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miércoles, 18 de junio de 2014

Las rupturas matrimoniales, un barómetro de la situación económica

Miércoles, 18 de Junio, 2014
- El repunte en las rupturas matrimoniales invierte la tendencia consolidada por la crisis. En el primer trimestre del año se registraron un 11'3% más de separaciones y divorcios que en el año anterior.
- La crisis ha impactado en el número pero también en cómo nos separamos. Parejas divorciadas optan por vivir bajo el mismo techo, "atadas" por una hipoteca.
Las separaciones y divorcios han aumentado un 11'3% en el primer trimestre del año, según datos del CGPJ

La situación tiene algo de tragicomedia: parejas con relaciones rotas que siguen habitando bajo el mismo techo. En estos casos, las estancias están divididas. Incluso los espacios comunes tienen horario de uso y disfrute.
“Como en la película de la Guerra de los Rose”, corrobora Ángel de la Torre, presidente de la Asociación Mixta de Separados y Divorciados de Madrid, recordando la mítica cinta de Danny de Vito en la que el matrimonio de Michael Douglas y Kathleen Turner se disputan la casa que tienen en común, haciéndose la vida imposible.
Varios miembros de su asociación, afirma, han optado por esta particular forma de “convivencia” por dificultades económicas: por no poder hacer frente a los costes del proceso legal o por la futura carga que supone para los cónyuges.
“Se han asignado zonas de la casa y así no tienen que acudir a un divorcio”, afirma De la Torre. ¿Y esto cómo se lleva?, le preguntamos, “pues con humor. Evidentemente, cuando tengan dinero, se separarán definitivamente, pero la carestía obliga a que la gente trate de aguantar un poco”.
La tendencia que apunta De la Torre la constatan también desde numerosos bufetes de abogados, que cuentan sorprendidos cómo algunos de sus clientes les han pedido formalizar los papeles de ruptura pero seguir conviviendo en el mismo domicilio. La razón está en hipotecas suscritas a cuarenta y cincuenta años vista y en la más que improbable posibilidad de vender la vivienda en las actuales circunstancias del mercado inmobiliario.
Los expertos, no obstante, advierten de que la situación, de por sí ya delicada, se puede tornar imposible, y que las primeras víctimas son los hijos de la pareja. Cada vez más asociaciones de separados y divorciados cuentan con pisos  para evitar esta tensa convivencia.

Aumentan las rupturas, ¿fin de la crisis?

Que el número de separaciones y divorcios pueda considerarse indicador de la salida de la crisis hay que cogerlo con todas las cautelas, pero en cualquier caso, los expertos sí apuntan a que se pueda ir en esa dirección. En los últimos cuatro años, salvo un leve repunte en 2012,  las rupturas matrimoniales habían ido en descenso. En 2011, un 2’3% menos con respecto al año anterior, en 2013, un 1’3% menos.
Sin embargo, también desde el cuarto trimestre de 2013, esta tendencia parece haberse invertido. Lo corroboran los datos hoy conocidos, que cifran en 34.583 las rupturas registradas en el primer trimestre del año, la cifra más elevada en el mismo periodo desde que comenzó la crisis.
Aunque situándose aún lejos de los datos de hace diez años-35.625 en 2004- el dato puede resultar, según analiza Eduardo Hertfelder, presidente del Instituto de Política Familiar, sintomático de los indicios de recuperación económica.  “En los últimos años, lo que detectábamos era que la gente estaba posponiendo esa ruptura porque suponía muchos gastos, especialmente para uno de los cónyuges, para el que se hacía cargo de los niños y tenía que soportar los gastos con un solo sueldo, y eso hacía que la gente no diera el paso a esa ruptura. Pero lo que se está percibiendo ahora, es que la gente ve cierta salida de la crisis y por tanto, se da también ese repunte”, afirma.
Los datos deben ser tomados de todas formas con prudencia. El primer trimestre del año, junto con el tercero, coincide también con el período en que tradicionalmente se produce también un mayor número de separaciones.
Con el número de separaciones y divorcios, la crisis se dejaba ver también en el número de matrimonios. Tras caídas consecutivas desde 2004, apenas repuntaron un 3'19% en 2012, último año contabilizado por el INE. Así, por ejemplo, si en 1990, el número de matrimonios era de 220.533, en 2012, se había reducido hasta los 168.556. El número de matrimonios por cada 1.000 habitantes pasó de ser de 5’37 en el 2000 al 3’56 en 2012. Que la nupcialidad está en horas bajas lo confirma también el Instituto de la Mujer. Según su estadística publicada en marzo del año pasado, el número de personas casadas se ha reducido casi a la mitad en España en los últimos 35 años.
El Censo de Población y Viviendas, elaborado por el INE con datos de 2013 apuntaba a que ese año existían en nuestro país 10.306.400 parejas, de las cuales 8.894.423 están casadas. El resto, están registradas como parejas de hecho. Este registro contabilizaba también el mismo año un incremento del 5’2% con en el número de hogares unipersonales, con respecto a cifras de hace dos años. Así, por ejemplo, 4.412.000 personas viven solas en nuestro país.

Cuando la economía va mal, más rupturas amistosas

Los abogados de familia afirman, no obstante, que más que en el número de rupturas, la crisis ha influido en cómo se llevan a cabo. En el despacho de Luis Zarraluqui, uno de los más prestigiosos en temas de familia, no perciben que la situación económica haya tenido un impacto determinante en las cifras, pero sí en que las parejas optan por llegar a un acuerdo para evitar que el procedimiento se vaya de precio.
“Es cierto que en el despacho siempre hemos tenido la percepción de que si las cosas son difíciles cuando las cosas van bien, imagínate cuando van mal”, dice Elena Zarraluqui, abogada experta en familia, “y hemos visto incluso economías muy deprimidas que hacen el esfuerzo, y la gente buscaba el dinero de donde fuese. Pero sí que la gente asume que tiene que llegar a un acuerdo. No se mete en un pleito que es más costoso, no sólo en tiempo y en energías, sino también en dinero”.  Según datos del Consejo General del Poder Judicial, las separaciones no consensuadas se redujeron un 6'9% el año pasado con respecto a 2012.
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Con ello, la crisis, según los abogados, ha tenido una consecuencia palpable: un significativo incremento en la revisión de las medidas en procesos de separación y divorcios, como pueden ser las cuantías de las pensiones a los hijos,  “gente que trabajaba en multinacionales o en bancos, habían llegado a un acuerdo sobre los bonus que percibían en los años buenos, y de repente se quedan sin eso. O se le reduce el salario. Y entonces, sí que se produce un intento de modificar las condiciones”, dice Zarraluqui.
En ello coincide Gabriela Domingo, vicepresidenta de la Asociación Española de Abogados de Familia, que considera que el "parón" en separaciones y divorcios en los momentos de crisis podría haberse debido, más que a una cuestión económica, a que la gente"ha tenido la cabeza en atender a otras cuestiones" como sus puestos de trabajo.  "Cuando se quedan más tranquilos, ven que hay cosas que no funcionan", afirma Domingo.

"Las rupturas se producen por la crisis del modelo de sociedad"

“La crisis económica ha tenido un efecto bipolar”, dice Antonio Bolinches,  experto psicólogo y terapeuta de pareja y profesor de Educación Emocional de la Universidad de Barcelona, “por un lado, produjo mayores tensiones relacionales, y eso es un factor de separación. Pero por otro, las dificultades económicas también imposibilitaban las rupturas. Creo que el problema de fondo es más profundo”.
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El problema del que habla este experto, autor de numerosos libros sobre lo más recóndito del amor y las relaciones, está en una “crisis del modelo de sociedad”. “La pregunta es por qué hemos creado un modelo monogámico de pareja cuando el ser humano no es monógamo”.
Bolinches dibuja un entorno poco esperanzador para aquellos que confíen aún en el amor eterno.  “Al no ser monógamos, perdemos el interés por una relación estable, y si no hacemos una buena gestión desde la madurez de la dinámica cotidiana de la pareja se produce una saturación que genera enamoramientos alternativos”.
Las relaciones, dice tajante, tienen fecha de caducidad y, escuchándole, parecerían gestionarse casi en términos empresariales.  “El amor por la misma persona es caduco”, afirma, “y  más específicamente el enamoramiento. Eso sí, el amor armónico, que es el que se da entre dos personas maduras que se juntan podría durar infinitamente. Pero para eso hay que saber hacer una buena gestión de esa relación y eso no es fácil, porque la sociedad no favorece la estabilidad de la pareja”.
Los expertos no se ponen de acuerdo en cuándo sobreviene la  “gran crisis de la pareja”.  Los estudios hablan de cuatro, de cinco, de siete años… Pero existe una tendencia que en los últimos tiempos se confirma. Las rupturas entre parejas que superan incluso las Bodas de Oro.  
Los datos del INE ponen en también en entredicho a ese  “amor eterno”. Las separaciones y divorcios en la franja de más de 60 años, y entre los matrimonios más longevos, no han dejado de aumentar. En 2012, último año recogido, fue de 4.559; el año anterior, de 4.278; en 2009, de 3.289. Y un dato especialmente llamativo. Entre los cónyuges de esta edad, el divorcio es, a mucha distancia, la opción de preferencia a la hora de poner punto y final a una relación- 3.838 procedimientos de este tipo en 2012, frente a apenas 721 por separación.
¿Por qué sobrevienen estas rupturas entre parejas que parecían infinitas? Según Eduardo Hertferder, presidente del Instituto de Política Familiar, la causa fundamental es la marcha de los hijos del hogar paterno, una circunstancia que se produce cada vez a edades más tardías.  “entonces,  estos padres se encuentran con que no tienen ese elemento común para seguir con el matrimonio, se produce un deterioro de la comunicación y la convivencia entre ellos. Es el típico problema que sobreviene cuando los matrimonios se vuelcan tanto con los hijos, que se encuentran con que ya no tienen ese nexo común”.
En 2005, año en que se aprobó la ley del divorcio express,  que representó también un boom de rupturas en todos los segmentos de edad, las disoluciones por divorcio entre mayores de 60 años y con matrimonios de décadas también se incrementó de manera espectacular. De 2.300 en 2005 a 4.563 sólo un año después.  
Entre las causas está, coinciden los expertos, la percepción de una mayor esperanza de vida, de llegar a la vejez en buen estado de salud, y también la crisis de la jubilación.
Por el despacho de Luis Zarraluqui han pasado diversos casos de matrimonios mayores de 60 años decididos a dar el paso hacia la ruptura. Generaciones acostumbradas a  “tirar de la familiay aguantar como sea”,  pero que cada vez con mayor frecuencia se  contagian de un entorno que ha generalizado una opción antes prohibida, “empiezan a ver incluso que los hijos también  se separan, que la gente que conocen también opta por eso, que empiezan a disfrutar de otra etapa de su vida y asumen que también  pueden disfrutar", dice la abogada Elena Zarraluqui, "Y sí que es cierto que han perdido el miedo a cambiar de vida”.
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