Desatender a una madre, insultarla, amenazarla, vejarla reiteradamente, quitarle la comida, decirle que los perros «merecen más que ella». La crueldad, en ocasiones, parece no encontrar límite. La Audiencia de Valencia ha condenado a Mari Carmen y a su pareja Pedro José a un año y tres meses de prisión por un delito de maltrato habitual en el ámbito familiar. Además, la hija no podrá acercarse a la madre durante los próximos cuatro años y deberá indemnizar a la víctima con 3.000 euros por los daños causados.
La mujer, una anciana de 72 años, vivió un auténtico calvario desde finales de 2007 hasta el siguiente verano. A su avanzada edad, se le suma que la víctima sufría un trastorno bipolar con una minusvalía del 35%. Los tres compartían un domicilio en la localidad de Miralles, un municipio de la Canal de Navarrés.
La víctima vivía en una residencia hasta que su hija le aconsejó que se fuera con ellos. Este traslado iba a suponer el ahorro de cierto dinero que permitiría a su descendiente «tener para sus gastos», según admitió la afectada en el juicio. La perjudicada reconoció que su estado de salud no era bueno. Al principio, la relación entre ella y sus dos familiares era buena. «Después empezó a ir todo muy mal».
El tribunal considera que la declaración de la víctima no reúne la contundencia necesaria para la imputación de lesiones y agresiones físicas. Así, el relato de hechos probados rechaza esta posibilidad pese a que en una ocasión sufrió una fractura en un brazo y no fue llevada al especialista hasta que la lesión le fue detectada en una visita psiquiátrica. En cambio, sí quedó acreditado que la mujer no fue atendida «dignamente» por su hija y la pareja de esta. Al desamparo que sufrió se añadían, además, insultos, vejaciones e incluso amenazas de muerte.
La madre no mantuvo esta situación oculta. Se quejaba amargamente de su situación a los vecinos y a otros familiares, ya fuera por teléfono o en persona. Una vecina de la misma finca de los acusados lo ratificó en la vista. «Se la veía en pésimo estado, mal atendida, despeinada, sucia y maloliente», dijo. También el juez de paz de la localidad corroboró la versión de la víctima, entro otros testigos.
La hija, que es adoptada, negó los hechos y dijo que todo era consecuencia de la enfermedad de su madre. «Tiene un trastorno y cree que todo el mundo le pega. Respecto a la falta de comida, aseguró que ella estaba obsesionada con eso.
La situación se hizo insoportable en septiembre de 2008. Tras el verano, una tía de la víctima, acompañada de la Policía Local, acudió al domicilio para hacerse cargo de la mujer. Otra de las sospechas, que también quedó descartada, era que la víctima hubiera estado retenida en casa contra su voluntad en algunas ocasiones.
No hay comentarios:
Publicar un comentario