MADRID.- Tener una pareja o una familia conflictiva, estar divorciado o en estado de viudedad son algunas de las circunstancias que favorecen el sentimiento de soledad. Ahora, un grupo de investigadores determina cuáles son los perfiles más proclives a sufrirla y confirma que esta sensación de aislamiento puede contagiarse, especialmente entre mujeres.
"Las personas solitarias tienden a compartir su soledad con otras y, tal y como muestran los resultados de nuestro estudio, esto termina 'contagiando' a aquellas con las que interactúan más", indican los autores del artículo, publicado en 'Journal of Personality and Social Psychology'.
Lo que ocurre es que "suelen transmitir sus sentimientos de soledad a las personas más allegadas, de forma que también éstas pueden volverse solitarias", explican los responsables de este trabajo, realizado en las universidades de Chicago, California-San Diego y Harcard, en Estados Unidos.
Además, los investigadores también han definido cuáles son los perfiles más proclives a sentir soledad. Observaron que aquellas personas que viven solas, no tienen contacto frecuente con sus amigos y familiares, se sienten frustradas por alguna circunstancia en la vida, tienen algún problema de salud, estrés, una pareja o familia conflictiva, están divorciadas o en estado de viudedad, tienen más probabilidades de experimentar sentimientos de soledad.
Para llegar a estas conclusiones, los científicos se han servido de los datos de un estudio realizado en Massachusetts que, durante un seguimiento de 60 años (tres generaciones), evaluaban los riesgos de enfermedad cardiovascular en más de 5.200 personas. A través de gráficas que representaban los amistades de estos individuos y de la recopilación de información sobre sus informes de soledad, los autores pudieron determinar el patrón de soledad y también algunas características de aquellos que tiene menos riesgo de sufrirla: el matrimonio, una buena educación e ingresos altos.
Los especialistas observaron, además, que las mujeres se 'contagian' mucho más rápidamente de la soledad de otros que los hombres. En este sentido, Vicente Prieto, especialista en Psicología Clínica y vocal de la Junta de Gobierno del Colegio Oficial de Psicólogos de Madrid, matiza que "no hay datos verdaderamente significativos en la literatura científica que diferencien a ambos sexos. Depende del estilo personal de quien interactúa, de sus herramientas sociales: contacto visual, tono de voz, capacidad para iniciar y mantener conversaciones, saber empatizar, hacer críticas, expresar las emociones y tomar decisiones, entre otras".
Predisposión al aislamiento
"La expresión facial, las posturas, los movimientos y los comportamientos propios de quienes se sienten solos pueden contribuir al contagio de este mal", según versa el estudio. Es decir, "transmiten una comunicación no verbal que le está diciendo al otro que no le apetece estar con él, de forma que este otro interlocutor, si es una persona con cierta predisposición al aislamiento, se siente rechazado en la interacción y se deja contagiar por los los sentimientos negativos", argumenta Mónica Pereira, psicóloga y una de las directoras de la clínica Haztúa Psicología Positiva.
"Si este otro interlocutor fuera una persona asertiva, más segura de sí misma y con capacidad de decidir cómo quiere sentirse ante situaciones de tristeza, no pasaría nada", puntualiza Vicente Prieto. El 'contagio' de la soledad se produce cuando la otra persona tiene cierta predisposición al aislamiento o pocas habilidades sociales.
Ambos especialistas están de acuerdo en que no se trata tanto de contagio como de que los individuos tienden a elegir amistades con actitudes similares a las propias. Una teroría que también señalan los expertos estadounidenses: "Los solitarios se atraen".
Como explica la psicóloga española, "alguien que se aisla poco a poco y a quien no le gustan las relaciones multitudinarias sólo se acercará a personas que compartan estas preferencias. Normalmente, nos aproximamos más a la gente con nuestros mismos patrones".
Según muestra el estudio, tienden a ser más tímidos, más hostiles, tienen más ansiedad y menos autoestima. Además, se muestran desconfiados con su entorno. Mónica Pereira indica algún aspecto más: "Les cuesta sonreir, ningún plan les parece atractivo, no toman la iniciativa, no muestran ganas de hacer nada...". Así es como, poco a poco, van perdiendo los pocos vínculos que les quedan.
Las causas de este síntoma (no enfermedad) pueden ser varias: "una depresión, personalidad patológica o simplemente es que en determinados momentos les apetece estar solos", comenta la psicóloga. Este tipo de personas, "no tienen habilidades de comunicación ni capacidad para saber leer la comunicación no verbal de los demás, pero esto es algo que se puede aprender desde niños o en talleres cuando se trata de adultos", añade.
Según estudios previos, "la soledad está asociada con enfermedades como la obesidad". Como explica Vicente Prieto, esto sucede porque, normalmente, "los sentimientos de soledad están relacionados con la baja autoestima, la percepción de culpabilidad, altos niveles de ansiedad y depresión, lo que lleva a un abandono social y también físico".
"Es importante que la gente que se siente sola pueda recibir ayuda para intentar reparar sus relaciones sociales y crear una barrera protectora contra la soledad", concluyen los investigadores, especialmente teniendo en cuenta que en estos casos, su calidad de vida se resiente.
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