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miércoles, 24 de septiembre de 2014

Diez formas de comunicarse con nuestros hijos que deberíamos evitar (aunque a veces es muy difícil)

Jaime Miranda Córdova
A veces nos comunicamos inadecuadamente con nuestros hijos, bien porque estamos cansados, porque nos come el estrés, o porque tenemos prisa. Sean cuales sean las razones, os presento formas de comunicación a evitar. Por cierto, este consejo no sólo es para con los niños, también vale para adolescentes, e incluso otros adultos.
1. Invalidando sus peticiones de apoyo y comprensión. Puede que nos estemos desesperando, o que no veamos tan impactante esa situación que nos trae nuestro hijo o hija, pero para ellos lo es. Por ejemplo: ¿Es que crees que estoy aquí sólo para escucharte? ¡No me aburras con tonterías! También se da con niñas y niños que se encuentran indefensos por alguna razón. No basta con decir “¡Defiéndete!”, hay que dar pautas, mostrar comprensión.
2. Culpándoles por sistema para imponer disciplina, y mucho menos con ese tipo de afirmaciones que no tiene relación causa/efecto –yo diría que ni pies ni cabeza-: ¡Si te portas mal me pondré muy enferma!
3. Reconduciendo la realidad. Esto sucede cuando una niña o niño dice por ejemplo que se siente mal en el colegio, y un padre o madre le contesta: ¡No, no! ¡Eso es mentira! En el colegio estás muy bien.
4. Amenazas con abandono y castigos severos. Cosas como: ¡Voy a suicidarme! ¡No puedo más! ¡Si no te lo comes voy a llevarte a un reformatorio!
5. Hacerles sentir avergonzados: ¡Eres demasiado gordo para ponerte eso!
6. Comparar: ¡Ojalá fueras tan listo como tu hermana!
7. Contradicciones más o menos veladas: ¡Puedes jugar con ese chico en el patio, pero ya sabes lo que pienso sobre él!
8. Apropiarse de la conversación. Esto sucede cuando nos dice que le duele algo y entonces comenzamos un interminable circunloquio: A mí también me duele la espalda. Siempre he tenido dolores de espalda, desde que era pequeño, porque…
9. Mentiras. Ya sé que existen mentiras piadosas, pero son mejores la “verdades adaptadas a la edad” que las historias rocambolescas que acaban convirtiéndose en manipulación pura y dura, dando a los niños razones equívocas para hacer las cosas, y causando efectos incluso más perniciosos que los que se desea evitar. Aún recuerdo que cuando yo tenía seis o siete años, mi madre, para no decirme que mi tortuga había muerto, me dijo que se había escapado. Estuve llorando desconsolado hasta que ella me preguntó y le dije: es que temo que la hagan daño los niños malos. Después confesó, y asumida la pérdida y que mi tortuga no iba a sufrir más, me calmé.
10. Comunicaciones en conflicto. Incluso padres que se llevan bien, pueden comunicarse de manera contradictoria el uno con el otro. En el caso de padres separados o con un conflicto propio el riesgo aumenta. Hay cuestiones que tienen que quedar claras: los límites, lo que se le permite hacer, con quién, qué se espera de ellos son solo algunas de esas cosas que los padres deben consensuar.

Jaime Miranda Córdova es Psicólogo colegiado (M-24003) y atiende en la calle Pradillo. Podéis contactar con él a través de su página www.jaimemiranda.es

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