Artículo del letrado José La Cave, cuya fecha de publicación data del 8 de Marzo de este año.
Miles de ciudadanos, contribuyentes y votantes, se preguntan por qué si los progenitores varones están capacitados para cuidar de sus hijos igual que las mujeres, como lo harán dentro de poco en Semana Santa, o un mes en verano o la mitad de los fines de semana, sin embargo la “Justicia” consideran que no lo están para hacer eso mismo, la mitad de cada mes.
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Fuente:
http://www.estrelladigital.es/opinion/jose-cave/consecuencias-y-repercusiones-actual-sistema-custodia/20160308203949275598.html
Después del fin de semana, miles de niños de padres divorciados, han regresado a casa de las madres. Después de estar al cuidado de sus papás, de haber desayunado, comido, merendado, cenado, bañado, realizado con ellos los deberes escolares y ocupado su tiempo de ocio jugando con papá, y cubriendo todas las necesidades materiales y afectivas de los niños, exactamente igual que lo hacen sus madres.
Miles de ciudadanos, contribuyentes y votantes, se preguntan por qué si los progenitores varones están capacitados para cuidar de sus hijos igual que las mujeres, como lo harán dentro de poco en Semana Santa, o un mes en verano o la mitad de los fines de semana, sin embargo la “Justicia” consideran que no lo están para hacer eso mismo, la mitad de cada mes. ¿o acaso la “Justicia” considera que esto no es bueno que el menor conviva con el padre? ¿o que ya con este tiempo de vacaciones es suficiente para los niños? ¿quizás la “Justicia” opina que como nada va a cambiar nunca, es mejor que ya desde pequeños aprendan que la cuidadora fundamental de los hijos es la madre, como lo ha sido tradicionalmente? ¿ o que la Constitución cuando habla de Igualdad, se refiere a mujeres y hombres, pero no a mamás y papás? ¿o consideran que esto es gratis y vivir sin papá no tendrá ninguna repercusión en el desarrollo psicológico y emocional de los niños?
Existe cada día más unanimidad en la sociedad civil, al considerar que es negativo para los menores que sean privados de uno de los padres. Y que esto debería suceder exclusivamente cuando las leyes de la naturaleza les arrebatan la vida de uno de ellos. Es inadmisible, contrario a cualquier principio de Justicia y contrario al bienestar de los menores (por los que tienen el mandato de velar jueces y fiscales) y su adecuado desarrollo, que el Estado deje huérfanos civilmente a miles de niños, contra el supremo interés de los menores y contra el deseo de miles de padres de dejar de ser los cajeros automáticos en que los convierten la “Justicia”, y el deseo de poder continuar ocupándose de sus hijos, aun cuando se rompa el matrimonio, como hacen la inmensa mayoría de los padres hoy en día, en el seno de la familia.
Si en la actualidad hay miles de divorcios, casi 3 de cada cuatro matrimonios se rompen, y los índices de natalidad son negativos, habiendo sido educados en una sociedad sin divorcio, donde tener hijos era la aspiración natural de hombres y mujeres y la familia la institución vertebradora de la sociedad, ¿qué pasará en el futuro con el matrimonio, con la familia y con la natalidad, cuando crezcan estos miles de niños que han pasado por el trauma de una familia rota y la separación del papá?
Desde luego, que si actúan las futuras generaciones de forma fría, cerebral y analítica, los adultos de mañana preferirán acudir a la maternidad subrogada con donante de óvulo para que a ningún varón sea privado de sus hijos nunca, aun cuando se divorcie de su cónyuge no progenitor. No se trata de ciencia ficción, ya que hoy en día muchos varones españoles acuden a Estados Unidos para ser padres sin madre, tal como ha hecho entre otros el cantante Miguel Bosé. Y eso, en el caso que opten por la paternidad, ya hoy en día es más corriente que muchas personas decidan no tener hijos nunca.
Las repercusiones psicológicas y emocionales en los menores, están muy estudiadas y es bien conocida la relación directa de los antecedentes familiares de la población reclusa, y su repercusión en una adolescencia que termina en inadaptación social. Esto debería ser suficiente por sí sólo para acometer un cambio radical del sistema de custodia exclusiva y aprobar una ley nacional de custodia compartida, como ya disfrutan en muchas autonomías. Por qué además, resulta que no sólo no existe igualdad entre hombre y mujeres pese al mandato constitucional, sino que depende de donde vivas actualmente existirá custodia compartida o no. Pero dicha aplicación de la custodia compartida debe ser a todos los que la soliciten por el mero hecho de la aprobación de la ley, sin más obstáculos, que lo único que hacen es crear castas de hijos separados en función no solo del territorio sino del momento jurídico temporal de la sentencia de divorcio.
No resulta lógico que la Constitución establezca unos valores de igualdad, y el Estado siga imponiendo en el siglo XXI a las mujeres, con las sentencias judiciales e intervenciones de la fiscalía, el indeseado papel de cuidadoras en exclusiva de los hijos y a los padres el ancestral y trasnochado papel de conseguidor de los recursos económicos.
Ni estamos en los comienzos del siglo XX ni en los regímenes totalitarios de esa época, que apartaban a los hijos de sus progenitores para encargarse el Estado de su educación y cuidados. Ni estamos, ni queremos volver, ni queremos imposiciones de ese corte y estilo, aunque sea de otro contenido.
Tampoco estamos en una sociedad machista donde el Estado impone a la sociedad los tradicionales y obsoletos roles de mujer cuidadora de hogar e hijos, y padre trabajador proveedor de recursos económicos para la familia. Esta no es la realidad que vivimos en la España actual.
Es más, estamos en la situación totalmente contraria donde desde la educación obligatoria se educa a los hijos en igualdad, se aprueban planes de igualdad en las empresas privadas y administraciones públicas, y se lucha por reducir la diferencia salarial entre hombres y mujeres, después de la incorporación masiva de la mujer al mundo laboral. Y esto choca radicalmente con el modelo que imponen los jueces de familia y la fiscalía en gran parte del territorio español, siguiendo una ideología claramente contraria a la Constitución y a los derechos fundamentales que establece e incluso a los Derechos Humanos y a los Derechos del Niño.
Si la ruptura de la familia es un trauma para los hijos, que tardan muchos años en aceptar, superar y adaptarse, lo que menos ayuda son las decisiones judiciales que imponen a las madres la obligación de la custodia exclusiva. Y no sólo por lo que supone para las vidas personales y laborales ambos padres, si no para los hijos que además del drama de la ruptura del núcleo familiar que les protegen, los cambios de domicilio y de colegio en muchas ocasiones, la nueva situación económica familiar, el ridículo régimen de visitas que les hace cambiar de casa varias veces a la semana, cuando no recorrer decenas de kilometros para pasar dos horas con el padre, la situación de inseguridad del proceso de divorcio, etc. además de todo eso, tienen que vivir y crecer sin la figura paterna. Eso, no sólo es lo que menos ayuda a los hijos, sino, sin duda, lo que más le perjudica. Y la gran paradoja es que los responsables de esta situación son precisamente quienes tienen encomendados legalmente el papel de protegerles y velar por su interés y bienestar, que lejos de aplicar el marco jurisprudencial y doctrinal que propugna la custodia compartida, como régimen general, se resisten a aplicarla obligando a vivir largos procesos y recursos judiciales, que no sólo prolongan la lucha y el conflicto entre los progenitores sino que obligan a los menores a vivir bajo la peor presión y estrés posible: la incertidumbre.
Los hijos crecerán desconfiando de una sociedad y de una “Justicia” que les envía mensajes completamente contradictorios, y crecerán sin creer en la familia, sin desear vivir en pareja y mucho menos tener descendencia, al menos los varones, ya que han vivido en la piel de su padre el sufrimiento de ser apartado de sus vidas, y de ellos mismos que han sufrido el duelo por el apartamiento de sus papás.
Mientras los medios de comunicación se ocupan de las grandes cuestiones de actualidad, como la unidad de España y el problema catalán, la constitución de un gobierno nacional y los pactos políticos, miles de niños, menores, siguen sufriendo en silencio el problema que más les afecta personalmente y que marcará su desarrollo psicológico y su futuro.
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