Jueves, 17 de Abril, 2014
Carmina Santos
Cada año, al llegar este día 19 de Marzo, la figura paternal de mi padre viene a mi recuerdo con más intensidad. Sólo pude disfrutarlo 20 años, pero fueron intensos y llenos de plenitud. Siempre tuvo ese gesto afable a la vez que delicado. Era ese buen padre que piensa para querer. Ese buen padre que decía que sí cuando era sí, y no cuando era no. Mi padre supo templar mi carácter de niña soñadora y aventurera llevándome por el camino del deber y del trabajo, pero sin abandonar el disfrute de las buenas cosas que la vida nos ofrece. Nunca propició un ambiente de disciplina exagerada, sino una buena dosis de constancia y naturalidad. Me enseñó a respetar las pequeñas cosas -ese jarrón de porcelana que podría romper y hacerme daño con él, me enseño a respetar mi entorno y a las personas, no por su condición si no simplemente, por ser personas. Propició un ambiente que permitiera el desarrollo del potencial de sus dos hijas en un marco de libertad responsable, y no de dominación.
Mis padres fueron un ejemplo de familia, esa familia ideal que las películas nos proyectan y el divorcio nunca asomó por aquellos tiempos en nuestras vidas. Hoy día sin embargo el divorcio es una realidad indiscutible de nuestro tiempo que plantea un problema añadido, el de cómo seguir manteniendo la relación con los hijos. Considero que los matrimonios con hijos tienen una doble relación: la de los esposos entre sí, y la de éstos con sus hijos. La primera es la relación conyugal; la segunda, la parental.
No todas las parejas que se divorcian llegan a esta reflexión, y cargan sobre los hijos esa frustración del final como pareja. Llegando algunos padres a renunciar a esos hijos y situarlos en un segundo plano cuando forman una nueva familia. Y algunas madres a proyectar en sus hijos la frustración de su ruptura sentimental.
Si hoy hablo de la figura del padre es porque hoy soy lo que soy por los valores que mi padre me inculcó, porque su figura sigue estando presente en cada uno de mis días, porque soy una defensora de la custodia compartida en los casos de divorcios, porque considero que los padres que han logrado vencer las tradiciones atávicas de ser meros proveedores, comparten el gozo en la crianza de los hijos y hablan y ponen en práctica "una nueva dimensión en la convivencia familiar".
En el fondo, todos somos padres adoptivos; porque el hecho de ser padres es algo más que la procreación. Tener hijos no nos convierte en padres, igual que tener un piano no nos conviene en pianistas. La paternidad es un acto consciente de amor.
“Juntos, tomados de la mano, padre y madre guiamos a los hijos en el camino de la vida”.
Enlaces:
- "El otro día del padre"
- Colectivos pro custodia compartida piden eliminar el Día del Padre
http://digitalextremadura.com/not/50767/padres_y_padres/
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