Ofelia Perez
Muchos padres tienen por costumbre llamar a sus hijos con nombres y adjetivos despreciativos cuando los regañan, y hasta en broma. En todas las culturas, idiomas, clases sociales y niveles educativos, escuchamos a padres y madres llamar a su hijo: "bruto", "tarado", "anormal", "animal", "vago", "lento", "morón", "seco" y otros epítetos desagradables. Incluso hablan de ellos a otras personas utilizando los mismos adjetivos. Pareciera que les ponen etiquetas.
Hay padres que fueron criados así y ellos asumen el hábito. Papá tiende a ser más rápido en sus reacciones negativas hacia los actos de los hijos. La madre que cría sola porque hay padre ausente, tiene mucha ansiedad porque tiene que llenar todas las necesidades y está bajo mucha presión. A veces se le agota la paciencia y se desquita con el niño (de hecho, se sabe que ocurre más maltrato en los hogares de padre ausente).
En algunas familias, el insulto personal en el regaño es una costumbre y no lo encuentran malo. Cualesquiera sean las situaciones, este hábito hace mucho daño a corto y a largo plazo. No solamente perjudica al niño por lo que se le dice, sino por quién se lo dice, pues lleva la carga emocional de las personas más significativas. Hay millones de adultos fracasados o con serios problemas de auto-estima porque les llamaron adjetivos negativos desde pequeños.
¿CUÁLES SON LOS DAÑOS?
1. Tus palabras programan a tu hijo. Le dices un insulto personal y vas a lograr que durante toda su vida busque inconscientemente ser como le dijiste. Eres su padre o madre, y él cree que todo lo que tú dices es correcto.
2. Tu regaño no es efectivo porque no lo relacionas con lo que hizo, así que no logras cambiar la conducta, sino afianzarla.
3. No eres específico sobre la falta porque generalizas en un insulto lo que el niño hizo, y eso es irreal. Una sola conducta no le da una cualidad permanente a nadie.
3. Degradas a tu hijo y le destruyes su estima propia. No solamente cree que tu insulto es verdad, sino lo llega a creer de sí mismo, lo acepta y se lo admite a todo el que se lo dice después. Permitirá que otros lo insulten y se burlen de él.
4. Terminará diciéndoselo a sí mismo cada vez que algo le salga mal y justificando con eso muchas conductas erróneas. Por ejemplo: "Fracasé en las matemáticas porque soy bruto. Bueno, papi siempre me ha dicho que soy bruto para las matemáticas (o que "soy bruto").
5- Perjudica tu relación con tu hijo. Ni insultes a tu hijo, ni permitas que otro lo haga ni en broma.
ENTONCES, ¿CÓMO REGAÑAS?
1. Dirige el regaño al acto que estuvo incorrecto, a la conducta, no a la persona del niño o del joven. Describe la conducta como te parezca, sin convertir lo que dices en una agresión personal. Por ejemplo, en vez de decir "eres tonto", di lo que estuvo mal y cuál es la consecuencia. Todavía si dices que el acto "fue una tontería", no tiene la misma consecuencia negativa que decir "eres un tonto".
2. Dile a tu hijo cualidades positivas opuestas a la conducta que tuvo. "Tú eres un joven o un niño inteligente...esa conducta no se parece a ti..."
3. Explícale que su conducta no es aceptable y por qué. Hazlo de la manera más simple, según la edad (cuando son muy niños, explica de manera simple).
4. Dile cómo lo hubiera hecho mejor, para que cambie la conducta la próxima vez.
El regaño no está supuesto a ser una agresión, sino una ocasión para corregir, educar y dirigir hacia un cambio en el comportamiento. Es otro momento para formar el carácter de tu hijo. El mensaje apropiado debe ser: "Tú eres aceptado y amado, pero esa conducta no es aceptable".
http://familia.aollatino.com/2012/01/30/como-reganar-hijos/
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