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martes, 17 de junio de 2014

Los hijos se convierten en las víctimas silenciosas de las rupturas

Martes, 17 de Junio, 2014
- Toda ruptura conlleva un coste social, muchas veces desapercibido, en el caso de los hijos."Muchos sufren secretamente y esperan durante años que sus padres vuelvan a estar juntos", dice la psicóloga Nora Rodríguez.
- Los expertos advierten de que los hijos de padres separados corren riesgo de iniciarse a edades más tempranas en el consumo de alcohol y drogas.
La clave, según los expertos, es expresar a los hijos una "disposición incondicional como padres"
Una ruptura va mucho más allá de la pareja. Los hijos, las víctimas silenciadas, son a menudo los más perjudicados por una situación que, en la mayoría de las ocasiones, genera un entorno de violencia.
Toda ruptura, dicen los expertos, supone un “shock” para los hijos.  Las consecuencias varían en gran medida de la edad, “de en qué momento le coge en su maduración” y también de cómo se haya llevado a cabo el proceso, opina Paulino Castells, reconocido psiquiatra infantil y terapeuta de familia.  “Una edad crítica es la adolescencia. El adolescente sufre mucho la pérdida de la unidad familiar”.
Autor de numerosos libros de referencia en el ámbito de la psicología, Castells publicará en septiembre su próximo trabajo, que lleva por título precisamente “Crecer con padres separados” (Plataforma Editorial).  A menudo, el conflicto que una ruptura genera en los hijos se manifiesta en forma de problemas escolares, de fracaso en los estudios. En otros casos, sobre todo los más pequeños, somatizan su angustia en forma de dolores y trastornos físicos. Castells apunta un indicio más y apunta a una vinculación estrecha entre los hijos de padres separados y la iniciación temprana en el consumo de droga, “sobre todo en el caso de los varones que han tolerado mal la separación de sus padres. Y si es mujer, existe una tendencia a la sexualidad. Es una forma de buscar una autodestrucción pasiva”, opina el psicólogo.
Un comportamiento que viene agravado, además, por el hecho de que, en la inmensa mayoría de los casos que pasan por su consulta, los hijos se sienten culpables del fracaso en la relación de pareja de sus padres,  “hay que tranquilizar a los chavales y decirles que no son culpables ni tienen por qué intentar arreglar la relación, porque es algo que no les incumbe a ellos”.  Aunque matiza también,  “no se trata de una ecuación exacta: padres separados igual a hijos con problemas, aunque estadísticamente sí que hay más chicos con problemas en estos casos que en familia estructuradas”
Afrontar el momento de una ruptura con nuestros hijos es un trago delicado. Según los expertos, la clave está en abordar la situación con la mayor naturalidad posible, “hay que procurar explicar por qué llega la separación y también que es mejor vivir separados que juntos, sobre todo cuando ha existido un entorno de peleas y discusiones continuas”, afirma Castells,  “el hijo agradecerá mucho después la paz que llega con la ruptura. Sin embargo, cuando no ha habido ese ambiente previo, el niño no se explicará por qué pasa, y eso hay que explicarlo bien. Hablar las cosas es muy importante, porque todo lo que se silencia se magnifica en negativo”.
Otra clave, según este experto, es asegurarle al niño que los padres seguirán ejerciendo como tales, “es fundamental que quede claro que aunque a nivel de adultos no puedan convivir, no por ello renuncian a este papel”.
“Hay que transmitirles el concepto de disposición incondicional como padres”, comparte también la psicóloga y pedagoga Nora Rodríguez, “que independientemente de donde vivan, siempre estarán ahí”

"Los niños sufren secretamente y confían en que sus padres vuelvan a estar juntos"

Rodríguez explora las consecuencias de las rupturas en los menores en el libro “Hijos víctimas de mobbing parental”, en el que destaca cómo los niños que viven en un “contexto tóxico” pueden desarrollar incluso enfermedades crónicas.
 “En la mayoría de los casos, en situación de conflicto en una ruptura, una de las partes se une a la familia extensa y empuja al otro progenitor. Esto para la vida de un niño es difícil de digerir, porque es como si le estuviésemos diciendo que hay una parte de él que no se acepta, que es la que se parece al otro progenitor”, señala esta experta. Según Rodríguez, los menores que se ven envueltos en un proceso de ruptura “sufren mucho”, incluso en los casos en que esa separación se lleva en términos de más normalidad. “Los niños y también los adolescentes lo sufren y además lo hacen secretamente. Durante tres o cuatro años están esperando a que sus padres vuelvan a estar juntos”.
Cada niño es un mundo pero la diferencia fundamental, según esta psicóloga, surge cuando el pequeño no puede ver a uno de los dos progenitores, generalmente al padre, “en estos casos, manifiestan una autoestima muy baja, problemas para relacionarse… Se arriesgan a hacer cosas que antes no hacían por el simple hecho de parecer mayores. Se creen que están obligados a entender lo que está ocurriendo con sus padres y, por ejemplo, empiezan a consumir alcohol o drogas a edades tempranas”.
La ruptura, afirma, puede degenerar en una situación de tristeza profunda y permanente en los pequeños, “y esa tristeza durante un tiempo prolongado acabará afectando cerebralmente a los niños. Es cierto que las personas tenemos que pasar por situaciones de tristeza, porque de esta manera comprendemos también mejor las situaciones desagradables, pero la tristeza sostenida en el tiempo puede dar llegar a niños y adolescentes deprimidos”.
Desde su experiencia  en el ámbito de la familia, y sus tendencias, Eduardo Hertfelder, presidente del Instituto de Política Familiar, apunta a otra consecuencia futura: los hijos de padres separados tienen, afirma, mayor riesgo de repetir los mismos parámetros en sus relaciones de pareja, “han visto que las dos personas a las que más quieren no han sido capaces de mantener un proyecto de convivencia, y por tanto, ellos mismos se ven también incapaces de poder mantenerlo en sus relaciones. Consideran que la convivencia es una utopía”, dice este experto, “no creen de la misma manera en la estabilidad que personas, por ejemplo, de otra generación, en la que sus referencias eran matrimonios de muchos años. Para estos hijos, ante un problema, la solución es la ruptura”.
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