forense.
Otro factor que debe tenerse en cuenta,  ingrediente necesario en esta enorme tragicomedia, es la intervención de los “abogados del turno de oficio de género”, algunos de los cuales harán todo lo posible por convencer al denunciado de que firme una sentencia “de conformidad”, por sugerencia de la fiscalía, si quiere salir de aquello que llaman “palacio de justicia” cuanto antes, y con una sanción leve, pues está perdido irremediablemente, diga lo que diga… Lo cual suele ocurrir en múltiples ocasiones, pues ya ha habido antes otro ingrediente, de especial importancia: cuando un hombre es denunciado por supuestos malos tratos a su compañera, es detenido y encarcelado en los calabozos de la Guardia Civil, o de la Policía, saltándose todas las normas legales, tales como el derecho al “recurso de habeas corpus”; y si la detención se efectúa el viernes, es seguro que el hombre pasará todo el fin de semana en el calabozo, y será puesto a disposición del juez (en algunos casos ni eso) el lunes siguiente.
En esos casos, hacer que el detenido firme lo que se le ponga por delante, y se declare culpable de un delito que no ha cometido, está “chupado”. Por supuesto, los abogados canallas (que haberlos haylos) normalmente tienen un lapsus de memoria y no le cuentan al denunciado que al firmar la sentencia “de conformidad” renuncian a cualquier posibilidad de recurso…
Y algunos se preguntarán ¿Qué ocurre en los casos en los que los embustes son de tal magnitud que, la falsaria se contradice y se sale de ojo? Pues muy sencillo, para evitar que el perjudicado pueda reclamar alguna compensación, la juez, o el juez de turno decretarán su absolución “por falta de pruebas”, que no es lo mismo que declararlo inocente.
En todos los Juzgados de Violencia de “Género” se considera que las denuncias de una mujer -o de un menor- por malos tratos o abusos siempre son veraces. Según “los expertos” ninguna mujer ni ningún niño miente en estos casos. Y quien piense lo contrario es que se está dejando llevar por vicios o estereotipos machistas y patriarcales. Es mas, no creer a la mujer o al menor es “revictimizarlos”.
Cuesta creer que gente seria e instruida pueda manifestar semejantes insensateces. Pero lo peor de todo es que muchísima gente, temerosa de la versión oficial, “canónica”, políticamente correcta, lo ha acabado creyendo o diciendo que lo cree.
Es relativamente frecuente que los jueces, atemorizados por la perspectiva “canónica” y por el enorme poder de sus acólitos, el feminismo de género, también nombrado como “feminazismo”, dicten de forma especialmente precipitada medidas cautelares, impidiendo al supuesto padre abusador o maltratador el contacto con su hijo o hija (en algunos juzgados se llega a conceder el cien por cien de las peticiones de órdenes de alejamiento para supuestos esposos maltratadores) A riesgo, claro está, de que posteriormente se descubra que el alejamiento era injusto y que éste era el propósito de la madre denunciante.
Ocurre, desgraciadamente, que meses o años de incomunicación desembocan en rupturas de los lazos entre padres e hijos o alejamientos de por vida… La parentectomía está servida:
- Por lo general al padre no se le suele escuchar nunca. Los “expertos” ya lo han condenado anticipadamente.
- Las sentencias nunca son enmendables, la versión “canónica” sostiene que los maltratadores nunca confiesan culpa alguna, y que cuando lo hacen y muestran arrepentimiento siempre mienten… Si confiesa es un maltratador, si no también, pues está mintiendo…
- Si el padre tiene “mala fama” en otros ámbitos de su vida cotidiana (trabajo, ocio, familia de origen, etc.) ello corrobora la denuncia. Y si no también, pues la versión canónica dice que los maltratadores suelen ser “buenos ciudadanos y aparentemente gente corriente”.
Se están contradiciendo principios básicos del derecho civil y penal, se está conculcando el derecho constitucional a la presunción de inocencia, se está denegando a un alto porcentaje de la población –la mitad exactamente- el derecho a un juicio justo.
Hay que sospechar, o algo más que sospechar, que hay demasiados inocentes presos, hijos huérfanos, etc. por causa de la “ideología de género”.
Las secuelas de la “Ley Integral contra la Violencia de Género” son tan destructivas como para que, afortunadamente se estén levantando voces de personas suficientemente lúcidas y experimentadas pidiendo sensatez y cordura en este ámbito, para que se derogue tan perversa ley antihombre, y antifamilias, y para que se aborden todas las formas de violencia intrafamiliar: de hombre a mujer, de mujer a hombre, de padres a hijos, de hijos a padres, e incluso de nietos a abuelos… Esto sería posible si se deja a un lado la instrumentalización política y el exhibicionismo actuales…
Gran cantidad de denuncias por malos tratos (de toda clase) “curiosamente” salen frecuentemente de algunos despachos de abogados y abogadas muy relacionados con la Asociación de Mujeres Juristas Themis, Mujeres Progresista y “asociaciones de mujeres” similares, y también íntimamente relacionadas con las “casas de la mujer”.
Diversos estudios relativamente recientes llegan a la conclusión, desalentadora sin duda, de que alrededor del 40% de los jóvenes considera que mentir es lícito, y además necesario para tener éxito en la vida…
Según esos mismos estudios, ocho de cada diez adolescentes encuestados consideran que están recibiendo una formación en valores éticos adecuada para su futura incorporación al mercado profesional e integración social. Y el 54% de los adolescentes consultados cita a sus padres como los principales modelos a seguir, mientras que el resto de encuestados cita a amigos e incluso afirman no tener ningún modelo de referencia.
Como es bien sabido, la mentira o la falsedad son lo contrario de la verdad, de lo cierto, de lo real. Las personas mentirosas son las que tienen por costumbre decir falsedades o medias verdades a propósito, por necesidad o con motivo o sin ellos, o por puro placer.
La mentira no discrimina por razón de edad, de sexo, de raza, formación académica, o cualquier otra circunstancia personal, la practican los niños, los adultos, los hombres y las mujeres, los universitarios y los ignorantes, los padres o los hijos, los amantes o los esposos, los ricos, los pobres…
La mentira está presente en cualquier lugar, en cualquier contexto: en las relaciones familiares, entre amigos, en las relaciones de pareja, en el trabajo, en la investigación científica, en la política, en la administración de justicia,… en cualquier momento y lugar, allí donde haya gente.
¿Es realmente creíble, por más que el Consejo General del Poder Judicial, el lobby feminazi y algunos grupos políticos lo afirmen, que no existen denuncias falsas por maltrato?
http://extremaduraprogresista.com/index.php?option=com_content&view=article&id=16438:violencia-de-genero-la-mentira-mas-grande-jamas-contada-la-victoria-de-los-mentirosos-siempre-es-efimera&catid=40:libre-opinion&Itemid=59

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