Iván Álvarez Raja, exedil de Festejos, se defendió en el juicio por maltrato negando haber pegado a su exmujer, a la que acusó de infidelidad
Iván Álvarez Raja acudió al Juzgado con una caja infantil en la mano
«Sabía que tarde o temprano me iba a denunciar, por eso en todo momento quise que intercambiásemos a la niña en lugares públicos y siempre en presencia de otras personas». Iván Álvarez Raja, secretario de Organización del PSOE de Gijón y exconcejal de Festejos, se sentó ayer en el banquillo de los acusados por un supuesto delito de malos tratos hacia su exesposa, Irene Mier. Llegó con semblante serio, con traje oscuro y portando una caja de latón de dibujos infantiles que durante la declaración de su exmujer se dedicó a abrir y cerrar de forma continuada. ¿Un código privado?. «Si ese era su objetivo, no lo pillé. Pero no me extrañaría, porque estoy ya muy acostumbrada a esa clase de esperpentos», comentó ella una vez concluido el juicio, celebrado con audiencia pública en el Penal 3.
El exedil negó haberla agredido el pasado 5 de enero cuando fue a recoger a su hija, de 3 años, al que era el domicilio conyugal, en la parroquia de Vega-La Camocha. Sí reconoció que se había «enfadado mucho» al comprobar que ella había cambiado la cerradura. «Lo que quería era que yo no pudiese entrar para dormir con otro en mi cama», espetó ante la jueza.
Según consta en el escrito de la fiscalía, que pide para el procesado once meses de cárcel y una orden de alejamiento de 200 metros durante dos años, Iván Álvarez Raja llamó a la puerta y le pidió enfurecido a su esposa que le diese una copia de las llaves de la casa y la documentación del coche. Al negarse, se dirigió directamente a un cajetín donde guardaban las llaves y luego se dispuso a buscar en el interior del bolso de Irene Mier. Fue entonces, al tratar de impedírselo, cuando presuntamente la empujó de forma violenta contra el marco de una puerta. En el parte de lesiones que consta en los autos y que fue elaborado dos horas después por la médica de un centro de salud, se refleja que la víctima presentaba un hematoma en la parte baja de la espalda.
Los dos testigos que declararon durante la vista oral, la hermana de ella (Alejandra Mier) y un compañero del partido de él (Monchu García) ofrecieron versiones contradictorias sobre la agresión. Ambos estaban presentes el día de autos, pero contaron historias radicalmente opuestas. El testigo de Raja dijo no haber presenciado ningún empujón, sí una discusión por las llaves de la vivienda. Sin embargo, la hermana de la denunciante vio cómo el que era su cuñado «la empotraba contra la puerta y la dejaba tirada en el suelo».
Pero no sólo se abordó en la sala lo ocurrido aquella mañana del 5 de enero. Las abogadas y el fiscal interrogaron a las partes sobre los inicios de la crisis matrimonial. También ahí las versiones difirieron totalmente. Mientras que Iván Álvarez Raja la acusó a ella de serle infiel desde por lo menos tres meses antes de iniciar la separación, Irene Mier aseguró que había mantenido «una relación especial» con un compañero de trabajo «de una semana de duración» cuando ya habían comenzado los trámites del divorcio.
La noche del 20 de octubre fue crucial para la pareja. El secretario de Organización del PSOE descubrió en el ordenador personal de su esposa «fotos en actitud muy cariñosa con otro hombre y un correo en el que decían que se querían». Optó entonces por telefonear a sus suegros, a su cuñada y a un amigo común para que se personasen en la casa. «Estaba muy nervioso y no respondía de mis actos, sólo quería que viesen lo que yo había visto. Si hubiese querido hacerle algo a ella no los hubiese llamado», declaró. Según los testigos y la denunciante, «se produjo un tenso episodio con todos en aquel salón». Esa noche Irene se fue a dormir a casa de su hermana.
«A partir de ahí convivimos unas semanas más hasta que él decidió marcharse. Pero seguía pasando por casa. Entraba con sus llaves y cogía cosas personales, llegó a llevarse mi ropa interior. Yo tenía miedo y cuando llegaba cerraba todo porque temía que entrase por la noche», relató ella.
Fue también por aquella época cuando aparecieron unas pintadas en la habitación matrimonial y en el pasillo. «Esas pintadas no tenían ninguna mala intención, era algo personal que llevábamos mucho tiempo haciendo cuando salíamos por la noche en las paredes de la Bodeguita del Medio. Nos dejábamos mensajes escritos», apuntó Álvarez Raja. Para ella, no obstante, «eran intimidatorias y no tenían nada de romanticismo». Se podían leer frases como: «Algún día te darás cuenta del daño que me has hecho», entre otras muchas.
Esperar a las elecciones
Pese a que el juicio era relativo a la vida personal del miembro del PSOE de Gijón, su exesposa aludió en varios momentos de su declaración a su vida política y pública. «Cuando empezamos a tener problemas matrimoniales y nos dimos cuenta de que aquello no funcionaba, me pidió que esperásemos a que pasasen las elecciones autonómicas para divorciarnos con el objetivo de que no le perjudicase políticamente», aseguró. «Una cosa era su imagen pública de político correcto y dialogante y otra bien distinta el comportamiento que tenía con la familia. Se creía el rey, me humillaba constantemente y todo tenía que ser como él quería», añadió.
La pareja contrajo matrimonio hace seis años, después de protagonizar otra sonada ruptura «bastante turbulenta», dicen sus allegados.
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