13/1/2011 REDACCION
Carlos Aurelio Caldito Aunión.- ¿Quién no tiene un@ cuñad@, o amig@, o enemig@ ‘feminazi’? En el entorno cultural al que pertenece España hace algunos años que se viene utilizando un nuevo vocablo: “Feminazi”. Se suele nombrar de ese modo a gente que recurre a discursos del tipo: “Después de siglos de sojuzgamiento, marginación, discriminación, maltrato a la mujer…”. (Nunca hablan de ‘mujeres’; siempre en singular, como si las mujeres fueran un ‘todo homogéneo’) y para más INRI suelen añadir: “¡De todas maneras, tú no te preocupes, las feministas no odiamos a los hombres!”. Esta frase es utilizada por las mujeres que se sienten atacadas y se ven en la necesidad de demostrar que las feministas son personas razonables, racionales y no actúan por miedo, fobias o cosas por el estilo.
Vean una muestra: “Hay muchos hombres que forman parte de mi vida: mi padre es un hombre, mi novio es un hombre, mi mejor amigo es un hombre y mi hijo es un futuro hombre… Estos hombres me encantan, por supuesto… También hay un par de hombres que considero amigos. Me encantan, me gustan unos pocos hombres, pero los hombres como ‘género’, los hombres como una ‘especie’, no merecen para mí más que el desprecio y la sospecha. ¿Por qué habría yo, u otra mujer, de tener afecto por los hombres?
Uno de cada cuatro hombres es violador. Los hombres poseen muchos, muchísimos privilegios respecto de las mujeres, reciben trato de favor, trato preferente en casi todos los ámbitos de la vida. Cada hombre es un potencial maltratador, un posible agresor y abusador de cualquier mujer, que casi nunca conoce sus intenciones, cada desconocido es capaz de volverse violento cuando una menos lo espera, o tratar a las mujeres de forma cruel, y las estadísticas sobre la violencia masculina demuestran que no solo es posible, sino lo más probable. Aparte de los pocos que me han demostrado su amor y una cierta amistad que merece la pena, voy a seguir odiando a los hombres, recelo de los hombres, seguiré sospechando de ellos, hasta que se me demuestre que no existe ya necesidad de seguir odiándolos, o teniendo recelo”.
¿MISANDRIA?
La palabra misandria proviene del griego y significa ‘odio’ al ‘hombre’. Etimológicamente es el antónimo de misoginia. Sigmund Freud ya contemplaba en sus análisis del psiquismo humano un fenómeno opuesto a la misoginia, descubierto al estudiar un caso de homosexualidad femenina o lesbianismo, pero en su tiempo aún no existía un nombre para definirlo. El Diccionario de la Real Academia Española aún no ha incluido la expresión “misandria”, y como vocablo antónimo de “misoginia” (‘odio a la mujer’) utiliza “androfobia” (‘horror al varón’), que en realidad es el antónimo de “ginefobia” (esta palabra sí está aceptada por la RAE). El término griego “fobos” significa ‘fobia, miedo’, en cambio “miseín” significa ‘odio’. En la lengua inglesa se ha aceptado la palabra “misandry”, habiéndose popularizado la expresión, e indudablemente está más extendido su uso que en el español; pero como no es de extrañar, el neologismo está siendo especialmente cuestionado por algunas corrientes feministas. En francés existe el vocablo “misandrie”.
La palabra “misandria” surgió a finales del siglo XX, como reacción a la aparición (aproximadamente a mediados del siglo pasado) de una ‘cultura feminista’, basada fundamentalmente en el odio al hombre, y con ánimo de venganza visceral hacia el supuesto sistema patriarcal existente en todas las sociedades hasta ahora conocidas, y que durante siglos -según la versión feminista- ha subyugado y condenado a las mujeres a desempeñar funciones secundarias.
Paul Nathanson y Katherine K. Young, autores del libro Spreading Misandry: The Teaching of Contempt for Men in Popular Culture, publicado en 2001, afirman que la misandria convierte a los hombres en los chivos expiatorios de todos los males sociales y a las mujeres en las víctimas oficiales responsables de todo lo bueno. Arguyen que el feminismo misándrico (también denominado “feminazismo”): “es una ideología derivada del marxismo y del romanticismo en la cual la clase o la nación son remplazados por el género como concepto central”.
La androfobia está considerada una enfermedad mental tratable, a diferencia de la misandria; el ejemplo más representativo de misandria es el Manifiesto SCUM de 1967, escrito por la feminista extremista Valerie Solanas, famosa por intentar asesinar a Andy Warhol.
Esta clase de feminismo (actualmente el más influyente, sin duda) proclama que todos, hombres y mujeres, nacemos iguales, y pretende también anular las diferencias de naturaleza entre los sexos. La tesis central del feminismo misándrico es que el hombre, como ‘género’ -sexo psicosocial- es el que ha mantenido a lo largo de toda la Historia de la Humanidad a las mujeres dominadas y sometidas (lo que denominan patriarcalismo o falocentrismo).
El feminismo triunfante, o feminazismo, alienta abiertamente, promueve y ejerce la misandria, es claramente antihombre. Identificar al varón como el sujeto del mal y la causa de los dolores y los sufrimientos de las mujeres de todos los tiempos es un posicionamiento misándrico y generador de misandria.
http://www.alertadigital.com/2011/01/13/la-androfobia-religion-oficial-del-feminazismo/
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