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martes, 29 de mayo de 2012

La violencia contra los menores no se reduce

Martes, 29 de Mayo, 2012
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- Maltrato Infantil

El gran déficit de Catalunya es la baja tasa de niños tutelados acogidos en familia ajena | La visita permite descubrir como los niños maltratados recuperan la sonrisa | Hay que promover la acogida ya que los centros residenciales son el último recurso
Estudios realizados en distintos países coinciden en una cifra: casi un 20% de los menores de 18 años años han sufrido a lo largo de su infancia o adolescencia algún tipo de abuso sexual o malos tratos. Como sucede con otros tipos de violencia, véase la de género, ni los cambios normativos, ni las campañas de sensibilización tienen un efecto inmediato. Y en el caso de los menores sus efectos se prolongan en el tiempo. Estos niños maltratados serán mucho más propensos a distintas enfermedades cuando sean adultos y un elevado número serán potenciales maltratadores de sus propios hijos.
El reciente informe de Unicef Comitè Catalunya recomienda "promover la acogida familiar como un recurso alternativo al núcleo familiar del menor y limitar la acogida residencial como un último recurso, que es particularmente inapropiado para los niños más pequeños de seis años". Y es que, como señala el catedrático de psicología social de la Universitat de Girona Ferran Casas, "el gran déficit comparativo del sistema catalán en relación con otros países es la tasa muy baja de acogidas en familia ajena".
Para entender el problema basta con estar unas horas en un centro de acogida de urgencia a menores de 12 años a los que un día la dirección general de Atenció a la Infància i l'Adolescència (Dgaia) quitó de la tutela de su familia biológica tras detectar malos tratos. A, de 3 años, llegó con la cabeza hinchada por los golpes de su padre; B y C son dos hermanos de una familia bien situada, a los que su padre utilizó para que espiasen a su madre en un proceso de separación, la niña no lo pudo resistir e intentó quitarse la vida con 9 años; D sufrió durante años abusos por parte de su abuelo; E. tenía malos sueños, llegó con el síndrome de abstinencia, su madre fue drogadicta durante el embarazo...
No se pueden dar nombres, tampoco referencias del centro -en la periferia de Barcelona-, para evitar que algún padre intente recuperar por la fuerza a sus hijos, como ya ha sucedido. "Antes teníamos más casos de negligencia, ahora abunda más la violencia física", nos dice la responsable del centro. Hay casi tantos cuidadores como niños en este chalet convertido en hogar de acogida. "Se nota cuando un niño lo ha pasado mal en cómo busca los abrazos", comenta uno de los monitores. "Tenemos una foto de X el día que llegó que lo dice todo sobre lo mal que lo pasó, ahora ya empieza a sonreír y ya no tiene miedo a los ruidos", añade otro. Pero pese al entusiasmo de todo el equipo, saben que lo mejor para esos niños será encontrarles una familia de acogida. Aquí estarán seis meses o un año, pero lo ideal sería que su destino no fuese un centro de larga acogida.
Antoni Natal Pujol, responsable de la Unitat de Pediatria Social del hospital Germans Trias i Pujol de Badalona, considera que "durante muchos años la tendencia ha sido considerar el maltrato infantil como un problema judicial o delictivo y limitar nuestra actuación a una simple tarea burocrática, de comunicación a las instancias judiciales ante la sospecha más o menos fundada". Natal es crítico con la actitud cómoda de muchos profesionales (pediatras, trabajadores sociales, psicólogos) y de la propia administración que tratan el problema con distancia y son más partidarios de descargar la responsabilidad de la protección en las decisiones judiciales. Y pone dos ejemplos de malas praxis. "Cuando hay una sospecha de abuso sexual, lo primero que se hace en muchos casos es mandar a la niña a un reconocimiento vaginal, cuando en la mayoría de abusos no hay penetración, y con ello se le inflinge otro agravio". Una situación repetida es la de los niños maltratados que "al cabo de varios años deben revivir el pasado cuando llega el juicio y a lo mejor ya han rehecho su vida".
Natal añade que "el maltrato infantil no es sólo un delito sino, principalmente, un problema de salud". Como responsable de esta unidad creada en el 2002 para la detección y tratamiento de menores maltratados, expresa su preocupación por las consecuencias biológicas y psicológicas a medio y largo plazo. Se ha demostrado que malos tratos continuados provocan un desarrollo cognitivo más bajo, una frecuencia más alta de trastornos de conducta y una mayor vulnerabilidad de futuro ante distintas enfermedades. Además, "el maltrato prolongado y precoz produciría una reprogramación o adaptación al medio del desarrollo cerebral" que "constituyen la base de la transmisión transgeneracional del maltrato".
Montse Juvanteny, presidenta de la Fundació Concepció Juvanteny -que gestiona tres centros de referencia para menores tutelados-, es rotunda: "La pérdida de una familia para un niño es muy grave porque se quedan sin vínculos". Con la fundación Gestitursa han establecido un convenio para promover la acogida. El objetivo: reducir el número de menores tutelados en Catalunya (2.701) acogidos en 130 centros (de urgencia, residenciales, pisos asistidos). Josep Lluís Ortuño, director general de la Dgaia, reconoce el déficit de familias acogedoras en un país que se ha distinguido, en cambio, por liderar a nivel mundial las adopciones internacionales. "Faltan más campañas, la gente debe saber que hay también una prestación económica a las familias para compensar gastos y que la mayoría de niños no son desamparados por malos tratos sino por negligencias".
http://www.lavanguardia.com/sucesos/20120529/54300688401/violencia-menores-reduce.html

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