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- La niña de Baeza abrazó al padre y le dijo llorando que desea volver a la normalidad
http://www.diariodejerez.es/article/opinion/1210101/maltrato.htmlDICE la tele que un matrimonio ha sido detenido por impedir que su hija menor de edad pudiera salir a la calle el pasado día 28. Me imagino que le impedirían salir como castigo por alguna fechoría de la muchacha, por lo cual no veo yo nada noticiable, sino un acto de ejercicio responsable de la patria potestad. Pero como quiera que cada vez se están judicializando más las relaciones humanas, resulta que es toda una noticia que unos padres cumplan con su obligación y traten de educar a su hija, una zagala de dieciséis que ya pueden ustedes imaginarse cómo tendrá los gorriones. Cuando yo trabajaba en la Justicia, la cosa estaba clara: sólo se perseguía a los padres que causasen grave lesión o quebranto a sus hijos excediéndose en la corrección. ¿Y qué es excederse en la corrección? Pues chispa más o menos esto: mandar al chico al hospital por sacar un 4,8 en un control de Matemáticas, o como quiera que usted es un Butrageño frustrado, ponerlo de inútil y menospreciarlo por fallar un penalti en un partido con los de 3º-B. Meter la letra, o los números, con sangre, o insultar a un delantero alevín sí que son malos tratos y deben ser perseguidos, pero quitarle a un padre o una madre el derecho y la obligación de reprender a una adolescente y dejarla sin discoteca un sábado, o darle un buen coscorrón en su momento justo, me parece un abuso y una intromisión intolerable en lo privado. Cuánto echo yo de menos algún bofetón que no me dieron por piedad, o por dejación. Cómo agradezco algunos alpargatazos que sí me dio mi abuela y que me pusieron las cosas muy claritas. Se pasa uno la vida aterrado imaginando el dolor de miles de niños de todo el mundo, en manos de tiranos, víctimas de la pobreza, de la enfermedad, y resulta que para nuestros periódicos sólo es reseñable este arresto domiciliario de una menor que, algún día, agradecerá los desvelos de sus padres. Yo no suscribo el refrán que dice que al árbol hay que enderezarlo desde pequeño porque si no luego cuesta mucho trabajo. En realidad yo no suscribo ningún refrán. Pero sí que aplaudo a los padres que se toman en serio su cometido y dan el tortazo justo en su justo momento. Como aplaudo a estos padres ahora enjuiciados que, no me cabe duda, quieren lo mejor para su niña y no pretenden más que conducirla -educarla- hasta hacerla una mujer de verdad.
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