Lunes, 14 de Febrero de 2011
EL tejido social navarro se compone de individuos agrupados en familias, que, de acuerdo a su forma de relacionarse, van perfilando situaciones particulares que influyen, de alguna manera, en el futuro emocional, profesional, etcétera, de la población. Uno de los nuevos modelos que va prevaleciendo es el que surge de la actuación del juzgado de familia, a raíz de su intervención en los procesos de divorcio contencioso, en los cuales hay hijas/os por medio. En estos casos es frecuente lo siguiente: llegan al juzgado por ejemplo 2-3 hijas/os, que legalmente tienen a su papá y mamá, ambos ejerciendo patria potestad y convivencia (ésta última es elemental en la creación y mantenimiento de apego, además de la formación de esa descendencia, en los valores morales, ciudadanos, etcétera, del conjunto mamá-papá).
Como resultado de la actuación de la/el juez actuante, salen del Palacio de Justicia, habiendo perdido a uno de los progenitores (aunque ambos sean capaces y quieran criar), generalmente a mamá le otorgan (estadísticamente) la convivencia, por lo tanto siguen con ella, pero se la quitan a papá, esto implica que ambas niñas/os se quedan por la acción "de la justicia" (¿dar a cada uno lo que corresponde?) sin su progenitor, querido, necesitado y deseado, ya que son residuales los casos en que las hijas/os quieren separarse de su padre, cuando la madre pide el divorcio (o al revés). Teóricamente, hay unas cuantas leyes que deberían ser aplicadas y proteger con ello el derecho de las hijas/os a mantener sin interferencias a su papá y mamá. Pero, parece que "el superior interés del menor" sirve para justificar aberrantes, aunque legales, sentencias judiciales. La violencia institucional se descarga sobre menores indefensos, a los cuales se les orienta a perder la relación con uno de sus progenitores, con el fin de resolver el problema de los adultos. Esas hijas/os se convierten en parte del ajuar a repartir, y muchas veces en un arma arrojadiza para hacer daño al otro progenitor por parte del que tiene "el poder de la convivencia", que permite erosionar el apego y crear situaciones de conflicto permanente a fin de, que las hijas/os se decanten por descartar al progenitor forzado a ausentarse. El sistema judicial puede servir para impartir justicia o para mantener el orden, parece que en los juzgados que tratan temas de rupturas familiares, prima el segundo axioma.. "mantener el orden", por ello se explica que casi el 100% de las sentencias de custodias contenciosas se otorgan a la madre, algo que no tiene ninguna lógica siendo ambos progenitores capaces y deseosos de poder criar a sus hijas/os.
Con la custodia monoparental, al margen de los beneficios económicos y de poder que se otorga per se al que se queda con los retoños, un/a juez de familia torpedea en la línea de flotación el apego de las menores hacia el progenitor excluido del hogar familiar, ¿suena increíble?... Es lo que hoy ocurre, más de una hija/o de padres separados lo vive en carne propia, el sufrimiento que provoca esta adaptación forzada es inestimable, no digamos cuando hay otros componentes como; estrés postraumático, síndrome de alienación parental, de Turkat, de progenitor malicioso, parálisis emocional, etcétera. Con la nueva Ley de Custodia Compartida, que se está tramitando en nuestro Parlamento, pueden nuestros políticos cambiar este miserable panorama, por uno mucho más acorde con los conocimientos actuales sobre desarrollo psicofísico sano de los niños y niñas navarras. ¿Lo harán? Lo dudo en vista a las enmiendas presentadas, donde aumentan el poder de los jueces y promueven la contenciocidad.
Es perverso preconizar que es lo mismo amplio horario de visitas que custodia compartida, también lo es involucrar a las hijas/os en los intereses económicos y emocionales de sus progenitores, y taparlo con la coletilla "superior interés del menor", que oculta los verdaderos motivos de emitir sentencias que promueven familias perversas, donde se les dice a las hijas/os que lo malo es bueno (las ideas con sangre psíquica entran). Hijas/os que repudian a uno de sus progenitores, sin saber por qué o creyendo que lo saben, con pensamientos inducidos con apoyo institucional. La Asociación Hijos Separados promovió entre los partidos políticos el actual proyecto de ley, hace ya un año, porque creemos que es una herramienta fundamental para acotar el poder de los jueces/as que por ideología de género, provocan tanto daño en los hijos/as. Seguiremos luchando por ellos, ya que no se han tenido en cuenta nuestras enmiendas. La futura ley facilitará la formación (para el resto de la vida) de familias disfuncionales.
http://www.noticiasdenavarra.com/2011/02/14/opinion/colaboracion/la-familia-perversa
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