"La letra con sangre entra". Si prestamos atención a esta frase que hemos oído innumerables veces, podremos comprender mejor el porqué de tantas agresividad a la hora de intentar educar a los menores
Un cachetazo, un tirón de cabello, una patada,
un empujón, una zamarreada… Todos son ejemplos
de lo que se considera castigo físico. En ellos, probablemente no se generen heridas físicas visibles pero, sin embargo, pueden dejar huellas mucho más profundas de lo que imaginamos.
La costumbre de utilizar la fuerza física como forma de castigo a los niños está muy incorporada a nuestra cultura, principalmente por un tema de transmisión generacional. Para nuestros abuelos, o inclusive para nuestros propios padres, “con un buen cachetazo se soluciona todo”.
Ahora bien, veamos un poco más en detenimiento cuál es el fin, los riesgos y los resultados de este tipo de conductas.
¿Por qué se utiliza este método?
Las razones pueden ser varias. Una de ellas, como ya dijimos, es porque los propios padres hemos heredado el maltrato como una forma de enseñanza. En otras épocas y generaciones, se consideraba que un buen chirlo
Otra es porque, ante la falta de otros recursos, la violencia física parece ser la única o última herramienta disponible.
También, en algunos casos, puede convertirse en una vía de escape para el desborde emocional paterno. El stress por las obligaciones, responsabilidades, etc. de la vida actual, hacen que los padres vayan disminuyendo cada vez más el nivel de tolerancia para con sus hijos y descarguen con ellos este sentimiento de cansancio e impotencia.
Obviamente, todo esto depende en gran medida de lo que entendamos como “educar”. Si tenemos como finalidad formar a la persona de forma integral, tanto en sus valores, conductas, conocimientos, decisiones, formas de comunicación, etc; pues aquí, entonces, se aplicará todo lo que hemos explicado anteriormente
http://www.yocrezco.com/2009/12/castigos-fisicos-educacion-o-maltrato.asp
No hay comentarios:
Publicar un comentario