La joven escritora que mantiene un espacio dentro del diario que aparece como fuente de la entrada trata en su artículo sobre una realidad que supera a las palabras y las buenas intenciones. De este tema podemos citar refranes o dicho populares como "El cementerio está lleno de buenas intenciones" o "Un libro no se juzga por su portada".
Aludiendo como ejemplo a la película que protagoniza Eduardo Noriega, de la novela obra de Juan Bonilla, "Nadie conoce a nadie", nos trae a colación la realidad de las relaciones personales. Nos presentamos a nosotros mismo ante terceros a nuestra conveniencia. Desde nuestro nombre o forma por la cual nos gusta que se dirijan a nosotros, hasta las peculiaridades más íntimas de nuestra personalidad, pero todo ello obedece en muchos casos al criterio de pretender gustar o agradar más a los demás, o también a esconder las facetas de nuestro vida y condición personal que más nos avergüenzan ante los demás, y por supuesto a nosotros mismos.
Hay un amigo que en muchas ocasiones acude a una cita "conocemos a las personas cuando se van", y si lo pensamos es por completo cierto, pero incluso hoy hay que mantener prudencia con esta cita, ya que muchas personas se van sin irse realmente, e incluso en la despedida ocultan realmente por conveniencia su forma de ser verdadera o sus verdaderos sentimientos. Situamos como ejemplo la despedido de un trabajo, un ambiente que ha cambiado por completo con respecto a tiempos pasados. Hoy muchos saben que es mejor despedirse de las empresas dejando las puertas abiertas por si acaso, pues son muchos los casos donde trabajadores ha vuelto "con el rabo entre las piernas" suplicando de nuevo un puesto de trabajo. Podría pasar de igual forma con el trato del empresario a un trabajador, la vida puede dar muchas vueltas.
Pero Blanca no se olvida que también por mucho que nosotros nos lleguemos a sorprender de las conductas de los demás, las nuestras pueden llegar a sorprendernos a nosotros mismos más que a nadie, La vida de una persona cuelga de un péndulo, y hoy crees que tu vida ha logrado alcanzar las cotas más altas que hacen realidad tu felicidad, y mañana sin embargo las circunstancias colocan un escenario a la inversa.
Juzgar es muy sencillo, pero el hecho de que la pérdida de valores en la sociedad sea la constante que impone la ideología de género para la consecución de sus fines, nos ha hecho por un lado descubrir a quienes tenemos a nuestro lado en el espacio más íntimo de las relaciones personales, y la persona que más se suponía iba a apoyarte y en la cual podías fiar todos tus secretos. No marca la condición del sexo de las personas ser mejor o peor, pero sí hay factores que condicionan que el sexo sea determinante en algunos aspectos de la vida.
Si nos circunscribimos a las situaciones donde se producen los divorcios y las separaciones y preguntamos a los hombres y padres separados, oiremos soltar pestes respecto de la actuación de sus ex mujeres, pero siendo incluso cierto sus manifestaciones no debemos olvidar que las mujeres hoy día aprovechan una serie de ventajas que la ideología de género coloca a su disposición, y que la manzana que mordió Eva, si las condiciones cambiarán a la inversa el día de mañana, Adán la mordería de igual forma.
Es de sentido común mantener prudencia hoy día con la persona que compartes tu vida, con la persona junto a la cual generas unas expectativas de futuro en donde aparece lo más importante y preciado que cualquier hombre o mujer puede -o debería- tener en su vida. Más que demostrado queda que esa persona el día de mañana puede arruinar tu vida, y lo que es pero aún, la de los hijos en común.
Nuestra conclusión es que en muchos casos no engañamos a otras personas, sino que nuestras bajezas nos condicionan a comportarnos de una forma que somos nosotros mismo quienes nos engañamos en primer lugar. Con lo cual si nos engañamos o convencemos a nosotros mismos que deseamos lo que no queremos por otros intereses, es imposible no engañar a la persona que duerme junto a tí.
A la hora de la verdad, de los momentos cruciales, en los que los acontecimientos se precipitan tomando un rumbo que nunca hubiéramos podido imaginar descubrimos con cierta sorpresa la verdadera naturaleza de los que tenemos al lado e incluso de nosotros mismos
- Odio y amor como herramientas de la ideología de género para destruir familias
Fuente:
Nadie conoce a nadie
http://www.laopiniondemurcia.es/opinion/2016/09/03/nadie-conoce-nadie/764485.html
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