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lunes, 5 de marzo de 2012

Papá con hijo huérfano de padre

Lunes, 5 de Marzo, 2012
CARLOS MELGA MESA
Estas líneas las escribe un hombre, alguien que en un momento de su vida sufrió la siempre dolorosa ruptura de su matrimonio. Por aquel entonces, ya era padre de un precioso niño de dos años de edad.
Casi sin darme cuenta, pasé a engrosar las filas de ese invisible ejército de sombríos árboles sin raíces; digo sin raíces porque me fueron arrancadas por la guadaña de la falsa moral y la hipocresía teñida en la mal llamada Ley de igualdad. Ni los hombres de ahora son aquellos que trabajaban en la calle hasta altas horas y llegaban a casa como dueños y señores, ni las madres de hoy se asemejan a las que con tanto mimo cuidaron de nosotros.
Las madres de hoy son trabajadoras, con horarios y obligaciones iguales o más que aquellas que nos achacan taimadamente para que no podamos ejercer de papás de primera fila.
Me convertí en uno más de los que mira cada noche una cama infantil vacía, con sus juguetes favoritos sobre la almohada y se consuela con una foto de recuerdo sobre la mesilla de noche.
La custodia compartida, un concepto jurídico vacío de contenido en muchos juzgados de este país, se plantea como un tema tabú al igual que cuando se intentaba hablar de sexo en trasnochadas épocas. ¿Un padre compartiendo a su hijo el mismo tiempo que la madre? ¡Imposible!: “desestructuraría la vida familiar del niño”. Así fue que sin saber cómo, me incluyeron en la enorme lista de padres inhumanos, maltratadores, insensibles y un millón de cosas por el estilo.
Hoy se habla de apadrinamientos de niños en África, adopciones en familias diferentes (monoparentales, homosexuales…) como algo bueno y saludable para la sociedad cambiante en la que vivimos. ¡Fantástico, yo lo comparto!. ¿Pero que hay de esos padres naturales?.
No, esos sólo pagan facturas y se convierten en papás de quita y pon. Nos convertimos por arte de magia en papás de cuatro buenas noches al mes y vemos cómo en muchos caso, otros “papás” comparten con nuestros hijos ese tiempo que nos fue arrebatado en una meticulosa y bien expresada sentencia pero fría hasta las entrañas. 
Fines de semana perdidos por una gastritis cuando el niño reconoce haber comido un día después en el Mc Donald, bronquitis agudas de semanas celebradas días después con un viaje a Sierra Nevada, hijos adolescentes que vuelven al cabo de los años al piso alquilado de su padre porque se hacen insoportables para la nueva vida de sus madres y así un largo etcétera de surrealismo total. ¡No sea usted exagerado, nos dicen abogados y jueces!.
¡Señores!: convertimos a nuestros hijos en herederos de frustraciones, roces y malos entendidos y prejuicios de sus progenitores. ¡Mil gracias estimadas señorías de toga fina!.
Apelo a la humanidad y valentía de jueces, políticos, periodistas y personas de bien de cualquier sexo, raza o religión. ¡Basta ya de humillaciones y retirada de derechos a hijos y padres. Les recuerdo señorías, que un hijo lo hacen dos personas y si una de ellas, el papá, está obligado a cumplir con las necesidades de manutención, también lo serían las necesidades de cariño, llevarlos al colegio, al médico y compartir sus tareas y aprendizajes. ¿O esas no son importantes?.¿Sólo las económicas?.
Me vienen a la mente las palabras de un sabio de hace más de 500 años antes de Cristo. Confucio ya dijo que “para poner al mundo en orden, antes debemos poner al país en orden; para poner al país en orden, antes debemos poner a la familia en orden. Las familias desordenadas engendran países desordenados y los países desordenados un mundo aún más desordenado”.
Con los ánimos por los suelos, me despido animando a ese ejército de padres que no se rinden a ser papás, a las mujeres que callan y conocen la injusticia y les recuerdo a aquellas personas que quieran escuchar, que aunque nos roben la infancia jamás recuperada de nuestros hijos, los seguiremos queriendo hasta el fín de nuestros días. ¡Eso no pueden quitárnoslo!
http://www.estrelladigital.es/cartas/Papa-hijo-huerfano-padre_0_1132686954.html

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