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domingo, 21 de abril de 2013

La separación de los padres, novelada para los más chicos

Domingo, 21 de Abril, 2013
El libro para chicos Cómo cocinar un plato volador, escrito por Sergio Olguín y recientemente seleccionado junto a otros 250 libros del mundo para la prestigiosa lista White Ravens, es una novela que desafía a los más chicos con una problemática real: la separación de los padres y el amor que alguna vez los unió.
Escrita para sus hijos cuando mediaban los 10 y 12 años, Olguín (Buenos Aires, 1967) aborda con humor la historia de Julián, hijo de padres separados que logra a lo largo de las páginas comprender la reconfiguración de esos nuevos lazos familiares, mientras conoce nuevos amigos e intenta descubrir el misterio de los platos voladores, vinculado al pasado amoroso de sus papás.
Autor de las narraciones juveniles El equipo de los sueños (2004) y Springfield (2007), traducidas a varios idiomas, Olguín logró con Cómo cocinar un plato volador (Norma) ingresar a la Jugendbibliothek de Munich, la biblioteca más importante en literatura infantil y juvenil del mundo que distingue con la mención White Ravens a libros por su temática universal o por su innovador estilo artístico y calidad.
Sin embargo, en diálogo con Télam, el autor reconoce que el género infantil "es el más difícil para mí. Es un desafío y te permite ir un poco más, podes meterte con una historia de amor, que tal vez no está pensada para chicos de diez años y podría ser tranquilamente para adultos. Es correr los límites que uno espera para los chicos".
"La separación de una pareja, los conflictos que eso significa, el primer amor y el primer beso, el tratar de sacarle la novia a otro tipo, son historias que por ahí no pensás que son para los más chiquitos, pero justamente la literatura infantil te desafía con la posibilidad de ir más allá de los que se espera", redondea.
Este desafío o limitación lo sorteó sin problemas. Olguín apostó  a narrar una de las realidades que viven los niños en la sociedad actual. "Quería contar una historia de amor loco que tuvo el padre del protagonista con su mujer y explicarle eso a un chico".

El libro es algo así como traducir ese: "ahora nos ves mal, pero alguna vez hubo amor y vos sos el fruto", dice Olguín. Gustavo le cuenta a su pequeño Julián la maravillosa historia que lo unió a su madre Analía y que tuvo sus inicios en la búsqueda adolescente de ovnis en Córdoba. Ese pasado común emociona e intriga al niño: allí se cocinó algo más que platos voladores.
"Siempre me llamó la atención cómo un chico que tiene padres separados no llega a comprender el amor que hubo entre esas dos personas. Los chicos ven la pelea, la distancia, la falta de comunicación, los reproches, no llegan a captar que ahí hubo una historia de amor muy fuerte", resume.
"Me veía en la obligación de no darle un final feliz a esa historia, porque la realidad no lo tiene, por lo general no hay reencuentro de parejas separadas y me parecía un golpe bajo cuando no se condice con la realidad", sostiene el autor de "La fragilidad de los cuerpos", sin embargo, y para no incendiar finales, Olguín no defrauda, ni a los niños, ni a los adultos.
En el cine, en gran medida la literatura y tal vez con menos adeptos el teatro, las temáticas para niños fueron tomando un cariz más realista en las últimas dos décadas, sin por eso dejar de lado la imaginación o la fantasía. En palabras del autor: "hay una tendencia de meter a los chicos en un problemática real".
"Es una evolución que vino de la mano de autores europeos con colecciones como Barco de Vapor. Eran historias para chicos donde el padre es alcohólico o un hermano murió. La idea de  mantener a los pibes fuera de la realidad, dejar afuera de la muerte y de los problemas. Pero el mundo real es muy fuerte y la vida te demuestra cosas que no esperabas", reflexiona.
Para Olguín -y aquí la clave de ese sesgo realista- la literatura  "sirve como una especie de enfrentamiento de esa realidad, de una manera crítica o emotiva, sin perder obviamente la fantasía: que puedan aparecer los marcianos en cualquier momento".
Un primo escritor llamado Felipe K. Dick fanático de Bradbury y Asimov; queso roquefort en lugar de azul, discos de The Police y Queen son algunos guiños para los adultos, pero también el autor y su editora Natalia Méndez pensaron: "está bueno que un chico se esfuerce en comprender algo que le resulta incomprensible”.
Además, a Olguín, que suma otras tantas referencias del universo infantil producto del consumo de sus propios hijos, le interesa que sus libros "sean leídos por un público lo más amplio posible".
Los filmes de Pixar, reconoce, le abrieron un mundo: "es la posibilidad de disfrutar con algo que no hago habitualmente. El universo infantil me aburre en general, pero esas películas me despiertan fascinación. Han sabido combinar una historia universal con referencias culturales para adultos y chicos".
Y remata: "todas las películas de Pixar las seguiré viendo hasta que sea viejo y creo que voy a volver a escribir para chicos cuando tenga nietos".
http://www.telam.com.ar/notas/201304/14661-la-separacion-de-los-padres-novelada-para-los-mas-chicos.html

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