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jueves, 8 de septiembre de 2016

El fracaso escolar asociado a la feminización de la educación

Jueves, 8 de Septiembre, 2016

La fecha de publicación del artículo fuente data del 7 Marzo, 2011, coincidiendo con casi el día de la mujer.
Nuria Wells, es la autora del artículo.

Ante los muchos argumentos que presenta la autora del artículo, cabe reseñar como hoy día al existir gran número de hijos separados, los varones se crían solo bajo la custodia y cuidados de la madre, algo que a su vez provoca una serie de consecuencias derivadas, y entre ellas aparte del fracaso escolar, citaba un psiquiatra que es la de la tendencia homesexual de los varones al crecer bajo la influencia solo del sexo femenino.

Más hoy día tras el tiempo transcurrido desde la publicación del artículo, más de 5 años, nos encontramos con leyes que imponen en los centros escolares la educación y formación de los menores alejados de los valores de la masculinidad (El próximo curso escolar los centros de educación madrileños educarán a nuestros hijos bajo la ideología de género).

El artículo fuente desde "Más información".

Fuente:
El fracaso escolar y la feminización de la educación
https://autismodiario.org/2011/03/07/el-fracaso-escolar-y-la-feminizacion-de-la-educacion/



Cada día se pone un mayor énfasis en los problemas derivados del fracaso escolar, se crean foros y mesas de debates, se hacen cambios aquí y allá en los planes de educación, pero las cifras sobre fracaso escolar siguen aumentando. ¿Quizás existan otros factores que no se están teniendo en cuenta?

Tal y como han podido advertir en nuestro extraño titular, el término feminización ha sido acusado como causa del fracaso. ¿Ustedes se preguntarán si me he vuelto loca? Nada más lejos de la realidad, hoy les voy ha hablar del sistema de medición denominado “100 niñas” y los datos que Ali Carr-Chellman ha recopilado así como su teoría al respecto de lo masculino y lo femenino en la educación.

El grupo de edades sobre el que nos vamos a centrar se encuentra entre los 3 y los 13 años de edad. Este análisis estadístico fue llevado a cabo en los EE.UU. y nos aporta una serie de datos muy interesantes sobre los modelos educativos. Pero veamos algunas cifras:

Por cada 100 niñas que sufren fracaso escolar, hay 250 niños en la misma situación.
Por cada 100 niñas que han sido expulsadas de su colegio, sus pares masculinos llegan a 350.
Por cada 100 niñas que reciben educación especial hay 217 niños.
Por cada 100 niñas con algún tipo de discapacidad, hay 276 niños.
Por cada 100 niñas que presentan algún tipo de trastorno psicológico hay 324 niños.
Los niños tienen 4 veces más probabilidades de ser diagnosticados con TEA/TGD o TDAH.
Las niñas ganan por goleada ¿no creen? Quizás una madre que tenga siete hijas se sentirá orgullosa, pero salvo situaciones muy concretas creo que esto puede ser un síntoma de algo más grande.

Que las niñas y los niños presentan patrones de comportamiento diferentes es algo obvio, a los niños les gustan unas cosas y a las niñas otras. Sin embargo nuestro sistema educativo no contempla estas diferencias, es más, castiga las diferencias. Pretende homogeneizar las conductas, hay unos planes educativos y unos plazos que cumplir, y no se engañen, estos planes no son fáciles cuando tienes 8 o 10 años.

Iré un poco más allá, si ustedes van a cualquier Universidad en España o en los EE.UU., por poner un par de ejemplos, podrán ver una gran presencia de mujeres. De hecho según los datos de las propias Universidades, entre el 60 y el 70% de los alumnos de estas Universidades son mujeres.

Y este panorama tiene un reflejo en el porcentaje de profesores y profesoras. Desde la etapa infantil hasta los 13 años de edad, la práctica totalidad del profesorado son mujeres. Según los datos del Ministerio de Educación, en la etapa de educación infantil el 90% del personal docente son mujeres. En educación especial la cifra es de un 80% de presencia femenina, y en educación ordinaria, este porcentaje baja al 76%.

Es decir, que nuestro hijos tienen muy pocas probabilidades de tener profesores de sexo masculino. La caída de profesores de sexo masculino en las primeras etapas de la educación es espectacular respecto a años pretéritos.

A todo esto debemos sumar el hecho de la maternidad tardía, es raro que una mujer tenga un hijo en España antes de los 30 años. Y más raro todavía que tenga más de dos hijos. Y esto es aplicable también a las profesoras. Ante todo esto se puede presumir que esto es un discurso machista y pasado de moda, pero nada más lejos de mi intención, permítanme que vaya un poco más allá.

Acabamos de ver los datos sobre las grandes diferencias entre niños y niñas, y a continuación les he dado una serie de datos más sobre porcentajes de hombres y mujeres en la docencia. ¿A qué conclusiones llega el proyecto “100 niñas”? Cuando un niño va al jardín de infancia y desea llevarse alguno de sus juguetes, a lo mejor quiere llevarse el fusil lanza bolas de espuma, o su espada de caballero medieval, o su coche blindado de última generación. Bien, olvídense, nunca le dejarán llevar esos juguetes al jardín de infancia, son juguetes violentos y fuera de contexto, hay unas normas que cumplir, les dirán las responsables. Así que su hijo jugará con unos estupendos juegos educativos de fresas amorosas que combinan con las flores de colores. Estos juegos pedagógicos son “lo más de los más” entre las niñas, pero francamente, a un niño le van a aburrir soberanamente.

Y si nuestro niño supera sin mayores problemas la etapa infantil, cuando acceda a la educación primaria va a tener que seguir bajo los mismos cánones. Incluso cuando decida por alguna extraña razón liarse a guantazos con algún compañero de patio, ambos van a ser duramente reprimidos, y posteriormente deberán de hacer las paces y darse dos sonoros besos como buenos amigos.

Además, nuestros hijos deberán de seguir ciertas normas de comportamiento grupal y deberán de asumir determinados roles, en resumen, nuestros niños deberán de comportarse como niñas.

En caso de que nuestro hijo muestre cierta rebeldía o conductas agresivas o desafiantes, nos van a recomendar que nuestro hijo reciba asistencia psicológica urgente.

Pero a esta ecuación debemos de añadirle una nueva incógnita, los videojuegos. Hoy no es normal que los niños salgan a al calle a jugar, bueno, en ambientes rurales esto todavía existe, pero en las ciudades no es más que una entelequia. Por tanto nuestros hijos se quedan en casa al regresar del colegio, y es muy normal la presencia de una vídeo consola o de un computador, que nuestros hijos dominan de forma inquietante. A nuestros hijos les encantan los juegos de acción, de súper-héroes, en suma, juegos muy “movidos”. Mi hijo se inició en los vídeo-juegos con un nada agresivo pack, el mejor de ellos era sin duda la carrera de vaquitas. El juego consiste en batir récords de tiempo recorriendo un camino (siempre igual), saltando vallas y pillando espantapájaros. Que quieren que les diga, lo dominaba a la perfección, hasta que debido a algún error en la logística doméstica un juego de súper-héroes súper agresivos se coló entre mis adorables vaquitas. Bien, desde entonces, las adorables y veloces vaquitas están ganando kilos sin piedad encerradas en el establo. A mi hijo no le interesan las vacas, ni los juegos de tenis ni toda esa batería de juegos destinados a mejorar su coordinación y no sé cuantas cosas más, y se ve enfrascado en increíbles aventuras épicas con un príncipe árabe, o lanzando escudos y dando trompazos a diestro y siniestro.

A mi hijo le importan un bledo los juegos educativos, los libros de fresas amorosas y las piezas de madera para construir jardines de flores, sencillamente le parecen absurdos. Es mucho más divertido construir naves espaciales, pintar el espacio exterior, ver vídeos que jamás podría encontrar yo sola sobre aviones y cosas por el estilo. Claro, mi hijo es un niño y le gustan cosas de niños. Exactamente igual que al resto de sus compañeros de colegio.

Y claro, si el rendimiento en el colegio es malo, si la conducta no es la adecuada, el gabinete psicopedagógico posiblemente dirá que uno de los problemas son los vídeo-juegos. Pero el “World of Warcraft”, o “Call of Duty” o el “Prince of Persia” no son culpables de nada, si acaso serán el síntoma de algo. Los juegos no los distancian del mundo, según Ali Carr-Chellman hay tres factores para determinar este distanciamiento: Las posturas de tolerancia cero en las primeras fases de la educación, una excesiva rigidez sobre qué es adecuado y qué no lo es. Por ejemplo cuando el niño ya escribe bien, no puede escribir sobre casi nada que sea de su interés, nada de violencia, juegos, etc. A los niños no les gusta escribir poemas, ni sobre los pajaritos, ni sobre los momentos íntimos de su vida, quieren escribir sobre las patadas que se dieron en el Barça-Madrid, o sobre la película de marcianos donde muere hasta el apuntador o sobre como descuartizo aliens en mi juego. Y su profesora no considera adecuado escribir sobre ese tipo de cuestiones que sí le interesan al niño. Nuevamente ante tal actitud de nuestro hijo nos recomendaran que visitemos a un psicólogo.

Otro punto es la carencia de profesores varones, es muy difícil que nuestro hijo llegue a los 14 o 15 años habiendo tenido profesores varones, ya dijimos al principio que apenas hay. Para los niños en esa etapa, la figura masculina es muy importante, no pretendo decir que las profesoras sean malas, pero por muy buenas que sean, son mujeres, y el niño requiere de ciertos modelos masculinos. En esta sociedad en la que vivimos, los padres ven poco a sus hijos, bueno, las madres también los ven poco, pero nuestro hijo -no debemos olvidar- tiene más horas de contacto directo con sus profesores y profesoras, un mínimo de 5 horas diarias 5 días por semana en su clase del colegio, y estar rodeado de mujeres puede llevarle a pensar que es un lugar diseñado para niñas. Y claro como jugar al fútbol, darse trompazos en el patio o jugar con la consola sí es de chicos, pues prefieren centrarse en esas actividades.

Otro ejemplo es ver como un grupo de profesores abordaran una pelea entre dos niños. Si en esa mesas hay hombres o mujeres que han tenido hijos varones, la conversación dará un giro de 90º a si la comparamos a una mesa donde sólo haya mujeres y que además no hayan tenido hijos varones (evidentemente estos hijos a los que nos referimos en este ejemplo se entiende que ya pasaron de nuestro patrón de edad de 13 años)

Y en tercer lugar está el propio plan de estudios y cómo este ha sido condensado. Si un niño no adquieres las habilidades de lecto-escritura a la velocidad programada, rápidamente los padres serán llamados para hablar de un posible retraso en el desarrollo del niño.

Si le preguntamos a una profesora de primaria, seguramente nos dirá que por cada niña con problemas para seguir el ritmo de la clase, tiene a cuatro o cinco niños con el mismo problema. Básicamente las profesoras deben de cumplir unos planes en unos plazos, tal y como apuntamos previamente, para conseguir estos objetivos tienen que conseguir que los niños estén quietos, sigan las normas, presten atención, administren sus tiempo, estén concentrados,…, en resumen, que se comporten como las niñas. Todo esto es lo que de forma indirecta le piden las maestras a sus alumnos.

Y en parte, los padres también tienen parte de responsabilidad en todo esto, queremos que sean los mejores, los número uno, que lean con un año. En fin, una serie de presiones que de por sí ya son difíciles de conseguir, pero si nuestro hijo además, presenta cualquier cuadro de agitación leve (y si ya hablamos de TDAH, o de niños con Asperger o TEA más difícil todavía) los resultados son desastrosos y el niño se aleja en vez de acercarse.

Y curiosamente hay cierto barniz de malo en los niños que presentan afición por los videojuegos y que disfrutan hablando sin parar de su tema preferido, pero son mal vistos por sus profesoras. Y este es un error, ya que empiezan a ser desplazados de forma imperceptible, incluso por sus propias profesoras que van dedicándoles menos atención y tiempo. Y este hecho consigue que los niños se vayan alejando más y entendiendo que lo de la escuela no va con ellos, no es su lugar.

Bien, este es básicamente el planteamiento de Ali Carr-Chellman, sobre el cual debo decir que estoy prácticamente de acuerdo. Cuando era niña y mis hermanos se peleaban con sus otros compañeros de colegio no solía pasar nada, las típicas reprimendas y al otro día seguían siendo grandes amigos. Todos los niños de mi colegio mostraban sus innumerables heridas como trofeos, si hoy un niño así llegase a una consulta de pediatría, seguro que los padres acababan en la cárcel por maltrato y el niño en un centro de menores. Bueno, quizás esto sea algo exagerado, pero tampoco muy exagerado.

Si creo que existe una dicotomía tremenda en el modelo educativo, no existe un modelo asertivo en la educación, en mi experiencia personal si debo decir que esa feminización a la que Ali alude es cierta. Pero si a esto le añadimos niños con Asperger o Autismo de alto funcionamiento me parece que la cosa se agrava. Estamos ante niños que suelen tener muchos problemas en el colegio, si además les inventamos los problemas, su futuro se torna mucho más oscuro. Y claro, un juego es algo épico, donde hay que afrontar retos heroicos, pero retos que son posibles, vas pasando de nivel y mejorando tus capacidades, y tu misión es salvar el mundo. Y nuestros hijos se sienten bien, pueden hacer desaparecer todas las frustraciones de su vida real frente a la consola, es como una vía de escape. Pero es una vía virtual, no es la vida real y ese sentimiento de que la vida real es terrible, donde me siento fuera de lugar y discriminado los empuja a querer vivir más tiempo enfrascados en sus “realidades virtuales”.

En cualquier caso este es un tema complejo, donde quizás haya muchas verdades. Si Usted tiene una opinión diferente, o ha vivido experiencias parecidas con sus hijos, o sencillamente las has vivido en tu propia piel, participa, deja tus opiniones y ayúdanos a tener un criterio más amplio.





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