En la actualidad miles o millones (si extrapolamos el problema a otros muchos países dónde este crimen contra la infancia se sucede) de menores son apartados de su padre y sólo porque su padre y su madre no van a seguir conviviendo o desean mantener la relación como pareja. Si no hay acuerdo, si el asunto llega a los juzgados y bajo la vía contenciosa, los jueces españoles, magistrados y magistradas, como si fuese algo que carece de la menor importancia, declaran huérfanos de padre vivo a menores. Menores que por otro lada no sólo pierden el derecho se seguir criados, amparados y educados, tanto por su padre como por su madre, sino que además son obligados a convivir con los nuevos novios o maridos de su madre y en la propia viviendo conyugal de la cual su padre sigue manteniendo la obligación de procurar el supuesto necesitado amparo económico por ser ésta aún la vivienda que da cobijo a sus hijos.
Muchas personas se han soliviantado al escuchar en la celebración del décimo aniversario de la Asociación de padres con la custodia de sus hijos, escuchar en el acto que a los padres se les impone pagar la fornicación de las madres de sus hijos y en la propia vivienda familiar atribuida a la madre supuestamente bajo la necesidad de amparo de los menores, y en ocasiones bajo circunstancias que sin duda no favorecen la inculcación de valores en niños que mañana van a ser los adultos que conformen nuestra sociedad. Pero ya no es que se valore la infamia a que se obliga a un hombre, que es un adulto, es que el daño físico y moral provocado contra la infancia es menospreciado por jueces, magistrados y magistradas (del Ministerio Fiscal, figura que debe defender al menor en el proceso, mejor ni citar) con tal descaro que asombra a un muerto.
Es cierto que la imagen presentada en la entrada llama a la compasión en nuestra sociedad de una realidad que ningún menor debería estar viviendo, No más cierto deja de ser que la realidad que el autor del artículo expone en él.
Artículo de José Luis Sariego Morillo, letrado, donde cita y alude a la tesis de Marrone y al modelo de Kübler, y a otros técnicos como, Bowlby o Weiss.
Me parece adecuado sacar en este momento la tesis de Marrone, psiquiatra londinense, que nos explica que la sociedad “comprende” el enfado y la ira de una persona cuando pierde a un ser querido en un accidente, que es la forma más traumática, de sufrir una pérdida. Incluso este tipo de comportamiento de uso de la violencia (falta control de la ira), dejando que la ira se apodere de nuestras emociones y acciones, se comprenden ante la pérdida de un puesto de trabajo (huelgas violentas, disturbios en la calle de grupos de personas frente a una injusticia, protestas violentas contra un gobierno, etc.)
Todo esto lo hemos normalizado como algo natural y gran parte de la sociedad lo tolera, y de alguna forma, lo comprende.
Pero cuando la reacción con enfado e ira ante la sensación de pérdida que sufre un hombre o padre en los casos de divorcio y este hombre rompe algo o deja que la ira (fase del duelo) tome el control de sus acciones y emociones, esto sin embargo, lo hemos convertido no sólo en algo intolerable, sino que incluso lo hemos criminalizado como violencia machista, y lo hemos tipificado hasta como delito. Es incomprensible.
Fuente:
El duelo de un niño en el proceso de divorcio, a cargo de Jose Luis Sariego Morillo
https://adefinitivas.com/2018/08/20/el-duelo-de-un-nino-en-el-proceso-de-divorcio-a-cargo-de-jose-luis-sariego-morillo/
CUSTODIA PATERNA X Aniversario REUNIóN APOYO A PADRES 1ª Parte 3 de octubre de 2018
https://www.youtube.com/watch?v=_5EESv4vMXc
CUSTODIA PATERN X Aniversario REUNION APOYO A PADRES 2ª 181003
https://www.youtube.com/watch?v=_O0LVGJLy8M
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