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domingo, 12 de mayo de 2013

Un espacio neutral

Domingo, 12 de Mayo, 2013
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- De 24 a 14 horas semanales con las puertas abiertas
Ocho familias han recurrido por primera vez en 2013 al Punto de Encuentro para gestionar las visitas a sus hijos
Dos de las responsables del centro, encargadas de valorar y ayudar a las familias a resolver sus conflictos
Con la crisis se ha reducido el horario de apertura, pero no ha ocurrido lo mismo con el número de casos que atienden en el Punto de Encuentro Familiar (PEF). De hecho, si tomamos como referencia la evolución de los primeros meses de 2013, han aumentado. Entre enero y abril se han abierto 8 expedientes nuevos. Un volumen elevado si tenemos en cuenta que a lo largo de todo 2012 se contabilizaron 14. Han superado el 57% a falta de dos meses para llegar al ecuador del ejercicio.
Quizá la excepción esté en lo ocurrido el año pasado, ya que las familias que en 2011 se acercaron por primera vez a las instalaciones de Ronda del Ferrocarril fueron 23 y en 2010, 16. En total, desde que el servicio se puso en marcha se ha trabajado con 124 hogares. Hasta 49 se atendieron a lo largo de 2012 y, de ellos, 34 se derivaron desde el juzgado con una orden de protección. Supusieron el 70% del cómputo global. Un porcentaje que pese a ser elevado no se considera preocupante ya que es «es un recurso que se emplea en muchas ocasiones hasta que se resuelve la disputa. Para no encontrarse, los progenitores utilizan un espacio neutral. Es una garantía de protección», explicó Amaya Díez, responsable del centro que Aprome gestiona en Miranda.
Otro 23% de los casos llegaron al punto de encuentro por rupturas familiares en las que los padres son incapaces de llegar a los más mínimos acuerdos; y el 8% restante se corresponde con expedientes en los que los menores están bajo la tutela de la Junta, ya sea viviendo en residencias o en familias de acogida. El pasado año se optó por esta fórmula en cuatro ocasiones en las que las instituciones consideraron que los menores estaban «en desamparo o en riesgo de desprotección». Para ellos el centro fue un lugar en el que mantener el contacto con sus progenitores.
Pero no en todos los casos son los padres o madres los que acuden al PEF a ver a sus hijos. Las visitas también pueden tener como protagonistas a hermanos, tíos y sobrinos o abuelos y nietos. De hecho, gestionan un encuentro con este último grado de parentesco.
Jóvenes, con uno o dos hijos
Evidentemente, aunque la ley protege el contacto con la familia más extensa, quienes más visitan el centro son progenitores separados o divorciados. El patrón se repite en los 8 expedientes tramitados en los 4 primeros meses del año. El perfil es similar en todos ellos. Son parejas jóvenes, con unos 30 años de media, con uno o dos hijos y la gran mayoría son españoles. De los 16 progenitores con los que han empezado a trabajar en 2013, solo dos son extranjeros.
En el primer cuatrimestre de año han conocido el centro 11 menores, con una media de edad que ronda entre 6 y 7 años. En todos los casos, a excepción de uno en el que los niños viven con una familia de acogida, la guardia y custodia está en manos de la madre, aunque «los padres están muy involucrados». Lo que no es habitual es que en estos casos sea algo compartido, ya que para que así lo decida el juzgado uno de los requisitos es que haya buena comunicación entre ellos y eso es bastante difícil», reconoció.
En 2012, hasta 17 menores entraron por primera ver en un punto de encuentro en el que a lo largo de todo el ejercicio fueron atendidos un total de 62. Suponen el 41,33% de los niños y niñas con los que se ha trabajado desde que el centro abrió sus puertas en agosto de 2006.
De entonces a ahora, se han registrado 161 nombres y apellidos, muchos de los cuales se han borrado ya de sus listados de visitas. Lógico dado que el servicio se plantea como algo temporal, en el que los casos no deberían permanecer más de dos años. Ese es el plazo máximo con el que trabajan por regla general. «La inmensa mayoría de la gente antes de ese tiempo sale de aquí». Las excepciones se dan en aquellos casos en los que se mantiene una orden de alejamiento o la hostilidad entre ambas parte no mejora.
De todos modos, reconocen que en los plazos no ha habido apenas variaciones. Ellas siguen trabajando marcándose objetivos de intervención a seis meses vista.
En general, consideran que las familias, independientemente, de su problemática concreta, valoran positivamente el servicio y la atención que se presta en el PEF. Y es que cuando se atraviesa una situación complicada y conflictiva siempre «es cómodo que una persona te ayude a mediar con la otra parte. Quizá por eso siempre hay a quien le cueste ser autónomo y desvincularse de ese apoyo, que seguirá ahí si se vuelve a necesitar pasado el tiempo.
De hecho, están trabajando con una pareja que ya estuvo en contacto con el centro en 2009 y que después han funcionado con sus hijos de manera autónoma. Y es que no siempre les resulta fácil flexibilizar. «Tienden a pensar que están cediendo frente al otro. No se dan cuenta que lo que se persigue es que gane el niño».
En estos momentos, ya sea por cómo está influyendo la crisis en las parejas, las tensiones derivadas de la falta de trabajo... reconocen que están desbordadas. «No sabemos muy bien por qué, pero este año hemos notado un incremento. También puede que ahora el recurso sea más conocido», zanjó.
http://www.elcorreo.com/vizcaya/v/20130512/miranda/espacio-neutral-20130512.html

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