Publicación del año 2009
Por TONY ANATRELLA
En los discursos en torno a la cuestión social, escuchamos a menudo una nota de reproche dirigida a los padres por desatender las tareas que les corresponden como tales. La crítica se intensifica al enfocarse en aquellos padres a los cuales se reprocha un generalizado desinterés en relación con sus propios hijos, así como la incapacidad para educarlos. Por tanto, ellos estarían dando muestras de irresponsabilidad e incompetencia, abandonando a madres e hijos en una relación simbiótica.
Desde hace algunos años, el discurso sobre los padres se ha modificado. Después de reivindicarse el conflicto del padre, y luego su muerte, ahora nos encontramos reprochando
su presencia débil o su desaparición.
Ciertamente, una «sociedad sin padre» tiene consecuencias tanto en la capacidad de relacionarse con los demás como en el desarrollo psicológico de los niños. Pero los interrogantes que surgen en torno al padre tampoco demuestran que éste no haya muerto, ni que se esté verificando un restablecimiento del orden social.
La negación del padre conduce también a la desvalorización del mal, lo cual provoca automáticamente la desvalorización de todos los productos de la evolución: la cultura, el lenguaje y el sentido de la ley y los límites
Fuente:
Rafael Pérez
http://www.humanitas.cl/html/destacados/emf2009/35.html
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