3-10-2011http://plataformaporlaigualdad.es/?p=1342
O lo inexplicable de «el género». Este verano pasado, la abogada y portavoz de la Comisión de Investigación de Malos Tratos a Mujeres, Consuelo Abril, reconocía «lo inexplicable de que todo lo que se ha puesto en marcha haya fracasado», supongo que en un lapsus de sinceridad, ante la persistencia de las terribles cifras de mujeres muertas a manos de sus parejas. Incluso Soledad Cazorla, fiscal delegada para la Violencia contra la Mujer, había manifestado: «Seamos sensatos, admitamos que no tenemos la respuesta…».
Al respecto, una de las mentiras más archirrepetidas desde el extinto Ministerio de Desigualdad y toda su corte de institutos, observatorios y féminas asociadas subvencionadas, es que «los hombres matan a las mujeres por el hecho de serlo», calificando todo homicidio en el ámbito de la pareja como «violencia machista». Lo cierto, sin embargo, es que los hombres asesinan a sus parejas mujeres por los mismos motivos por los que las mujeres asesinan a sus parejas hombres. Se mata por dinero, por ausencia del mismo, por celos, por posesión desmedida, por arrebatos ante abandono o infidelidades, por desequilibrios psíquicos severos, porque te separan de tus hijos o para eliminar de un plumazo al que estorba y quedarse con casa y bienes… Y todos éstos, son móviles que han llevado a quitar la vida al otro, tanto a mujeres como a hombres, desde que el mundo existe.
Se mata por dinero, ausencia del mismo, celos o posesión desmedida
Se aferran a un diagnóstico erróneo del problema, basado en los dogmas
El componente de «machismo» que aún pervive, herencia de una sociedad patriarcal, puede contri-buir a que haya más homicidas hombres, pero no indica que el móvil por el que se asesina sea «por ser mujeres». Eso ocurre en las novelas de Larsson y, ocasio-nalmente, cuando la realidad nos aterra con algún caso aislado de monstruo de Amstetten aus-triaco o de oficial Williams cana-diense, y aún así tienen su réplica en algún jardín de los horrores francés.
Leo en la prensa que una mujer mató a su marido rociándole el pene con gasolina, cerilla incluida, mientras dormía, y entre sus declaraciones, encontramos: «Sólo quería que fuera mío y de nadie más» o que «él era mi héroe, el amor de mi vida». En otro caso, una mujer relata que estaba celosa de su esposo porque «le había engañado con otra mujer y no le había pedido perdón», tras apuñalarlo de gravedad en Alicante. ¿Qué diferencia hay entre estos crímenes, desde siempre llamados «pasionales» y otros similares cometidos sobre mujeres? ¿Y por qué no es una víctima «de género» cada una de las mujeres salvajemente violadas por desconocidos, sin derecho a las rentas de subsistencia y otras prebendas reservadas a las que denuncian a sus maridos? ¿Y por qué sí denominar, directamente, como «víctima» a cualquier ciudadano que simplemente denuncie a otro que sea su pareja, con el único requisito de que el primero sea mujer y el segundo hombre?
Lo «inexplicable» del fracaso de las políticas «de género» es muy fácil de explicar. Es lo que llevan años haciendo numerosos jueces, fiscales, psiquiatras, psicólogos y otros expertos, hombres y mujeres, ante lo que tan sólo han recibido descalificaciones, insultos, intimidaciones y censuras propias de regímenes totalitarios. Nos quieren imponer su «pensamien-to único» en una resistencia numantina a admitir que, sencillamente, se aferran a un diagnóstico erróneo del problema, basado en los dogmas y falsas premisas de la ideología de género, que no puede sino dar lugar a políticas y medidas contraproducentes y a la creación de otros problemas que agravan y perpetúan la conflictividad.
* Fernando Otero Alvarado es Secretario de la PCI
Reunión de los lunes
miércoles, 29 de mayo de 2013
El género de lo «inexplicable» o lo «inexplicable» del género
Miércoles, 29 de Mayo, 2013
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