Aquellas personas que han pasado por un proceso de divorcio pueden llegar a comprender circunstancias y causas que antes ignoraban.
Son muchos los casos a quienes la justicia no protege en los procesos de divorcio o separación de sus progenitores. La primera medida que adoptan los jueces es la de apartar al padre de la vida de sus hijos, éste pasa a convertirse en un visitante para ellos. Estos niños antes de acostarse recibían un besito de sus padres cuando ya estaban arropados, sino eran ellos quienes les arropaban. Pero tras pronunciarse la sentencia el padre como norma pasa a ser declarado un visitante. Los menores ven como de la noche a la mañana su figura paterna desaparece en sus vidas.
El problema puede agravarse aún. Niños que han crecido junto a su padre, que él ha sido si juguete preferido, o que éste incluso era quien se levantaba por las noches cuando ellos lloraban, se encuentran de repente solos, abandonados, pues muchos desconocen el hecho de que por muchas explicaciones que pretendan proporcionar a un menor, éste se siente abandonado por su padre. Con el paso del tiempo los niños pueden ir comprendiendo o al menos aceptando por narices la situación, pero el desarrollo de su autoestima se forja bajo ese sentimiento de abandono por parte de su figura paterna.
Los casos luego pueden llegar a ser verdaderamente dramáticas, pues muchos de estos menores gracias a la pasividad e inacción de la justicia son sometidos a un proceso de manipulación por parte (la mayor parte de casos en la actualidad) de la madre, de forma que llega un momento en donde creen que su padre es una mala persona, y merecedor de todo su desprecio, incluso el de dirigir la palabra. Lo peor de todo es que jueces y magistrados son conscientes de como los impedimentos de contacto de la madre a la relación paterno-filial, van a terminar como otros muchos casos, en donde los menores pierden todo tipo de relación y contacto con su figura paterna. Casos de estos es el de María Salmerón, pero a pesar de ver las consecuencias sobre la hija de Salmerón u otros menores (vídeo), la justicia sigue tolerando que la madre continúe impidiendo el contacto de los hijos con el padre. El caso más reciente puede ser el de Nayara, pero hay muchos otros que permanecen indiferentes para los medios de comunicación.
Ojalá que un día estos menores, estos niños y niñas que hoy crecen creyendo que su padre es un monstruo, puedan disponer de la ayuda necesaria para enfocar tanto maltrato hacia un lado positivo, en donde cuando se conviertan en padres o madres, sean muy conscientes de los efectos que sobre los hijos se derivan cuando se malmete contra uno de sus progenitores.
Manuel Soler Puerto
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