Los medios de comunicación acostumbran al espectador a menudo a relatos de mujeres maltratadas donde la víctima aparece ante el objetivo frágil, descorazonada, en ocasiones ocultando su rostro por miedo o vergüenza.
Imaginemos que la estampa fuera otra: una superviviente fortalecida, independiente y liberada tras una situación dramática. Entonces la opinión pública contemplaría la superación de esta lacra como algo totalmente factible y quizá muchas afectadas dejarían de silenciar su problema. De ello está convencida Ana Bella Estévez, presidenta de la fundación que lleva su nombre.
Tras once años de convivencia con su maltratador, Ana Bella rompió su silencio gracias al apoyo del Instituto Andaluz de las Mujer y otras personas solidarias, venció el miedo y emprendió un nuevo rumbo junto a sus cuatro hijos. “Yo quería devolver la ayuda que me habían prestado y actuar como testimonio positivo para otras mujeres”, explica.
Por esa razón creó la Fundación Ana Bella en 2006, una organización con más de 80 colaboradoras en España que atienden a unas 1.200 víctimas de la violencia de género cada año, de las cuales un 10% termina implicándose en el proyecto.
Son redes naturales de supervivientes del maltrato convertidas en agentes de cambio para prestar ayuda a otras mujeres que pasan por el mismo trance que les tocó vivir a ellas. Las áreas de actuación de la Fundación Ana Bella, desde su sede en la localidad sevillana de Mairena de Aljarafe, son cuatro.
Los Testimonios Positivos potencian una serie de valores que atesoran las víctimas de maltrato y que, una vez libres del yugo de su maltratador, ponen en práctica su solidaridad con otras víctimas. Otra de las apuestas es la Red de Apoyo a Mujeres Maltratadas (RAMA), que canaliza las habilidades positivas de las supervivientes para llegar hasta aquellas que aún no se atreven a denunciar. También está el Programa Amiga para ofrecer atención psicológica, apoyo emocional en talleres terapéuticos, ayuda económica, asesoramiento legal y alojamiento temporal en viviendas de acogida. Por último, el Programa Amiga Emplea está diseñado para orientar, formar y ayudar a la inserción laboral.
La solidez de estos cuatro pilares le valió a la fundadora el título de Emprendedora Social 2011 que otorga la Fundación Internacional Ashoka. Ashoka busca personas capaces de transformar la sociedad, como Ana, que dice estar inmensamente agradecida a esta fundación por financiar durante tres años el proyecto Testimonios Positivos y así poder extender una imagen distinta de las supervivientes de la violencia machista “como generadoras del cambio social hacia la igualdad”.
Ana Bella insiste en este efecto multiplicador de esta red natural y en los valores que son capaces de aportar las colaboradoras.
Las mujeres que han sufrido la cara más amarga de la desigualdad, que es la violencia, poseen cualidades –como la resistencia al sufrimiento o la paciencia– que las hacen ser muy válidas para acometer tareas solidarias y también en el mercado laboral, asegura. Sobre este último aspecto, sabe que muchas empresas son reacias a contratar a víctimas de maltrato. Ella lo pudo constatar cuando trabajaba en un concesionario de coches y su exmarido se personó en el lugar de trabajo para atosigarla. La escena le costó el puesto y tuvo que buscarse otro empleo para subsistir.
Acogida y empleo antes de la denuncia
Ana Bella estuvo en régimen de acogida tras separarse y ha ofrecido después su propio techo a mujeres que atravesaban una situación delicada. Pone todo su empeño en desarrollar una red de viviendas de apoyo, pero no resulta nada fácil obtener donaciones y cesiones. Estos pisos son vitales –subraya– para que las mujeres maltratadas se mantengan lejos del influjo del maltratador, y así comiencen el proceso de denuncia y separación. De momento, la fundación ya tiene seis pisos en Andalucía y Extremadura, algunos de ellos cedidos por la Fundación Rose, una iniciativa de la Caja de Ahorros del Mediterráneo. La empresa sevillana DOC 2001 SL se ocupa de la financiación de otro.
Gracias a estas y otras entidades, muchas madres y sus hijos no se encuentran en la calle. Ana Bella quiere dejar claro que para recibir el apoyo de la fundación no hace falta denuncia previa. Hace falta armarse de valor para dar el paso y llamar a un teléfono o enviar un mail solicitando ayuda.
Tampoco es absolutamente necesario mantener un contacto personal con las colaboradoras porque existen otras vías de comunicación posibles. “Hay mujeres que, en cuestión de 24 horas, pasan a una casa de acogida; otras tardan un año en decidirse. Como cada caso es diferente, nuestro Programa Amiga intenta prestar ayuda de forma individualizada”, puntualiza.
Además, no basta con procurar a la víctima un hogar seguro de forma provisional. ”Si las víctimas consiguen trabajo pueden afrontar su situación de otra manera y, de ahí, pasar a la denuncia”, afirma. Recuerda cómo surgió la idea de crear la empresa Servicios Integrales Solidarios.
A Ana Bella se le presentó el caso de una inmigrante polaca que, en pleno embarazo, fue maltratada y encerrada en un sótano. La fundación tendió la mano a esta mujer pero no logró que alguien la contratara en su estado. Un buen día, Ana Bella recogió un premio de 25.000 euros de la Fundación Caja San Fernando y supo de inmediato cómo invertir ese cheque. Creó Servicios Integrales Solidarios en 2007 para dar una oportunidad laboral de oro a la mujer polaca y a otras tantas que necesitan para ser independientes.
La empresa organiza servicios de catering con productos justos y ecológicos, servicios de limpieza y vende productos artesanales. Quizá la actividad que más luce de puertas afuera es el catering solidario: “Queremos cambiar la imagen de estas supervivientes por la de una mujer eficaz y rentable”, explica la emprendedora.
Le satisface ver cómo el público de este tipo de eventos gastronómicos aplaude y felicita a las camareras por su valentía. Casi un centenar de mujeres han vestido ya la camiseta rosa de camareras solidarias, experiencia que ha servido para que muchas accedan a otros empleos. Pero las dificultades económicas de tal empresa son patentes, la falta de equipamiento y la falta de un espacio: “Necesitamos con urgencia una cocina industrial y encontrar una nave para nuestras actividades”, declara.
Los proyectos crecen en envergadura, pero los ingresos no aumentan de forma paralela. Por eso, la Escuela de Negocios de Esade se ha comprometido a actuar como mentor y, con ayuda de algunos alumnos, está diseñando un plan de negocio rentable para Servicios Integrales Solidarios. También BBVA puso sus ojos en este proyecto del catering solidario y está ofreciendo su apoyo y orientación.
Testimonios en prensa, radio y televisión
Un logro importante de la Fundación Ana Bella en estos años ha sido generar una corriente positiva en torno a las protagonistas de las historias del maltrato en los medios de comunicación, en el mundo empresarial y en el conjunto de la sociedad. La estrategia no solo se dirige a las mujeres en sí; busca romper la cadena generacional de la violencia de género evitando que hijos e hijas repitan ciertos clichés en su edad adulta. Por esta razón la fundación también lleva a cabo actividades con niños y jóvenes en centros de enseñanza y asociaciones juveniles y culturales a fin de sensibilizar a las nuevas generaciones.
Dar visibilidad al problema y respaldar a estas mujeres en su reconstrucción personal son también aspectos clave: “Yo conté en primera persona mi terrible experiencia para un anuario de la Junta de Andalucía. Luego llegaron los medios. El Canal Sur divulgó mi caso en 2006″. Estos testimonios de supervivientes contrarrestan en cierto modo las constantes noticias de mujeres asesinadas a manos de sus parejas.
Hace falta enfoques diferentes como el del programa “Los Reporteros”, también de Canal Sur, que emitió “Supervivientes” el 27 de noviembre de 2010 con motivo del Día Internacional contra la Violencia de Género. Igualmente, en noviembre de 2010 el diario El País adoptaba un tratamiento positivo similar en el artículo “Las supervivientes del machismo animan a las mujeres a denunciar”.
A base de pregonar la fórmula del testimonio positivo, el dossier de prensa de la fundación va incluyendo cada vez más recortes igualmente “positivos”. Por otro lado, la fundación trabaja en el diseño de un programa a nivel nacional para difundir el ejemplo de Ana Bella y de otras tantas que creen en una nueva vida, digna y feliz.
Los que confían en el proyecto
Ana Bella fue una brillante estudiante que acabó COU con matrícula de honor. Contraer matrimonio con 18 años frustró sus deseos de estudiar una carrera universitaria. Su exmarido no se lo permitió, como tampoco le permitía leer libros en casa “porque era una pérdida de tiempo”. Luego llegaron los niños y Ana Bella tuvo que volcarse en su familia y los negocios del que fuera su cónyuge.
Energía y pasión por el trabajo nunca le han faltado a la sevillana: “Si pude resistir los malos tratos, también me sentía capaz de reinventarme cada día, de trabajar bajo presión.” La idea de fundar esta organización acaparó todos sus esfuerzos, incluso a costa del trabajo que entonces desempeñaba. Lo tuvo que dejar para gestionar la fundación, pero no ha perdido el gusto por la lectura y está convencida de que algún día estudiará la carrera de sus sueños.
Las dimensiones que está adquiriendo la Fundación Ana Bella suponen un rompecabezas de números donde los gastos se han ido multiplicando de forma exponencial. La batalla por conseguir fondos es dura, pero Ana Bella sigue adelante con entusiasmo. La buena voluntad de muchos organismos y empresas va enmendando algún que otro apuro económico. “Hubo un momento muy difícil porque no podíamos afrontar el pago de los alquileres.
Fue entonces cuando muchos poetas de toda España se unieron en un recital. La gente ofrecía cinco euros por poesía y luego ellos nos ingresaron todo lo que habían recaudado”, comenta. Una asociación de mujeres en Badajoz también organizó un desfile benéfico para obtener fondos que donó a la fundación. Estos y otros gestos son el combustible de la Fundación Ana Bella.
“Una empresa de viajes de Madrid nos dio un cheque de fin de año por valor de 3.000 euros y un grupo de consultores nos ofreció una cantidad de 3.000 euros, más una ayuda mensual de 250 euros al mes. Con eso hemos podido comprar una furgoneta”, prosigue así su lista de agradecimientos y añade otros nombres tan conocidos como Ikea, El Corte Inglés, Ford España y Women Secret, aunque se siente igual de reconocida por los cientos de aportaciones de particulares anónimos y de muchas asociaciones españolas.
La contribución del sector público ha sido importantísima. El Servicio Andaluz de Empleo, los ayuntamientos de Gines y de Mairena de Aljarafe, otros muchos consistorios de Sevilla y Badajoz, la Diputación de Sevilla, así como la fundación pública Andalucía Emprende, todos han confiado en el proyecto. La fundación también mantiene estrechos lazos con la Administración. Los recursos están ahí, pero el 90% de las mujeres españolas asesinadas a manos de sus parejas carecían de protección porque no habían llegado a denunciar, lamenta Ana.
Su organización desempeña un papel mediador entre las víctimas y la Administración pública, animando y acompañando a las mujeres en su denuncia y favoreciendo su traslado a casas de acogida. Ana Bella considera que la fundación complementa la labor del Estado por contar con colaboradoras “con empatía, con horarios más flexibles y sin tanta burocracia”.
El proyecto de Ana Bella y su equipo empieza a tener resonancia fuera de nuestras fronteras. Este verano, esta emprendedora social ha estado en París participando en una mesa de trabajo sobre el empoderamiento de la mujer, entendido este como “la reafirmación de las mujeres a través de la autoestima, la formación, los derechos y la toma de decisiones”.
Además, tendrá que viajar hasta Washington en febrero de 2012 para presentar (Ana habla inglés) una ponencia sobre las casas de acogida con motivo de un encuentro mundial. El proyecto ha sido elegido por ser singular y único fuera de España: las voluntarias y colaboradoras del mismo vivieron la violencia machista en primera persona, algo nada habitual en viviendas de acogida de otros países. La ponente aún se plantea con qué fondos va a costearse el billete de Sevilla a Washington, pero ha aceptado la invitación.
Mientras tanto se prepara para otros proyectos que van surgiendo y se vuelca con otras mujeres que, de vez en cuando, la paran por la calle para decirle: “Ana, tu historia es la mía. Quiero ser como tú”.
No hay comentarios:
Publicar un comentario