N. lauzirika- Lunes, 5 de Septiembre de 2011
Bilbao.¿Para qué animar a las mujeres a que denuncien si luego no somos capaces de protegerlas como es debido?
¡Pero si sí las protegemos! La autocrítica siempre tiene que estar presente porque no podemos permitir que siga existiendo la violencia de género y que las mujeres continúen sufriendo. Pero es importante transmitir el mensaje en positivo. Hay muchas mujeres que están protegidas y seguras y contentas con las medidas de protección. Mujeres que han dado ese paso y han encontrado una nueva vida. Quizás tendríamos que hacer el énfasis en esa otra parte en la violencia de género, sin querer ocultar nada. Nosotros hacemos ese ejercicio de autocrítica; si vemos que ha habido algún error, ponemos solución a lo que ha podido funcionar incorrectamente. Se hace un papel importante respetando los tiempos y sin culpabilizar a la mujer, huimos de ello. Son ellas las que tienen que tomar las decisiones
Informar, ofrecerles servicios… pero las mujeres tendrán la última palabra.
Las mujeres son adultas, deben tomar sus propias decisiones en el momento en el que ellas lo consideren. Nos puede gustar más o menos, pero tenemos que respetarlo. Desde las instituciones hacemos un esfuerzo importante por ayudar, atender, proteger, y aunque estemos centrándonos en la Ertzaintza, podríamos hablar del resto de instituciones que también trabajan en este área.
¿Los recursos son suficientes?
La violencia de género en este Gobierno es una prioridad, como también lo fue en el anterior. En los dos años de legislatura hemos puesto en marcha una batería de medidas para mejorar la atención y la protección de las mujeres. Iniciativas encaminadas a coordinar esfuerzos, así como en la educación, sensibilización y educación de la ciudadanía.
¿La violencia machista tiene mayor incidencia en mujeres inmigrantes?
La violencia de género es un problema estructural, de todos y todas. Desde el punto de vista del agresor, el rango de víctimas no entiende de nacionalidades, clases sociales ni otro tipo de marca que no sea el propio género. Además, si identificáramos al agresor con unos rasgos concretos estaríamos fomentando actitudes discriminatorias. Estamos hablando de un problema más de fondo. Sí es cierto que hay colectivos más vulnerables -mujeres inmigrantes, mayores, jóvenes…-, pero lo que subyace es el factor de desigualdad de género, ningún otro. Por esto, sí hay que incidir de manera especial en determinadas cuestiones. ¿Cómo incidir en estos colectivos?
Ofreciéndoles información ya que tienen un gran desconocimiento de los recursos existentes. Hemos traducido a diferentes idiomas los folletos, páginas de Internet… La diferencia cultural de su país con nuestro entorno juega en su contra. Hay que trabajar con las organizaciones con el fin de atraer a las mujeres a los recursos. Hay que enseñarles también que la violencia de género no es solo la violencia física, que ésta es solo el final de una situación de violencia de género. Había que enseñar a las mujeres a poner fin a esa situación desde el principio. Para ello debemos trabajar los micromachismos domésticos, las microviolencias de pareja o familiares. Hay un amplio trabajo de sensibilización para explicarles que el control, el aislamiento, la intimidación... también son violencia de género. Y que frente a estas señales tienen que actuar.
Los agresores son cada vez más jóvenes y no asocian violencia de género a desigualdad. ¿Se puede hacer algo o es un pecado incorregible?
Se puede y se debe hacer. Es cierto, la violencia de género es un retroceso en la lucha por la igualdad. La gente joven no identifica esta violencia con el origen de la desigualdad. Lo cierto es que esta violencia a pesar de los esfuerzos hechos no se ha conseguido erradicar. Las jóvenes piensan que vivimos en plena igualdad y les cuesta identificar la desigualdad como un problema también suyo. Viven en la idea de la falsa igualdad. Hay que hacer un esfuerzo para llegar a la juventud, tal vez usando las redes sociales… hay que transmitirles que esto es un problema grave, y no de personas mayores.
¿Sería importante que los hombres se involucraran algo más en la lucha contra esta lacra?
Hay muchos involucrados. El llamamiento no tiene que ser a los hombres, sino a toda ciudadanía, porque el problema es social. Los agresores suelen ser hombres, pero no todos los hombres son agresores. Aunque la violencia la sufren las mujeres, el problema es de todos y todas. La mayoría de los hombres entienden las medidas contra la violencia de género y saben que no les perjudican. Son mensajes que hay que lanzarlos bien.
http://www.noticiasdegipuzkoa.com/2011/09/05/sociedad/euskadi/hay-muchas-mujeres-que-estan-protegidas-y-contentas-con-las-medidas-de-proteccion
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