La pediatra detectó peligro de muerte en el bebé maltratado

Martes, 29 de Abril, 2014

La médico dijo al juez que las lesiones que presentaba son compatibles con "zarandeos" de adultos

Adolfo Diz, el abogado de la madre del bebé y la abuela materna, abandona el juzgado

"¿Estuvo en riesgo la vida del niño?". El fiscal Carlos Valenzuela no se anduvo con miramientos en la pregunta formulada a la pediatra de la UCI del CHUO que atendió al bebé de 11 meses ingresado el pasado mes en estado grave a consecuencia de un presunto maltrato por parte de personas de su entorno familiar. Pero la médica fue clarificadora en su respuesta y tampoco se anduvo con rodeos: "Creo que sí". La pediatra y una trabajadora social del CHUO declararon ayer como testigos en las diligencias del Juzgado de Instrucción 1 por una presunta tentativa de homicidio en las que figuran imputadas ocho personas del entorno familiar, incluida la madre y el novio de ésta.
La especialista, la misma que se encargó de la supervisión del niño desde octubre de 2013 hasta el 27 de febrero, expuso de manera didáctica sus argumentos sobre las graves lesiones que presentaba el 21 de marzo, fecha del ingreso por un episodio de "muerte súbita abortada". El examen reveló hematomas en varias partes de su cuerpo, incluida la cabeza, y, según declaró el compañero sentimental de la madre, obedecían a que él mismo intentó reanimarlo. También presentaba  una hemorragia subconjuntiva en el ojo izquierdo.
Ahora bien, el examen radiológico a fondo destapó la caja de Pandora. El pequeño tenía la mandíbula rota y  reveló antiguas lesiones en extremidades (brazos y piernas), incluidas las vértebras, con daños craneales recientes a consecuencia de golpes. La pediatra apreció que no eran fracturas limpias  sino fruto de zarandeos o arrastres, producto de varios episodios de maltrato.
La testigo hizo dos apreciaciones con segunda lectura incluida. El nerviosismo del novio de la madre en el servicio de Urgencias y el hecho de que el bebé no se tranquilizaba cuando la madre lo cogía. Más aún, puso en conocimiento del juez y del fiscal la repuesta del niño cuando estuvo ingresado en la UCI, ya que lloraba ante la presencia del único enfermero de la unidad, mientras que se tranquilizaba cuando era atendido por el resto de la plantilla femenina. Según la pediatra, el bebé se mostraba intranquilo ante la presencia de varones en su entorno.
En el historial médico del pequeño figura que en la misma semana que ingresó en el CHUO su madre acudió con él a un centro de salud porque el niño lloraba y tenía fiebre, además de una tumefacción en la nariz, que la progenitora atribuyó a una caída. En ese momento, el facultativo no apreció nada anómalo.
La médica también descartó que el niño padezca una osteogénesis imperfecta (huesos de cristal) porque, según su parecer, la hubiera detectado en las distintas revisiones que pasó el pequeño. Asimismo, cree que la autoría de las lesiones del bebé son compatibles con un adulto, descartando así que la otra niña que vivía en la casa (tiene cuatro años) participara en los episodios de maltrato.

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