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viernes, 17 de mayo de 2013

Los hijos no se divorcian

Viernes, 17 de Mayo, 2013
La Organización Mundial de la Salud no admite el Síndrome de Alienación Parental (SAP). Sin embargo, los especialistas aseguran que se reconoce en la práctica clínica. Lo sufren los hijos de divorciados que se alían ciegamente con una de las partes y niegan la relación y el afecto a la otra. Algunos hablan de secuestro emocional.
Los juzgados españoles tramitaron en 2012 alrededor de 120.000 divorcios. Ese año tuvieron entrada en los órganos judiciales nacionales un total de 70.571 asuntos de divorcio consensuado y 49.485 contenciosos. La misma persona que facilita estos datos, el psicólogo forense José Manuel Aguilar Cuenca, advierte de lo engañosos que resultan “ya que muchos divorcios de mutuo acuerdo terminan en pocos meses contenciosos. Por lo que situaría en términos reales un 50% de cada tipo”.
El divorcio suele ir precedido de tormentas emocionales y la ruptura añade nuevas tensiones. El dinero y los hijos son las principales causas de litigio. El SAP se enmarca en la segunda.

Parasitados por el odio
Aguilar Cuenca, una de las personas que más ha estudiado y publicado en España sobre el Síndrome de Alienación Parental, lo define como “una alteración del comportamiento del menor, resultado del proceso por el cual un progenitor transforma la conciencia de sus hijos mediantes distintas estrategias con objeto de impedir, obstaculizar o destruir sus vínculos con el otro progenitor, hasta hacerla contradictoria con lo que debería esperarse de su condición”.
El progenitor custodio emprende pues “una campaña de desprestigio e injurias” cuyos argumentos acaba interiorizando el hijo hasta hacerlos propios.

El hijo granada
“Todos los padres tienen cierta conciencia de que malmeten y hacen daño, pero están tan cegados por el odio que se autojustifican y lo niegan”, dice Javier Sempere Pérez, psiquiatra del Servicio Infanto-Juvenil del Hospital Vega Baja de Orihuela y responsable del centro clínico CTI. “Muchos casos de SAP empiezan el mismo día que uno de los cónyuges inicia una relación nueva, aunque lleven años separados. Puede surgir entonces un deseo de venganza extrema utilizando lo que más duele, los hijos”. En España tenemos varios ejemplos recientes, con hijos muertos por medio.

La secta
No sólo son los cónyuges. Abuelos, tíos, profesores o amigos pueden contribuir a la campaña de desprestigio. Tampoco son necesarias las palabras “a veces es suficiente un gesto, una actitud o un comentario desafortunado”. Un grupúsculo que Javier Sempere define como la pequeña secta. No siempre hay detrás una conducta de malos tratos o abandono. “Además, incluso en el peor de los casos, es rarísimo que un niño no quiera volver a ver a alguno de sus padres. Luego les preguntas por qué y no saben razonar las causas concretas”. Esta es la primera prueba de alienación y de hallarse inmerso en un conflicto de lealtades.

Crecer con ello
Los chavales de entre 9 y 12 años son, según Aguilar Cuenca, los más afectados, pero Javier Sempere dice recibir pacientes de hasta 17 años. Algunos mantienen la sintomatología hasta los 30 o 35 años que es cuando empiezan a ser conscientes del engaño. “En este caso puede producirse el efecto rebote contra el cónyuge alienador. A esto hay que añadir que son personas que crecen educados en el odio, el miedo, el deseo de venganza y sobre todo sin libertad de pensamiento por la manipulación”.

En la clínica
“No todos los especialistas saben ver el síndrome ni se preocupan por explorar el entorno familiar del chico. Muchas veces nos quedamos con el historial que recibimos, sin cuestionarlo. Si pone padre maltratador, así se queda, sin verificar ni falsar”, prosigue Javier Sempere, quien hace tres propuestas:
1.-No aceptar sin comprobar el discurso que nos viene dado.
2.-Recabar siempre la opinión de ambos progenitores y animar al padre alejado a mantener una espera activa.
3.- Desprogramar al menor y ayudarle a desenmarañar el lío que le han formado en la cabeza. Tiene que aprender que él tiene un problema y sus padres, dos personas adultas, tienen otro.

En los juzgados
A la edad de 12 años el hijo puede elegir con cuál de los progenitores desea vivir. Hasta entonces será el juez quien dicte la custodia. Algunas voces lamentan la tendencia en nuestro país a favorecer a la madre. “Me atrevería a decir que en provincias como Córdoba o Segovia las únicas posibilidades que tiene el padre de obtener la custodia es que la madre renuncie a ella”, dice Francisco Fernández Cabanillas , presidente de Asociación Nacional de Afectados del Síndrome de Alienación Parental (Anasap).
Javier Sempere dice, no obstante que, en su estadística particular, padres y madres, al 50%, se ven afectados por el alejamiento hostil de los hijos.

Revisar la custodia
Revisar una custodia es complicado. El SAP, como argumento científico, carece de valor por no estar habilitado. Sí puede abogarse el maltrato psicológico. “Nos da igual cómo lo quieran llamar-dice Asunción Tejedor Huerta, psicóloga, mediadora familiar y perito judicial-. El problema es que para demostrarlo hace falta la comparecencia de ambos cónyuges y no se consigue fácilmente”. Una vez confirmado el maltrato se observa de nuevo cierta dejadez judicial ordenando terapias familiares para que ambos progenitores retomen su rol con responsabilidad. “Si esta no funciona la vía es pedir el cambio de custodia, aunque nunca este sea el objetivo”.

En contra
Pero no todo son opiniones a favor del SAP. Sonia Vaccaro, también psicóloga, se posiciona con la versión oficial denostando tanto la intencionada trayectoria y el sustento científico del descubridor del “pretendido síndrome”, Richard Gardner, como su utilización maniquea en los juzgados por parte de los letrados para cambiar la custodia.
Al rey Salomón parece que le resultó todo más fácil. Al menos tenía claro quién tenía que ser el ganador: el hijo.
http://www.educaydisfruta.com/magazine/educacion/hijos-padres-divorciados/

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